cap 6

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NARRO YO:

Gyutaro se sentía nervioso mientras caminaba hacia la habitación de Douma. Sabía que la conversación no sería fácil, pero había llegado a un punto en el que no podía soportar más la idea de que su hermana, Mitsuko, estuviera excluida de su plan de venganza. Era hora de que Douma entendiera lo crucial que sería su ayuda. Con cada paso, su determinación crecía, incluso mientras la sombra de la duda se cernía sobre él.

Cuando Gyutaro entró, Douma lo recibió con una sonrisa que, aunque cálida, no podía ocultar la tensión en su mirada. El alfa estaba sentado en un lujoso sillón, rodeado de adornos que reflejaban su personalidad extravagante.

—Gyutaro —dijo Douma, con un tono que intentaba ser ligero—. ¿Te ha pasado algo? Pareces tenso.

—Douma, necesitamos hablar sobre Mitsuko —comenzó Gyutaro, manteniendo el contacto visual. Pero la expresión en el rostro de Douma cambió de inmediato a una mezcla de preocupación y defensa.

—No quiero que te arriesgues. No quiero que la pongas en peligro.

—Ella es la Luna Superior 3, Douma. Tiene habilidades que podrían ser útiles. No estoy pidiendo que la expongas a un peligro innecesario, pero su ayuda podría marcar la diferencia —insistió Gyutaro, sintiendo cómo la frustración comenzaba a salir a la superficie.

Douma suspiró, pasándose una mano por el cabello, mientras su mirada se perdía en un punto indeterminado. —No es solo eso. Ya he perdido a muchas personas importantes para mí. No puedo soportar la idea de perder a alguien más. No quiero que Mitsuko corra riesgos.

NARRO YO:

En otra parte del palacio, Kuchun, Sekido y Aizetsu estaban reunidos en un rincón, observando la conversación a distancia. Sekido, con su habitual expresión enojona, no podía evitar la molestia que sentía. Cada vez que Gyutaro mencionaba a Mitsuko, su mirada se volvía más dura. La verdad era que Sekido estaba profundamente enamorado de Karaku, pero sabía que su amigo estaba interesado en Aizetsu. Esa mezcla de sentimientos le provocaba una intensa envidia, ya que Aizetsu, con su belleza y dulzura, cumplía a la perfección el papel de un omega. Por el contrario, Sekido, aunque también era un omega, nunca había encajado en los estándares tradicionales que se esperaban de uno.

—¿Por qué Gyutaro está tan decidido a involucrar a su hermana? —preguntó Sekido, frunciendo el ceño. Su tono era cortante, y Aizetsu, que lo miraba con preocupación, sintió que la tristeza se apoderaba de él.

—Tal vez porque cree que ella es su mejor opción —respondió Aizetsu en un susurro, su voz teñida de melancolía—. Pero eso no significa que sea correcto.

—Lo que importa es que no debemos dejar que eso suceda —dijo Kuchun, intentando ser el mediador—. Debemos actuar antes de que sea demasiado tarde.

Karaku, quien había estado prestando atención en silencio, no pudo contener su frustración. —¿Y qué sugerimos, entonces? ¿Nos quedamos sentados mientras Gyutaro hace lo que le plazca?

Urogi, que había estado observando a Aizetsu, notó cómo el omega parecía cada vez más abatido. Su admiración por él crecía, y no podía evitar sentir un torbellino de celos al ver cómo Sekido lo trataba con una brusquedad que le dolía.

—Quizás deberíamos reunirnos con otros demonios —sugirió Kuchun, viendo la tensión entre sus amigos. La idea de Hantengu y sus clones sonó como una oportunidad para conseguir más aliados.

—Es una buena idea —asintió Karaku, aunque sus ojos aún estaban fijos en Sekido—. Pero necesitamos planearlo bien. No podemos arriesgarnos a que todo se derrumbe.

obsesionado por tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora