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- Kei está actuando raro- me dijo y yo levanté una ceja.

- Bueno tiene catorce años, es normal que empiece a actuar así -

- Es que no es raro de adolescencia, es raro de otra cosa. Hace dos días dejó su pandilla y ayer golpeó a Chifuyu -

- Rin y Ran se tatuaron -

- Eso ya lo sé, vi su tatuaje hace tres días -

- Patricia, no quería saber que haces con mi cuñado- las dos comenzamos a reírnos. Habían pasado ya tres semanas desde que murió papá. Su esposa había estado llamandome, aún no sabía para que lo hacía pero lograba darme una idea.

Después de todo, lo único que ella buscaba era el dinero que le daba mi padre. Luego de un rato por fin terminó mi turno y el de mi amiga así que ambas salimos del local y fuimos directo a la casa. Al llegar vimos sólo la moto de Ran, lo cual se nos hizo extraño.

Ellos jamás se separan a menos que Ran vaya a dejar a Patricia a su casa. Intente no preocuparme y comenzar a sobrepensar las cosas, quizá y salga tarde del trabajo. Después de todo él también tiene que conseguir su dinero. Al entrar a casa vimos varias manchas de sangre y la preocupación comenzó a invadirme.

Patricia; alarmada subió las escaleras y yo junto a ella entramos al cuarto de Ran donde logramos ver como se ponía vendas en el estómago y la cara la tenía llena de golpes.

- ¿Qué fue lo que pasó?- pregunto Patricia.

- Hu-hubo u-una pe-pelea- le costaba mucho trabajo hablarnos, la azabache se agachó y le ayudó a ponerse las vendas. Ver a Ran en ese estado no ayudaba a que mis nervios se calmaran.

- ¿Y Rin?- pregunte con las voz casi inaudible, no quería escuchar su respuesta pero mi mente exigía saberla.

- L-lo si-siento- lleve mis manos a mi boca y mis ojos comenzaron a nublarse, poco a poco sentí como el dorso de mi mano comenzó a mojarse. Mis lágrimas no dejaban de salir y me era imposible aguantar mis sollozos. Patricia se levantó y me llevo hasta la habitación, donde me acostó en la cama y se quedó un rato hasta que me quede dormida.

♡♡♡

Poco después escuché ruidos en la cocina, lo que me hizo levantarme. Limpie mi rostro y baje viendo como Patricia hacia la cena y Ran se quejaba por que no lo dejaba ayudarla.

- Necesitas ayuda- pregunte y Ran volteo a verme.

- La policía se lo llevo, estaba más herido que yo y tenía el tobillo lastimado así que fue más fácil atraparlo a él. Pero te prometo que lo voy a sacar- me abrazo y nuevamente volví a llorar, al menos sabia que estaba con vida.

Cuando logre calmarme terminamos de preparar la cena y acomodamos la mesa. Antes de que nos sentaramos tocaron la puerta un par de veces.

- Esta es la residencia Haitani?- pregunto una señora con traje.

- Así es, hay algún problema -

- Aquí vive Nara Owakata? -

- Soy yo, pasa algo-

- Su madre nos contactó somo de la protección de menores. Dijo que su novio la había obligado a abandonar su casa así que estamos aquí para llevarla de vuelta con su madre -

- ¿Qué? Pero si mi madre falleció cuando yo nací, además he estado viviendo aquí desde los dieciséis nadie me sacó de mi casa- respondi mirando a la señora.

- Lo sentimos pero tenemos que llevarla a su casa, con la señora Ayame -

- Ella no es mi madre y yo no pienso irme de aquí- dije y tome la puerta para cerrarla pero un tipo me detuvo impidiendo que cerrara la puerta.

-Le pedimos que abandone esta casa ya que la llevaremos a su residencia- senti como me tomaron del brazo y comenzaron a jalonearme, Patricia y Ran también me tomaron del otro brazo.

- Suelteme!- grite logrando sacar mi brazo y cai de senton en el pasto. Solo ahí me di cuenta de que ya habían logrado sacarme de la casa. - Tengo dieciocho años, trabajo para ganarme mis cosas así que no me iré de esta casa y esa señora no es mi madre -

- Si no se van llamaremos a la policía- dijo Patricia mostrando el teléfono, dejando ver en la pantalla el número de la policía.

- Nara métete a la casa- Ran me tomo del brazo y me metió a la casa detrás de mi entro Patrcia y cerró la puerta. Apagamos las luces y Ran se asomó por la ventana para ver si ya se habían ido.

- Estas bien -

- Sí, voy a estar bien -

I LOVE HER   Rindou Haitani Donde viven las historias. Descúbrelo ahora