Capítulo 19

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— Tenemos que irnos otra vez— Anunció la pelirroja— Mi hermano detectó algunos cazadores cerca de aquí.

Margo se limitó a ordenar que me sujetaran de los hombros, arrastrándome como peso muerto. Así llevábamos casi dos días, de aquí para allá y de allá para acá. Siempre era el mismo grupo, Margo,  Nappi, los hombres y por sorpresa Nathaniel, cayendo en cuenta de que compartía sangre con Nappi, siendo por consiguiente un ser chupa sangre.

Y también todos aquellos paliduchos que me acompañaban, al parecer sabían que yo ya estaba enterada de su situación, por lo que con más frecuencia cada vez que se me acercaban a cargarme a algún otro lugar, me mostraban largos y filosos colmillos siguiéndole esas esferas rojas como ojos.

Nathaniel con su extraña y extrovertida manera de hablar, me comentaba por adelantado detalles sobre la boda del año. Lían Collins y Dalia Manchester, los verdaderos reyes.

Esto último lo decía con un deje de continuación, como si ocultarse un detalle de ese anuncio. Lo que aún me dejaba en duda, ¿Rey?¿De que?.

Carlos había desaparecido de mi vista, pero por desgracia no de mi vida. Nappi siempre se mantenía en contacto con él, lo sabía, siempre que la llamaba por ese teléfono de pinta obsoleta, ella me echaba una mirada y decía lo mismo como un disco rayado, tranquila y callada.

Porque si, así mi cuerpo y capacidades se mantenían, apacibles y lo único que podía controlar era el movimiento de mis ojos mirando a donde nos movíamos, cabañas, cuevas y hasta construcciones desechas. Margo me tenía bajo una especie de hipnosis, cada cierto tiempo me hacía mirarla y de inmediato me dejaba mareada e inservible para escapar.

Los hombres me levantaron de una roca grande cerca de un pequeño río cuesta abajo. Y pensé que pronto Margo me volvería a hipnotizar

— Lindo cuello.

Preferí ignorarlo. De reojo el río contenía una corriente movida, no tan fuerte.

¡Eso es!.

Margo se estaba demorando, dado que su atención estaba en Nappi y Nathaniel, los hermanos pelirrojos.

— Los Rogues y las brujas están al final de la colina, la bruja mayor pidió no sobrepasarnos...

Fue diciendo Margo mientras caminaba decidida hacia mi, los hombres en un breve segundo me soltaron porque la vampira necesitaba espacio para cumplir su hipnosis, poco a poco mi cuerpo se fue adaptando a la sensación de poder actuar y moverme por mí misma. Tenía que planear algo rápido.

Vi el río, a Margo cerca, el río, a Margo y luego... El agua por completo en mi campo de visión.

Si, inesperadamente salté al río, y me deje llevar por la corriente.

—¡Idiotas!¡Vayan por ella!— el grito feroz que lanzó Nappi hasta a mí me asustó. Entre el ruido del agua escuché las risas de Nathaniel, que pronto las perdí.

El río me había llevado consigo cuesta abajo. Dolía en ocasiones cuando más piedras adheridas me golpeaban los brazos e incluso en la cara. Y me hundí, cuando hube llegado al final de aquel río, no hubo nada que me detuviese.

Nadé como mis brazos débiles lo permitían hacía la superficie. A los orillos del río, me sujeté fuerte de un par de piedras, para que la corriente no me llevara más allá.

Las pisadas rápidas y fuertes que se oían a lo lejos, me impulsaron a salir del agua y correr, correr tanto hasta que mis piernas dijesen, ya no más.

Atravesé un bosque espeso, que a duras penas dejaba entrar los rayos del sol en su máxima exponencia, significaba que era mediodía.

Me detuve a tomar un poco de aire, con las mejillas ardiendo y el agua incomodando lo que traía puesto, seguí sin importar el qué. Sin embargo la misión casi cumplida se vio pequeña, insignificante, fallida.

El Rey AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora