American Psycho

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Domingo.

Eddie Munson se despertó temprano. Tomaba desayuno, sentado en el sofá, viendo las noticias.

- Ahora pasaremos con el clima de esta semana.

Eddie agarró el control de la televisión y cesó el ruido. Terminó su desayuno, dejando el plato vacio. Se paró, dejó el plato en el fregadero y se fue a su habitación.

Pensaba en ir a casa de Steve Harrington, a hacerle entrega del cassette.

En la ducha las palabras de su amigo llegaron a su cabeza.

- Eddie, necesitamos poner un anuncio que llegue a todo el mundo.

- ¿Qué? ¿Por qué?

- ¡Porque ya no queda nadie en Hawkins que cante!

- Oh, vamos, es imposible. En este pueblo de mierda debe haber al menos una persona.

Steve Harrington por ejemplo.

- Tus amigos dijeron que has rechazado a todos. ¿Por qué se fue su anterior vocalista?

- Era un drogadicto.

- Uh, ¿en serio?

- Sí. Yo le vendía drogas.

Se miró en el espejo, su cabello mojado desprendía gotas que caían por su pecho descubierto.

Dustin tenía razón.

El tiempo se estaba acabando y no había nadie encargado de cantar. Pero Eddie estaba siendo egoísta y caprichoso como un niño pequeño.

Quería a Steve, quería que cantase con ellos.

Su voz realmente lo había cautivado, harían un buen equipo, quizá hasta saltarían a la fama.

Pero él tenía su banda.

- Mierda. - Maldijo por sexta vez en la mañana, lavándose los dientes.

Steve se asustó al ver la hora. Eran las 12 de la tarde y él seguía durmiendo. Se levantó apenas y con un dolor de cabeza, al lavarse la cara se convenció de que se merecía dormir hasta tarde por todas las horas trabajadas.

Y en parte era cierto.

Al bajar, su madre estaba preparando el almuerzo. Se acercó a ella y la saludó de un beso en la mejilla.

- Hasta que despiertas. - Lo regañó.

- Es un pequeño auto regalo por dormir tan poco esta semana.

- Ajá, ajá.

- ¿Y papá?

- Fue al supermercado, faltaban verduras.

- Ah.

Steve bostezó y fue a prender la televisión, había una película romántica.

Y justo en la escena que las cosas se calentaban.

Lo apagó.

Pasadas las dos de la tarde, Eddie se arreglaba para hacer la visita. Colocándose anillos, las cadenas en el cuello y pantalón, agarró las llaves de la furgoneta y salió de casa.

Conduciendo por la carretera, se dió cuenta que el regalo preparado no estaba envuelto. ¿Quién daba un regalo sin envolver?

Miró por cada rincón del furgón pero no había nada. Eso pensó hasta que un papel de diario salió de debajo del asiento.

El titular era sobre Ted Bundy. A Eddie poco le importó, quitó esa hoja y lo arregló rodeando el cassette, pegándolo con una cinta adhesiva que estaba tirada.

CORRODED TEETH [STEDDIE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora