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Día 2 Sirviente
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Los enemigos habían acabado con su pueblo, los altos mandos desaparecieron y muchos de los aldeanos que se levantaron en armas contra los extranjeros fueron asesinados en medio de las calles. No había esperanza en ese lugar.
Por si fuera poco, los que todavía respiraban debían lidiar con la pérdida de sus pertenencias, y de su libertad.
Los sobrevivientes fueron llevados a lo que era el palacio en sus tiempos de gloria. Los acomodaron en filas según fueran varones o mujeres, por edades, complexión y profesión.
Los hombres fueron los primeros en ser llevados hacia el reino de donde provenía el ejército.
Pasamos de ser uno de los más prósperos reinados, a ser sólo esclavos, pensó la rubia.
El resto de los soldados se encargaron de revisar y catalogar a las aldeanas.
—El próximo camión sale en dos horas, muévanse —exclamó un varón de poder.
Separaron a las madres de sus hijos, inclusive revisaron si las mujeres no estaban en cinta. Quienes sí, las alimentaron alado de los menores.
—Cuidan de ellos para venderlos a familias adineradas que no pueden procrear —unas voces cuchicheaban atrás de Elsa.
—Y pasará lo mismo con nosotras, debemos parecer lo más útiles posibles si no queremos terminar muertas.
—¿De qué sirve estar viva, si estás en constante agonía? —respondió la ojiazul.
Todas permanecieron en silencio lo que restó del rato.
Cuando llegó el turno de Elsa, un soldado la revisó de pies a cabeza mientras que su compañero escribía notas que le iban dictando respecto a ella.
