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—Vamos a casarnos –

Un pequeño chico de cabello castaño se encontraba mirándolo con una sonrisa en sus labios como si él fuese su mundo.

En parte lo era, así como aquel pequeño también lo era para él.

Sus palabras habían dejado sus labios sin una sola pizca de arrepentimiento o titubeo, por lo que Samuel lo miró como si el signo de pregunta estuviera tallado en su rostro.

—¿Qué dices Rubén?, no podemos hacer eso -

El chico castaño lo observaba aún con esa sonrisa en sus labios.

Estaba seguro de lo que decía, y al parecer en su cabeza pequeña de 12 años aquello no se veía tan descabellado como sonaba.

—Lo que oyes – dijo ladeando un poco su cabeza – Me gustaría que estuviéramos siempre juntos, ¿Qué otra mejor manera que casándonos? Así como nuestros padres.

Samuel entendía a lo que se refería Rubén.

Se conocían desde que tenían memoria, todos sus recuerdos importantes dentro de aquellos pocos 12 años siempre se hallaban acompañados de Rubén.

Todos y cada uno de sus mejores momentos se apostaban llenos de recuerdos del castaño que aún el día de hoy no dejaba de seguirle.

Tampoco le disgustaría la idea de estar toda su vida a su lado.

A decir verdad, le encantaría que pudiera ser así, y que tuviera la capacidad de mirar al futuro sabiendo que Rubén seguiría acompañándolo en todos sus pasos y movimientos.

—No podemos casarnos Rubén, tenemos 12 años –

—Mis padres se casaron a los 16, no nos queda mucho para eso –

El castaño se notaba decidido en que se casaría con Samuel, a decir verdad, es lo que más le gustaría en aquella vida.

Lo único que quería.

—Me encantaría Rubén, pero no sé si sea lo correcto –

Samuel no estaba seguro, jamás les había hablado a sus padres sobre el matrimonio, y ellos tampoco se veían con la intención de tocar el tema de manera profunda.

Solo le habían dicho que en un futuro tendría que poseer una esposa, alguien que le acompañaría y estuviera a su lado en todo momento.

Pero siempre se referían a su pareja o a la futura duquesa del reino en femenino, eso daba a entender que debía tratarse de una mujer.

Por eso es que Samuel no estaba seguro, pero quería preguntar primero.

Aunque aquello no fue necesario.

Al ver al día siguiente a Rubén lleno de moretones, heridas y un ojo hinchado, descubrió que lo que decían sus padres no solo corría para él, también hacia los demás hombres.

¿Era tan así?

—Mi padre me regañó porque una criada nos escuchó hablar –

Dijo Rubén mientras Sam intentaba limpiar un poco sus heridas, ya que, aunque fue tratado la noche anterior por alguien de su casa, aun así, Samuel se quería hacer cargo del castaño, al menos brindándole los cuidados necesarios para que aquellas heridas sanaran lo antes posible.

El azabache estaba furioso, a decir verdad, se encontraba mucho más molesto de lo que aparentaba, pero debía verse tranquilo por el bien de Rubén.

No quería que se sintiera peor.

Por eso se fue a hablar con el padre del castaño, con el gran archiduque, quien lo recibió con una clara señal de disgusto en su rostro.

—El solo lo dijo en tono de broma, en sentido amistoso mi lord, no lo decía en el sentido que le advirtieron, yo no veo a Rubén de esa forma y el a mí tampoco –

Samuel no se hallaba seguro de su testimonio, puesto que se encontraba imitando algunas palabras que había escuchado oficiar a su madre en varias ocasiones.

Estaba de más decir que el azabache sabía exactamente a qué se refería Rubén con sus palabras, puesto que, si fuera por él, también se casaría con el chico si tuviera la oportunidad.

Quería tomar su mano, abrazarlo y poder ver el atardecer juntos como lo hacían, aunque con esa sensación de que se pertenecían el uno al otro, y de que no podrían ser separados por mucho que todo el mundo lo intentase.

Pero no se iba a permitir que el padre de Rubén se desquitase nuevamente con el chico.

Se azotaría a sí mismo si aquello volvía a ocurrir.

Desde ese momento, Samuel se prometió que protegería a Rubén, de cualquiera que quisiera hacerle daño, de quien se interpusiera entre ellos, o de todos en general.

Él era suyo.

Second Life // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora