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❄️ Día 9 Tormenta
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El mar estaba totalmente enloquecido, grandes ráfagas de viento azotaban al barco, y las enormes olas no daban tregua a la angustiada tripulación.
Los marineros hacían todo lo que estaba en sus manos para sobrevivir a la tormenta, pero lo que hacían eran insignificantes gotas de agua a comparación del vasto océano.
-¡Capitán, no podemos estar a la altura de la tormenta! ¡Pronto nos derribará! -gritó el subordinado dentro de la cabina del capitán, donde el hombre daba todo de sí para que el barco no cayese.
-¡Entonces evitemos el ojo de la tormenta! ¡Sólo así sobreviviremos!
-¡Entendido! -y se fue con sus compañeros para comunicarle las nuevas órdenes.
-Maldita sea, no me vas a ganar -gruñó el pelirrojo, maniobrando.
No pasó mucho cuando una ola que surgió de la oscuridad, abrazó y hundió la embarcación.
[...]
Todo en su cabeza era negro y silencioso, sus pensamientos se perdían entre espasmos de dolor, y no podía reaccionar con éxito.
Hasta que una voz melodiosa entró a sus oídos, como una sirena que no permitía irse a la luz porque lo tomaba con fuerza de su alma.
Sintió extraños aromas, sintió el viento caliente soplar en su rostro, empezó a oír las hojas cayendo y las pisadas que rompían las ramitas secas. Poco a poco sus ojos iban abriéndose, hasta que pudo ver el techo de una campaña café.
Primero movió los pies, después los dedos de sus manos, y finalmente levantó los brazos para poder verlos completos.
