CAPÍTULO 4

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~AMELIE'S POV~

Estoy cansada, cansada de este mundo, casada de ver mi reflejo, cansada de estar en una representación constante en la que la vida es solo teatro.

Veo mis cicatrices, mis marcas del pasado que señalan mi futuro. Me repito miles de veces que no es la salida, que debo vivir, aunque sea solo respirar. Tranquila. Pasear por el mundo como si me divirtiera, pretendiendo que no estoy herida, que no estoy rota, cuando hace ya bastante que caí.

Mi móvil suena, me cuesta acostumbrarme a hablar con él, a oir ese sonido señalando un mensaje, señalando lo que siempre andaba buscando. Que no estoy tan sola. Salgo de mi casa con la brisa de la tarde azotando mis cabellos, y camino sin rumbo. Con el pecho oprimido y guardando en el cofre de mi fracturado corazón mis sentimientos. Este grupo me ha dado esperanza no se cual es la razon, pero esos chicos y chicas perdidos en poco tiempo han ido penetrando en mi armadura de frágil cristal...

Abby, por ejemplo... Hablamos muy a menudo, y nos llevamos muy bien... Sabe lo que es sentirse así, compratir estas cicatrices.

Y Lauren... Lauren aunque la conozca de muy poco hay algo de esa chica perdida que me llama, y no sé qué es.

Me siento en el prado verde y cojo el cigarrillo que saqué de la cajetilla de mi madre, lo enciendo y dejo que el humo me llene. En realidad odio fumar, es más, casi nunca lo hago, pero la sensación del humo dentro de mí, el amargo sabor en mis labios me hace reflexionar... Intentar no tirarme de nuevo al vacío.

Veo en la pantalla del móvil una llamada de Abby y cojo al instante, es curioso como la chica con la que comparto mis marcas en las muñecas se ha vuelto tan buena conmigo... No lo merezco, en realidad sin mí todos estarían mejor.

- ¿Abby, ha pasado algo? - Digo repentinamente, casi sin pensar.

- Amelie... - La voz de Abby se escucha débil y melancólica a través del teléfono, pero en seguida se aclara la garganta y habla con más firmeza. - Ah... Eh... No, no te preocupes. - Dice recuperando su habitual tono de seguridad. - Simplemente quería comentarte algo. - Suspira suavemente. - Antes que nada, perdona que te esté molestando. - Una risita nerviosa suena a través de la línea telefónica. - Sé que casi no nos conocemos, pero...

- No pasa nada, Abby... En serio... Sé como te sientes, quiero ayudarte a no perderte más de lo que ya estás. Quiero ser tu brújula.

- Gracias... - Murmura. - Simplemente quería... No sé, desahogarme... - Traga saliva. - Mi entrenador de fútbol me ha dicho que si sigo igual de débil que últimamente voy a pasarme el próximo partido calentando el banquillo - Un bufido molesto se escapa de sus labios. - Intento esforzarme lo máximo que puedo, pero yo también tengo problemas... Agh. ¡Me jode tanto que no valore mi trabajo...! Si él tuviera mis problemas...- No llega a terminar la frase. Su enfado pasa a tristeza y su voz se apaga.

- Parece ser que los adultos nada mas crecer se olvidan de los problemas que acarrea la adolescencia y mucho más si estás rota... - Digo, y no sé si es más para Abby o para mi misma, doy otra calada al cigarrillo, mientras una lágrima intenta salir, pero se queda guardada en el nacimiento de la tormenta. - Abby ojalá pudiera ayudarte más en serio... Ojalá pudiera ayudarte a no caer... Ojalá pudiera ayudar a los incomprendidos...

- Lo sé... Ojalá... Ojalá pudiéramos... - Suspira y se sorbe la nariz, como si estuviera a punto de llorar. - Ojalá pudiéramos deshacernos de toda esta mierda... Largarnos de aquí, de este mundo... Olvidar la presión que ejerce la sociedad en nosotros... Hacer desaparecer las cicatrices físicas y emocionales... - Ríe amargamente.

- Te entiendo... Yo no puedo más vivir en esta farsa, no puedo... Pero creo que vosotros me dais fuerza. - Le digo más convencida de lo habitual.

Lonely Hearts Club (H.C #1) // #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora