9. Su amo

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Traficaba en el distrito con armas, drogas y hasta personas y nadie se metía con él, a no ser que fuera entre sus piernas y si él así lo deseaba

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Traficaba en el distrito con armas, drogas y hasta personas y nadie se metía con él, a no ser que fuera entre sus piernas y si él así lo deseaba. No era el mafioso todo poderoso de los grandes países o continentes, pero su dominio en su distrito era innegable. Nadie interfería con sus negocios y nadie se metía con lo que era suyo. Aprendió a sacar provecho de la necesidad de muchos y ofreció su sucio dinero en préstamos a tontos ingenuos que tomaban la mala decisión de acercarse a un mafioso en busca de un salvavidas. Gun era ese salvavidas y a cambio cobraba favores que le facilitaban los negocios, sin tener que contratar personal innecesario o perder verdaderos empleados buenos en redadas o enfrentamientos.

Eran docenas de personas las que entraban a su casino cada semana, buscando al poderoso Gun Atthaphan y salían con el dinero que necesitaban, pero terminaban muertos en una zanja, días después o encarcelados por haber sido atrapados en los negocios sucios pertenecientes a Gun, pero igual eran silenciados antes de que pudieran delatarlo por algo. Era tan conveniente obligar a esas personas a llevar un recado o una carga al distrito vecino y dejar que su enemigo jurado les volara la cabeza al descubrir al intruso y solo unos pocos lograban conservar sus vidas al final.

Cuando vio a Off en su oficina aquel día, sabía que era uno más a quien utilizar a cambio de la falsa comodidad de obtener lo que necesitaba. Prestaría a un individuo más su dinero y lo mandaría con alguna encomienda al territorio de Satur y no lo vería más, pero cuando vio su rostro nervioso y ese tic de ansiedad de frotarse los labios con los dedos, supo que podría beneficiarse de él en otro sentido. El hombre era malditamente guapo y —si su instinto no le fallaba— jodidamente sumiso. Se notaba en su postura y su mirada baja, quizás podría jugar con él un rato, y una mierda si el hombre le dijera que era hetero, Gun era más conocido por cambiar la sexualidad de los hombres, que por la cantidad de veces que había usado su propia arma. Gun no se ensuciaba las manos con sangre, si tenía gente a su servicio que lo hiciera por él.

Cuando ofreció el trato a Off y este se escandalizó, supo que debía tenerlo en su cama al precio que fuera y no le costaría absolutamente ningún esfuerzo, si el hombre se había puesto jodidamente duro al segundo de que Gun hiciera un movimiento sobre él y casi se había corrido con solo unas cuantas succiones en su polla. Gun iba a tener un montón de diversión con Off una vez que lo dominara y le enseñara la manera de joderlo con esa deliciosa polla que guardaba entre las piernas y esa excitante voz ronca en esa boquita. Gun no pudo evitar hacer la comparación con un gatito, asustado y mimoso.

Haberle dado tiempo para considerarlo había sido solo una manera de meterse debajo de él más fácilmente, hacerlo cuestionarse lo que debía hacer y lograr que cayera redondito.

Cuando Off volvió a él aceptando el trato, Gun no se sorprendió, estaba seguro de que lo haría y, que le rogara por la mamada, prendió en Gun el fuego del deseo y la lujuria. Off era material para dominar y moldear, obtener de un hombre todo lo que quería y sin rechistar.

Cuando al fin tuvo a Off en su cama, a su merced y sin oponer resistencia, Gun se sintió saciado y se declaró dueño del hombre mientras durara el trato y sabiendo que Off era un pobre diablo con una madre enferma, se aseguraba el juguete para mucho tiempo en el futuro, por lo menos hasta aburrirse de él.

Gun no vio venir la bofetada que su deseo de jugar al dominante y el sumiso con Off le daría en su preciosa cara. Después de dos meses de estarse follando al hombre cada sábado, la necesidad de su polla, su sumisión y su complacencia se hacía más grande, pero era temporal, un plazo bastante largo tomando en cuenta que Off apenas si reunía unos pocos miles de dólares para depositar a su cuenta, cantidades ridículamente míseras, pero al menos hablaba bien de la honestidad de Off. Muchos habían intentado desaparecer luego de obtener los préstamos, para no tener que pagar, pero terminaban con una bala en la cabeza de cualquier modo.

Ahora, Gun ya no se conformaba con hacer que Off lo mancillara hasta rozar el dolor físico agudo y le enterrara la polla hasta las entrañas una vez a la semana. Gun quería más, quería ordenarle a Off que hiciera esto o aquello con él y que Off se deshiciera en placer por su tono firme y aterciopelado y cumpliera sus deseos para obtener una recompensa. Que Gun lo dejara correrse dentro de él, sobre él, alrededor de él. Era un gusto morboso que ambos compartían, al parecer.

Gun subió a su Audi un viernes por la noche. Había investigado bien a Off y sabía dónde y con quien podría encontrarlo a esa hora. Necesitaba ser follado por su juguete esa misma noche y luego la noche siguiente, cuando era realmente el día acordado. Pero que se congelara el infierno, si Gun no obtenía lo que quería, como y cuando lo quería, por eso es que iba directo a los límites de su distrito —su territorio— con el de Jeff Satur. Le importaba una mierda el patético hombre que lo odiaba por no haberse querido dejar follar de él, más que por la riña de poder que naturalmente existía entre distritos y jefes de mafias locales.

Gun redujo la velocidad de su auto cuando reconoció al mocoso con cara de conejo salir de un bar que servía como punto de referencia para delimitar las fronteras entre distritos, casi cargando a una rubia insípida, pero frenó al ver a Off en seguida con otra rubia más insípida que la primera. Estuvo a punto de salir del auto y arrastrar a la mujer lejos de ahí, pero Gun no era idiota, estaba demasiado cerca de territorio enemigo y no podía arriesgarse a ser visto ni siquiera en los límites.

Gun no era de apegos emocionales, nunca lo fue. Se crió entre arpías que no conocían el afecto y aprendió que no sentir emociones tontas era la mejor manera de sobrevivir cuando se trataba de escalar en la jerarquía y obtener poder, pero Gun era posesivo y controlador, dominante hasta la medula. Off era su juguete y como un niño, Gun no compartía sus juguetes, eran suyos para jugar y de nadie más.

Pero Gun sabía controlar sus impulsos y observaría pacientemente. Le demostraría a ese idiota que con él no se juega y que mientras tuvieran un trato, Off tenía un dueño, como si fuera una mascota. Su mascota. Su gatito. Gun confiaba en sí mismo como para saber que era mejor amante que cualquier escuálida mujer y dejaría que Off se diera cuenta por sí solo, para luego castigarlo por su insolencia.

Siguió al taxi hasta un hotel barato unas calles más adelante y adelantó en la intersección para aparcar el auto donde Off no pudiera reconocerlo. Sabía que había atravesado el límite, pero no pensaba quedarse por demasiado tiempo, ni hacer un alboroto innecesario.

Para cuando Off entró a una de las habitaciones con la rubia, a Gun le hervía la sangre de la ira y su paciencia se acabó veinte minutos después de que la puta puerta se cerrara.

Gatito va a aprender quien es su amo.

La puerta estaba obviamente asegurada por dentro y Gun no era fan de que las puertas estuvieran cerradas para él y no era un sirviente para llamar antes de entrar.

Sacó su 9mm de la funda que colgaba bajo su axila en un arnés de cuero que se abrazaba a su torso. Una pistola negra con una inscripción en oro al costado del cañón, una fecha en números dorados pulcramente tallados. Disparó una vez al cerrojo y pateó la puerta con fuerza.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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Intereses 🔥 (+18) - H.A #11Donde viven las historias. Descúbrelo ahora