Capitulo 14

164 12 0
                                    

El dolor se apaciguó, en cambio mi rabia aumentó.

No supe si creer en las palabras de Lisa pero dudo hasta de lo que yo misma pienso. En este momento la opción más viable es fiarme en sus palabras.

Solté el hombro de Lían al percatarme que su cuerpo estaba tenso. Molesto.

¿Por qué?

La culpa la tuvo él al estar con "otra". Y sinceramente me tomó por sorpresa. No miro a la mujer de pie frente a las escalera cuando abre su boca.

- Apoyo eso chica.

En silencio, siento mi corazón parar en segundos. Yo susurré, y ella a casi cuatro metros de distancia me oyó.

Lían se levanta apretando las manos en puños, mirando a Lisa fastidiado. Pero cuando sus ojos me captan es como si me estuviera quemando.

Abrumada de tantas sensaciones que me dan a entender esos ojos negros, aparto la vista a la mujer.

Piel canela, de cabello negro , un cuerpo bien proporcionado y llamativos ojos azules.

No es perfecta, pero se acerca.

Al igual que ella me observa haciendo muecas extrañas, que sin dudas son desagradables.

- Es joven, que suerte Lili- dice.

.Su voz es aguda pero no llega a ser un chillido. Lili, se refiere a Lisa.

A un lado escucho a la sirvienta suspirar.

Y al otro, a Lían gruñir.

- Dalia, vete a tu habitación.

Ordena el susodicho.

Otro suspiro, y la pelinegra sube corriendo las escaleras, hasta que se dejan de oír sus zapatos Lían vuelve a ordenar.

- Lisa, vete.

Enfurruñada, la sirvienta mayor nos deja solos en la estancia, en cuyo ambiente es pesado, y no lo sé pero es como si Lian estuviera haciendo el papel de padre estricto y yo, la niña pequeña temerosa de su castigo.

- ¿Que recomendó el doctor aparte del reposo?.

Es escalofriante su voz ahora, serena y ronca. Sin embargo ignora que hace minutos ambos estábamos doblegandonos de dolor.

Intentando sonar segura le respondo clavando mis ojos en los suyos.

- ¿Que dices? Ningún doctor me ha atendido- Silencio - Lisa me sacó de la celda y me ayudó a poner una venda nueva.

Sin tapujos y me repasa con esos orbes oscuros. Al igual que mi entorno da un giro de 180 grados, ya no es pesado, es sofocante.

Trago grueso y sus ojos se quedan más de lo debido en mi garganta, que incómodo.

- Quédate ahí.

Manda, desapareciendo en un parpadeo de la sala, dejándome confusa, molesta e inquieta por su tan inusual comportar.

A veces creo que voy a sufrir de un calambre cerebral, suficiente tenía con mi madre y la universidad como para estar secuestrada en conjunto de esas raras situaciones tan misteriosas que dejan interrogantes a su paso.

Ser curiosa tiene un límite, pero todo lo que está ocurriendo me sobrepasa y me siento afanosa por leer un párrafo más de ese peculiar libro de verduzca portada.

Por eso mismo imagino un apunte mental de lo acontecido esta última ¿semana?. Rayos, lo primero será concretar una fecha exacta de cuánto tiempo he estado oculta bajo esta ostentosa mansión.

El Rey AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora