25. You know I'd do anything

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Si algo le gustaba a Power más que los gatos —y atrapar ratas por diversión—, eran las galletas de diferentes sabores a media noche.
Cómo pasatiempo, como snack. O algo para no aburrirse tanto cuando tenía insomnio y estaba harta de la radio, la televisión y las luces encendidas.

Se arrastró con mucha pesadez desde el sofá hasta la habitación de Denji. Abrió la puerta de golpe y lo sacudió con levedad con su pie. No quería interrumpir su sueño, pero debía ser un poco cautelosa si no quería ganarse una buena regañada por tanto joder.

—Denji, necesito comida... Ya me acabé las latas.

Denji no hizo caso. Se reacomodó en el futón con cansancio. El trabajo estaba matándolo y no tenía tiempo para aceptar los caprichos de un demonio que se había hecho su amigo desde hacía un tiempo.

—Denjiii... Si no me alimentas, te comeré a ti y seguramente me sabrás a cerdo con patatas.

Los somnolientos ojos de Denji parpadearon cómo diamantina en la oscuridad, siendo iluminado por la luz del rellano que conducía a la sala. Power se fue hincando hasta dejar caer el trasero, frotándolo contra la espalda de Denji.
La sensación fue incomoda, aunque pareció encajar de manera perfecta, como un rompecabezas corporal.

Le causó satisfacción.

—¿No podrías esperar un rato más? ¿Qué hora es? —Denji se dió la vuelta, notando que el reloj marcaba las 3:33 a.m.— ¿Por qué me despertaste... ? —bostezó de forma pausada... Tan aburrido y atrofiado por la jornada.

Power se rascó la cabeza, luego se picoteó los dientes con la uña.
—Es que tengo hambre y me he acabado todo.

—Debes mantener el control de lo que haces... Vas a joder mi economía si sigues así —volvió a bostezar, pero cortó la acción para seguir hablando. Pescó más palabras conforme soltaba todo el aire—. ¿Por qué no vas tú a buscarlas?

—Pereza —revisó lo que se sacó de los dientes entre sus dedos—. Y pues, me siento un poco cansada.

—No tengo por qué tratarte como a una niña, ¿sabes? Eres más vieja que yo.

—Meh, que sea vieja no me detendrá. Yo debería tener una tarjeta que justamente me beneficiara por ser de la tercera edad. Una vieja con buenos beneficios.

—Vieja demonio, no vieja humana —le dió un sacudón en la cabeza—. ¿Por qué siempre tienes éstos arranques en las noches?

—Cosas de demonios. ¿Me entiendes? Somos seres nocturnos, como los gatos. Aunque algunos somos bastante flojos y nos acomodamos a los humanos de una u otra forma. Heme aquí —sonrió—. Estoy cómoda y feliz.

—¿Y... ?

—Oreo, té verde.

—Estás loca... Las venden al otro lado de la ciudad.

—¿Viaje de amigos?

—¿En pleno invierno? —Denji soltó una risita y se frotó los ojos—. ¿Sabes que mañana trabajo?

Ella se quedó perdida en sus pensamientos.
—Vamos —se puso de pie, le tomó de la mano y lo jaló con fuerza hasta levantarlo. Denji sintió que la cabeza le daba vueltas por el esfuerzo—. Ten el abrigo, el gorro y los zapatos están en el recibidor...

Power se fue. Denji se quedó confundido, aunque accedió. Los demonios eran criaturas raras que hacían cosas aún más extrañas. Al final, había decidido que ella viviría con él por el bien de ambos. Tal vez iba a ser divertido.
Salir de la rutina...

Power regresó enseguida con una gabardina negra que parecía más bien un gakuran de tela deportiva y corte femenino. Se puso los zapatos viejos, una boina para ocultar los cuernos, y se puso encima del pantaloncito corto una falda larga.
Se veía horrible, aunque contenta con su elección.

Denji salió al recibidor, siendo acompañado por Power. Ella acarició la cabeza de Meowy, para despedirse de ella.
Tomaron las llaves, salieron.

Caminaron entre las calles desoladas, el sonido vacío del montón de fábricas y el viento pesado golpeándoles las caras. Power de vez en cuando señalaba cosas que le llamaban la atención; no gustaba de salir si no era en compañía de Denji. Y muy pocas veces accedía a hacerlo cuando se trataba de algo que quería.

Denji estaba un poco sorprendido, más le permitía tener sus propios deseos para que viviera feliz y en armonía, dentro de un mundo que en realidad le era ajeno.

Llegaron a la estación de trenes. Había muy poca gente afuera. Esperaron en silencio a qué arribara hasta donde sus pies doloridos se encontraban.
Se abrió la puerta; olor a plástico. También olía a otro lugar. A experiencia nueva recién descubierta.

Denji y Power se sentaron en la fila del medio. Ella subió los pies enseguida al asiento, quedando cara a cara con él. Denji abrió las piernas un poco y tiró la cabeza hacia atrás para descansar.
No sabía qué pasaba.

—¿Sabes por qué accedí a venir contigo? —el tren arrancó, chillando un poco—. ¿Te lo preguntaste?

—Un poco, sí... Eres un caso un poco especial, Power. Me pregunto si los demás piensan lo mismo de los demonios con los que se topan.

—Ya veo... Has accedido porque soy especial.

—Bueno, si no fueras especial, supongo que ya te habría lanzado desde el edificio más alto para deshacerme de ti.

Power le dió un golpe en el brazo; suave, suave, muy ligero.
—Oye... Eso es cruel —se burló, abrazando sus piernas de poco en poco—. Al menos tienes una idea bonita de mí, y con eso puedo conformarme un poco por ahora.

Denji ae incorporó.
—¿A qué te refieres?

—¿Serías capaz de hacer ésto por mí? —Power paseó el dedo índice en un círculo, y después, en una línea recta que volvía de Denji hacia su propio pecho. Hablaba del tren, de ellos dos, y de la situación en concreto—. Porque estoy un poco triste.

Denji meditó mirando hacia la ventana del frente. Vio la luces de la ciudad recorrerse cómo hilos de metal que se alargaban hasta romperse contra la pared del tren. Entre los hilos de luz, y las cosas que imaginaba, vió el reflejo de Power mirándose los dedos con cautela. Como una niña pequeña que estaba aprendiendo a simular una identidad.

Eso le causó muchísima ternura.

—Estoy aquí, por lo tanto, estoy siendo capaz. ¿No lo crees?

—Tardaste mucho en responder.

—Y tú has tardado mucho en darte cuenta de que haría todo por ti.

Se miraron. Lo habían dicho todo.

Fictober: Denji x Power [Chainsaw Man ; au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora