Capítulo 17

112 8 1
                                    


Lían:

Jackson trae al cuarto guardián que se supone tenía que cuidar a la manada de intrusos.

¿De que servia tener inútiles?

Lo tiró a mis pies, temblando el guardián se arrodilló con la cabeza gacha. El ingrato no era capaz de verme a los ojos. Mis ojos rojos enfurecidos.

- Se robaron a su Luna- Zanjo - En frente de sus caras.

Carl tomaba el control ahora. Las garras salieron sin previo aviso, dejando una marca desastrosa en su cara.

El guardián se atragantaba con su propia sangre, atorando las excusas baratas.

- Mi Alfa... nos dieron su autorización.

-¡Quién!.

- Usted mismo se ... comunicó personalmente... con el encargado... de la entrada. Alfa no... No puedo respirar- Sujeta entre sus manos el cuello ensangrentado y su boca abriéndose y cerrando como tal pez fuera del agua.

Carl no midió su fuerza, el guardián estaba agonizando frente a mí, no es su culpa, es de ella.

De Cristin.

Lo ocurrido en estos últimos días ha sido a causa de esa mortal, y ahora yo me encontraba torturando a quiénes dejaron que se la llevaran. ¿Por qué hago esto?.

El guardián no merecía sufrir por culpa de un ser inferior, por lo que, más pasible Carl, se acerca a él, sin salvación le arranca la cabeza de una sentada, salpicando mi cara su sangre.

- Estamos haciendo mal.

Dice el Beta.

- Diles a la familia de este, que fue desterrado- Jack asiente, a sabiendas de que le desagradó mis acciones.

- Le diré lo mismo a las otras familias de los guardianes anteriores- Me mira fijo, esperando- ¿La buscarás?.

- No, aún.

Sin más que decir, se va.

Luego de normalizar el control de mi cuerpo, Carl no hace acto de presencia.

Hace días que no me habla, está molesto por mi actitud con nuestra mate y eso no lo logro entender, estamos salvando nuestro legado, la pureza de un licántropo.

⟩⟩ Dices lo mismo que Padre, pero no lo sientes⟨⟨

Carl me sorprende al hablar, receloso y posiblemente recordando lo mismo que yo.

- El licántropo más fuerte y honorable de la dinastía es el más puro, el único verdadero de estar sentado allí, en ese trono, frente a su reino, frente a sus manadas, al lado de su Luna, tan buena y delicada, fuerte también, Alfa y Luna es pase seguro a una eterna vida de licantropía.

Padre daba sus últimas palabras a la manada, era el día de ser declarado como el Rey Alfa. El pecho se me inflaba de orgullo, feliz de pronto tener a una Luna y gobernar y cuidar el reino. Todos estaban de acuerdo a medida que padre hablaba, muy sabio y sin opción a discutirle.

Los habitantes del reino y de otras manadas se arrodillaron, ante mi, ante su Rey.

Madre nunca me regañó, castigó o me exigió algo en la vida, todo dependía de mi padre que con sus rigurosas reglas y torturas crueles, me convirtió en lo que soy, un gobernador de miles de millones de licántropos, no podía dejar que me pisotearan. Pero...

- ¿¡Por qué no veo a los perros buscándola!?.- sus ojos eran rabia pura.

Lanzó un sable con la intención de herirme. Esa bruja estaba fuera de sí. Como era de esperarse lo esquivé, y eso la enojó más.

El Rey AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora