Capítulo 10

42 5 3
                                        

—¿Qué estás haciendo, querida?—pregunta mi abuela mientras me sonríe.

—Pintar unos dibujos que nos han mandado en clase, ¿quieres verlos?

—Claro.

Le enseño los dibujos, un prado verde con flores por todas partes, en medio estamos mis padres y yo, sentados, contemplando el amanecer.

—Es precioso, cariño, dibujas muy bien.

—Gracias, abuelita.

—Te pareces mucho a tu madre, cariño, sois como dos gotas de agua.

—Ojalá puediera estar aquí…

—Lo sé, ojalá.—dice mi abuela mientras me abraza.

—Abuelita, ¿sabes por qué las personas lloramos cuando estamos tristes?

—Quizás sea porque de esa forma cerramos los ojos y dejamos de ver aquello que nos hace daño.

—¿Y si lo que nos está provocando ese daño no lo pueden ver nuestros propios ojos? ¿Y si sólo lo puede entender nuestra mente?

—Entonces pensar en esa situación dañina hacia ti sería un castigo terrible sobre ti mismo.

—¿Sería esa una forma de torturarnos a nosotros mismos?

—Sí, los humanos nos torturamos contínuamente a nosotros mismos, solemos pensar en todo lo malo y dejar lo bueno a parte, miramos el pasado como si no hubiese futuro y de esa forma no podemos vivir el presente, pensamos demasiado en lo que podría ser sin darnos cuenta de lo que es en realidad, eso es lo que se llama el crimen perfecto, donde el asesino y la víctima son lo mismo, tu mente.

—¿Es más fuerte un dolor emocional o uno físico?

—Una quemadura puede dolerte durante un tiempo, puede causarte un dolor horrible que puede que no soportes, pero ese dolor cesará en algún momento, un dolor emocional puede volver a nuestra mente cuando quiera, se irá cuando quiera también, pero siempre podrá volver, puede que duela como la quemadura, que duela más, o que duela menos, pero siempre estará ahí, disponible para pasear por nuestra mente en cualquier momento. Nuestra mente sabe como traicionarnos.

—Pero también podrías volver a quemarte.

—Cuando te quemes intentarás que no te vuelva a suceder, puedes evitarlo, pero un recuerdo no se puede evitar aunque lo desees con todo tu alma.

—¿Y puedes ser inmune a ese dolor, al dolor de la mente, o al que ven tus ojos?

—Si no sientes nada es simplemente por que no tienes sentimientos.

—¿Eso es la indiferencia?

—Sí, la gente puede amarte u odiarte, seguramente todos no sentirán lo mismo hacia ti, pero el amor y el odio son sentimientos aparentemente distintos,aunque tienen muchísimas cosas en común, no son iguales pero experimentas sensaciones parecidas, en cambio, cuando los demás sienten indiferencia hacia ti, eso es peor que el odio.

—¿Qué tienen en común el amor y el odio?

—En ambos sentimientos vuelcas tu atención en la persona o cosa a la que amas u odias.

Miro mis dibujos, ya están acabados de pintar, los guardo en una carpeta.

—Gracias abuelita.

Mi abuela se acerca a mí para darme un beso en la mejilla, yo la abrazo.

—Tienes que ir a dormir, querida, ya es tarde, te acompaño a la habitación.

—Buenas noches, abuelita, te quiero.

Corazones doradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora