~Capitulo 14~

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El sonido cálido del crepitar del fuego llenaba el ambiente de la sala común, dónde los cómodos sillones rojos no hacían más que resaltar ante la cercanía de las brillosas llamas amarillas y naranjas que iluminaban la habitación.

La calidez dorada, como las decoraciones de allí, tenían el lugar lleno de tinte amarillo y de un aura de comodidad.

Pero a pesar de la sensación reconfortante como un abrazo amable, muchos de los ojos que estaban en ese salón se dirigían al semblante decaído y triste de la pequeña niña que estaba sentada junto a la chimenea.

La pequeña niña de cabello largo miraba perdida a las llamas del fuego, comiendo su cabeza con pensamientos rapidos y deprimiendose con posibilidades.

Cerca de ella, Hermione Granger y Ronald Weasley no sabían que hacer, pues la brillante niña que habían conocido hace unos minutos se había esfumado en el aire y no podían estar más perdidos sobre como solucionarlo.

El recorrido del comedor a la sala común había sido tranquilo, las miradas curiosas de la niña hacia los cuadros, el saludo a un fantasma y la dulce risa de la pequeña al conocer a la dama gorda habían aligerado el ambiente y los había encantado.

Cambio cuando la puerta se abrió, la brillante alegria de un cuadro abriéndose y un pequeño vistazo a la sala común, esa sonrisa asombrada, murieron, demaciado rápido para que ellos entendieran el por qué.

La pequeña se apagó, camino por la sala común mirando perdida y algo melancólica, hasta acercarse a la chimenea, solo cuando estuvo frente a ella logro sonreirle a las llamas, antes de volver a decaerse y sentarse en un sofa a seguir mirando el fuego.

Desde entonces la pequeña había seguido ahí, sin hacer nada, sin decir nada, solo contemplando las llamas con unos ojos de decían lo mucho que se ocultaba algo detrás de ellos, unos ojos tristes llenos de un pensamiento que se ahogaba en lágrimas.

Lágrimas que estaban allí, pero no sé derramaban o si quiera se mostraban, la niña solo miraba perdida el fuego frente a ella, pero viéndose fría, cómo si el calor no le llegará, no la pudiera abrazar, y eso estaba enloqueciendo a los Gryffindor que la cuidaban y otros preocupados de allí.

'Mione hizo el primer movimiento, dándose fuerzas mentalmente con tal de no seguir mirando la triste expresión de la infante.

Se acercó lentamente y se apoyo en uno de los brazos del sofá, no sabiendo como la niña reaccionaria a su cercanía, y no queriendo probarlo.

A pesar de su garganta seca y de lo obvio que era para todos lo difícil que le era hablar en ese momento, ella se aclaró suavemente la garganta y le hablo a la niña

— Eligió Princesa ¿No? — pregunto Hermione confundiendo a todos, pero no más que a la niña.

—¿Eh?— soltó ella débilmente, mostrando en todos sus rasgos lo confundida que estaba, y no solo por el repentino golpe mental que había obtenido al salir tan de repente de sus pensamientos.

Hermione, llenandose de la valentía que tenía, volvió a preguntar —Eligio el apodo de Princesa ¿No? —

La niña la miro con cuidado y desconfianza, quedándose así unos segundos antes de asentir —Si, es el apodo que eligió para mí — y los frutos de la valentía de Hermione se mostraron cuando una tierna sonrisa se poso en los labios de la niña al decir eso.

Con el hielo roto, Hermione no dió un paso atrás — Yo lo ayude a elegirlo ¿Sabías?— comento ella, viendo cómo la curiosidad florecía levemente en la pequeña.

— ¿Él necesito ayuda? — cuestiono ella volteando levemente la cabeza a un lado sin notarlo o caer en cuenta, mostrando una ternura infantil que tenía con creces.

Padre JovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora