Capítulo 20

87 6 2
                                    

- Así que... Te transformas en un perro gigante- apunté lo obvio.

Pero no para Jacob, dado que se volvió abruptamente con un gesto gélido, casi aturdido.

- Un perro- meneó la cabeza aún sin poder creerlo- gigante.

-Si, Jacob. Gigante.

Eso pareció disgustarle y hacer una acción poco probable, más bien, inimaginable. Pronto sus brazos me atraparon y literalmente pegaron a mi espalda contra el tronco de un árbol, me tenía acorralada.

Sus ojos firmes no dejaron de ver a los míos como una señal de advertencia, quería intimidarme.

Eso era nuevo.

- Pensé que dirías algo más... Inteligente.- Plasmó una sonrisa divertida, transformando su rostro en ternura pura.

Lejos de sentirme ofendida o el sinónimo de aquello, me apresuré a tomar sus mejillas y apretarlas muy fuerte.

-¡Que cute!- eso le hizo sonreír- Tienes unas mejillas regordetas.

También causó un sonrojo en su rostro lo que aumentó su nivel de ternura. Pero hasta entonces no había deparado en la cercanía de nuestras caras, sin querer al apretar sus mejillas lo atraje hacia mi.

Mi cara de inmediato se volvió como un tomate. Y lo solté.

- Perdón.

Nuestros mimos eran así desde que nos conocíamos, pero yo en ese instante lo sentí raro, incómodo.

Jacob también notó lo que se formó, y despacio bajó los brazos a cada lado de mi cuerpo. Retrocediendo finalmente.

- Yo... Perdóname tú- rascó su cuello, reconocí ese gesto natural de él, indicando su nerviosismo- Deberíamos seguir.

¿Soy yo o esto se volvió extraño?

- Tienes razón, sigamos.

Sonreí, tensa.

Retomamos el paso en silencio como si nada.

Mientras tanto, el silencio me motivava a pensar en ciertas cosas, aparte del embrollo en el que estaba. Cómo por ejemplo, mi mejor amigo, el chico cuya persona puede convertirse en un lobo muy grande.

Se notaba diferente de buena manera, con un brillo especial en sus ojos, un sentido del humor nuevo y un cierto toque atrevido. Lo cual pudo ser muy probable por alejarse de su padre.

Si, demasiado probable.

Al igual que su cercanía de hace poco logró que los pelitos de la nuca se me erizaran, nunca habíamos estado tan cerca uno del otro.

También intuía que estas nuevas reacciones de su parte se debían a qué el fuera un lobo.

Corrijo, un hombre lobo.

Eso es raro.

-¿Que tanto piensas?.- indagó echándome una mirada.

Sin vacilar respondí.

- En ti- choqué su hombro- ¿Que hacías en Wyoming?, específicamente en mi universidad.

- Alina.

Soltó simple.

- ¿Mamá? Pero desde cuándo hablas con ella...- no me dejó terminar la oración.

- Es complicado como se dió eso.- Terció sin más.

Opté por no preguntar más, ni seguir la conversación que una vez más, quedó en el insípido silencio.

Lo miré sin que el se diese cuenta, pensé que había vuelto por completo pero no. Era difícil aceptar que aún quedaba rastro del Jacob distante aveces.

El Rey AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora