Capítulo 16

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Recuerdo de pequeña que estuve en un grupo de defensa personal, a mi madre no le gustaba ya que decía que era demasiado rudo para una niña cómo yo, sin embargo, mi padre ansiaba que su única niña supiera defenderse. Los sábados en la tarde el instructor o como yo le decía, Coronel, me daba un entrenamiento exhaustivo. También charlas, muy crudas a mi parecer. Las más decente, clara y concisa fue:

"Si te atrapan, grita y deja señales a tu paso"

No obstante, creo que no me ayudó mucho en esos momentos.

Poco a poco la oscuridad se volvió clara pero la pesadez en mi cabeza y cuerpo seguía presente, ya no habían gritos y mucho menos manchas gigantes por ahí.

Ahora, lo que había era silencio, muy tranquilo y lo único que resonaba eran bastantes pisadas caminado tranquilamente.

No sabía cómo me tenían cargada, pero pude ver qué me hallaba en el bosque con mis secuestradores, pero al parecer está zona boscosa tenía algo diferente, y lo percibí en seguida, al notar que el aire no contoneaba las hojas de los árboles y el cielo estaba poblado de nube grises como cuando se aproxima una tormenta, y al mirar hacia abajo, una espesa neblina ocultaba el suelo, y las piernas de la persona que me cargaba.

La espalda me dolía como nunca, tenía el hombro de la persona clavado justo ahí, y mi cabeza quedaba suspendida y temía por mi cuello.

También pude darme cuenta que desde lo más alto, en la copa de los árboles, cuervos de plumas gigantes me miraban, sentía que era a la única que le daban una atención para nada buena.

El ambiente era tranquilo y frío. Mucho.

Aún así, esa tranquilidad me dió un mal presagio. Claramente ser por segunda vez atrapada no es nada conveniente.

Prontamente soy lanzada hacia adelante, e imaginé a mi cuerpo impulsado como una catapulta.

Como puedo cubro mi cara sintiendo dolor por todo mi cuerpo, especialmente en mi brazo vendado.

Gimo adolorida cuando mi brazo presenta una punzada.

- ¡¿Que has hecho?!.

Levantó la cabeza a duras penas estre la neblina, mirando al dueño del reclamo. Volteo la cabeza y ahí está una mujer, extremadamente palida, mirándome fijamente. No tardo en comprender que ella era la que me estaba cargando.

El hombre viéndose molesto se aproxima a la mujer muy rápido para luego jalar su pelo hacia abajo, claramente causándole dolor.

- No puedes dañarla ni un poco- jala más - Él la necesita sana y salva ¿Entiendes?.

La mujer aprieta los dientes y a duras penas asiente, toma la mano del hombre y se la dobla para así librarse de su agarre.

-Entiendo.

Dejó de verlos en cuanto la mujer se me acerca y me levanta del hombro como si nada.

Al estar de pie, visualizo las 5 personas que me rodean, cuatro hombres y una mujer. Todos sin excepción pálidos como una hoja de papel. También noté que estaban quietos viéndome sin disimulo.

El único que no me miraba era el hombre que le jaló el pelo a la mujer, él, iba adelante de los demás caminando muy tranquilo, hasta que se volteó en nuestra dirección.

- ¡Caminen!

Y eso hicimos. Si, me incluyo.

Me sentí demasiado asustada como para escapar.

- Puedo sentir tu miedo Cristin.

Escuché decir a la mujer, tomándome por sorpresa.

La miré muda, incapaz de responder aunque sea una siempre palabra.

El Rey AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora