Padre Joven

Capitulo 8

Era una hermosa tarde, un cielo azul celeste brillante y un sol acogedor que llenaba las calles de comodidad, un día perfecto de verano.

Si, eso era

Afuera sonaban niños y niñas jugando sonrientes y alegres, jugando en el pequeño parque que pertenece al lugar en donde habitaban.

Sonidos chillantes de columpios y balancines llegaban desde no muy lejos, peleas pequeñas y risas escandalosas era todo lo que se oía afuera, dónde las matronas cuidaban a los niños que se encontraban jugando

Había tres de ellas, mirando sin emoción a los niños juguetones y divertidos que corrian o hablaban o ambas cosas

Solo interesandoles si peleaban, las tres señoras se quedaron sentadas cómodamente en sus sillas, recibiendo la sombra sin importarles realmente como se emocionaban los pequeños niños que debían cuidar.

Los niños sin embargo ya sabían que no debían provocar las tres matronas, ya que estas podían ser muy serias, aunque nunca les habían gritado como a la rara niña que estaba en la habitación abandonada, pero igual cuidaban no pelear para evitar ser castigados

Todos miraban con cuidado de reojo las tres caras serías que los miraban mientras estaban en el poco suelo de madera que había antes de que el pasto, la tierra y la arena señalarán el inicio del parque

Ajeno a todo eso, la pequeña niña que era rara para todos solo sonreía contenta, ignorando perfectamente el resto de sonidos de afuera

Estaba acostada en el suelo con otro de los hermosos regalos de su papá, sus colores, algo rotos, pero aún así la mejor herramienta que pudo pedir para poder expresarse, como un niño debía hacer

aunque claro, ella no sabía el resto

solo sabía que era uno de los mejores regalos, por qué era lindo, podia hacer cosas lindas y por qué era normal.

Se encontraba acostada en la madera viendo por la ventana y coloreando el divino cielo que los acompañaban esa tarde, esforzándose por hacer algo que hiciera justicia a lo que veía para poder regalarle su dibujo a su papá.

El padre mientras, se encontraba en la pequeña mesa sonriente mientras veía a su hija dibujar, había pasado mucho para lograr que le permitieran a su niña tener colores, asegurando que no rayaria la propiedad o algo así.

Cuando vio un poco del dibujo que le ocultaba su hija ver para no dañar la sorpresa, sonrió más, realmente se alegro de ver como ella disfrutaba la actividad tanto como él.

Las crayolas y luego los colores desechados y dañados de Duddley habían sido su mayor entretenimiento, había hecho un letrero para su habitación y muchos dibujos de sus sueños, sus tíos los había botado, pero aún así recuerda con cariño pintar las cosas extrañas que soñaba o creaba.

Ver a su niña esforzarse tanto por un cielo azul con un círculo amarillo y dos huecos con media forma de algo era realmente divertido y tierno

Cuando ella se lo dió, se emociono más

Todas las risas que los niños soltaban lejos de ellos demostrando su felicidad no se comparaban con toda la felicidad de él solo, pues su pequeña había hecho una verdadera obra de arte

Colorear tan bien para solo tener 6 años era maravilloso

Pronto puso la fecha, la edad y ubicación de ese día para no olvidarlo y luego lo guardo con cuidado en su bolsillo, cuando regresará a hogwarts lo hechizaria para que jamás se dañará y luego lo enmarcaría

Cada dibujo, cada regalo, cada recuerdo de su pequeña sería su mayor orgullo, seguramente si el llegara a ser prefecto en hogwarts, incluso mostraría primero los dibujos que alguna medalla o reconocimiento

Su mayor logro era su pequeña, y cada cosa que hiciera era una maravillosa maravilla

Realmente amaba a su hija

-Gracias por los colores papá- susurro su hija con cariño

-No hay de que ¿Sabías que los colores eran la mejor cosa que tuve de pequeño?- hablo el joven

-¿Enserio?- pregunto ella curiosa

-si, lo que más amaba de pequeño eran mis colores, y lo que más amo ahora eres tu- aseguro

-Gracias papá, te amo- sonrió ella tiernamente

-Yo más-