~Capitulo 11~

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Era una mañana soleada y clara, el sol en inicio de su transcurso informaba lo temprano que era ese día y había un calor cómodo que invadía el aire, un escenario tranquilo para la vista.

Pero a pesar del hermoso clima las cosas en hogwarts eran otras, para desgracia de muchos,

Pues, gracias a la suma inquisidora, la señora Dolores Umbrige, todos los estudiantes se encontraban luchando contra el sueño, siendo su primer sábado en mucho tiempo en dónde se despertaban a las 7 a.m

El silencio incómodo que estaba en el salón era notado por más pocos de los que parecía, pues habían muchos zombies humanos que aún intentaban meter comida por su boca sin perderla en el proceso.

A diferencia del escenario que presentaba el salón con el descontento de los estudiantes, la suma inquisidora se negaba a esconder su sonrisa dulce y empalagosa que desagradaba a quien la viera, sin excepción.

El sonido de los cubiertos, los platos, los vasos y las manos junto a las calladas respiraciones fue lo poco que se escuchaba por el silencio duradero que enredaba el ambiente, por ello el sonido desconcertante que llegó derrepende llamo la atención

Los sonidos desconocidos, luego reconocidos como pasos, tras las puertas cerradas, se escucharon con un eco digno de una noche silenciosa

Eran pasos serios y constantes, no tenías prisa ni se adelantaban pero tampoco retocedian o se torcian, eran pasos rectos pertenecientes a una figura de autoridad, un Auror según suponían los oyentes, o el profesor snape.

Pronto el sonido de pisadas, al ser la mayor fuente de entretenimiento de esa mañana, tenia la atención de la mayoría del cuerpo estudiantil sin intento y sin demora.

Cuando los pasos eran ya cercanos y las miradas se posaban en la puerta está se corrió lenta e imponentemente con su sonido característico del crujir de madera, igual a un recordatorio de lo antigua que era en realidad, como solo una puerta de ese tipo era capaz de hacer

Está, al mostrar la entrada, permitió ver lo cierto de las primeras suposiciones, era un joven Auror, su uniforme lo delataba, con un porte firme y una mirada centrada, la cara ilegible y el labio ligeramente torcido hacia abajo en pose, al parecer, natural

La atención centrada en el serio hombre fue desplazada a quien había a su lado, pues no más alta que la cintura de la autoridad había una niña, una niña pequeña y llorosa

Notandose incómoda, está pequeña de no más 7 u 8 años tenía la cara sonrojada y llena de lágrimas secas, los ojos rosados e irritados aún brillosos por las lágrimas que ella se negaba a continuar y la boca en un puchero triste y desolado que lastima a a quien la viera.

Tenía la ropa algo rasgada y algunas quemaduras demasiado pequeñas en ambos brazos y una pierna, tenía el pelo suelto y enredado y andaba descalza, era una vista miserable que causaba pesar y un poco de dolor en el pecho; Claro que, hay criaturas sin corazón.

Dolores Umbrige, alertada por la presencia de una niña y un Auror desconocidos, se levantó rápidamente fingiendo ser alguien de respeto, un respeto que ella creía tener cuando era todo lo contrario, pues no había ser que la respetará por lo que era, el poco respeto que obtenía  era por el cargo que ocupaba, era por obligación.

Ella, creyendo sonar con autoridad y dulzura fue a aclararse la garganta con un irritable sonido para llamar la atención del hombre

—Disculpen— hablo ella en un tono dulce y molesto —no estaba enterada de esta visita— chillo algo molesta, intentando sonar como una madre regañando a su hijo, aunque parecía todo lo contrario, quejumbrosa, se podría decir

Padre JovenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora