Dos años antes...Un domingo para cualquiera era común, en pocas palabras se basaba en comer y dormir. Sin embargo, papá era un hombre de familia y la mayoría del tiempo quería mantenernos los tres siempre juntos dado que su trabajo lo mantenía siempre fuera de casa,en serio, no quiera una familia separada.
Y por lo mismo, cada domingo se hacían juegos familiares, charlas para mejorar la comunicación entre nosotros en nuestro pequeño triángulo familiar, papá, mamá y yo. Pero fue tan extraño, que ese día sagrado, después del desayuno, él no estaba presente en el comedor leyendo su tipico periódico y mamá no quiso comer solo de limitó a acompañarme.
Ignoré aquel detalle, luego, la tarde llegó y en casa los ruidos desde la habitación de mis padres eran molestos, por curiosidad quise escuchar, se oían predominantes los gritos masculinos y cosas siendo golpeadas contra la pared. Asustada temiendo de lo peor, corrí a llamar al 911, siempre era mejor prevenir que lamentar.
Pero la puerta de su habitación se abrió, y la mano de mamá se enroscó en mi brazo.
— Cristin— El tono que usó era signo de que se avecinaba un regaño— Ve a tu cuarto, hoy no habrán juegos.
Tan rápido como lo dijo, cerró la puerta y el ruido que al principio me hizo ir allí, se calmó y yo también. Supe que no debía alterarme, además era lo suficientemente madura para saber que las peleas de parejas era normales y estaba segura de que mañana todo estaría bien.
Sin embargo, eso no sucedió, los gritos aumentaron y la tensión no se acabó en la familia. Nuevamente papá no se presentó a comer por la mañana y por lo que mamá dijo, salió temprano al trabajo.
En el transcurso del día, nada novedoso pasó hasta que en la correspondencia había una peculiar carta azul, junto con otras cartas con sellos dorados. Chillé, no tuve que esperar y apenas entré a la casa, las leí, todas y cada una de esas cartas me solicitaban a estudiar en universidades prestigiosas con una beca paga.
— Esto no puede ser cierto.
Orgullosa, corrí hacia mi padre que a esas horas estaba en casa descansando un poco, pero me llevé el desconcierto de que al estar en su habitación, el desastre era espantoso, la ropa de mamá estaba regada sobre la cama, los cajones esparcidos por el suelo, y solo por un momento me detuve a analizar las cosas.
No había ropa de mi padre tirada, ni sus trajes, corbatas, y tampoco las maletas que mamá guardaba en el armario.
Respiraba, procesaba y aceptaba. Se marchó, se fue sin decir adiós, recordando que la última vez que lo vi fue hace casi tres días, donde se veía feliz como siempre lo aparentaba.
No me di cuenta, pero los sobres que sostenía ya se encontraban empapados por mis lagrimas escurridizas. Las limpie con el dorso de la mano. Y miré las fotos de nuestra pequeña y cálida familia. Ahora era como si una nube negra se cerniera sobre mi. Nunca le perdonaría a Carlos Wilson su abandono. Lo juré.
No hacía falta ir a la policía, en cuanto mamá llegó por la noche del trabajo y entendió lo mismo que yo, no insistió más en hablar del tema. Ella lloró, yo no.
Ella quiso excusar su ida por una aventura con otra, yo sabía muy en el fondo que la culpa de todo aquello la tenía su hija, lo presentía sin razón. Y los días pasaron, tal vez lo último que se pierde es la esperanza y por eso esperé una llamada suya, un mensaje, una nota con un pequeño lo siento pero no, nunca pasó.
El pecho se me apretó cuando en una ocasión mamá estaba en la cocina en medio de la madrugada con una botella de vodka en su mano. Nunca creí que mi propia madre me lastimaría de tal manera y de cierta forma tan cruda y sincera.
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El Rey Alfa
WerewolfCristin Wilson una joven de 18 años de Nueva York, con una vida normal como cualquier adolescente,que se muda con su madre a Wyoming por un cambio de ambiente pero pronto estara por descubrir una mundo totalmente diferente, un mundo sobrenatural . ...