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Samuel podía jurar que había visto esos ojos con anterioridad.

Los sentía tan conocidos que lo asustaba un poco.

¿Era aquello posible siquiera?

—Estas desconcentrado –

Guillermo le llamó la atención.

Había estado divagando durante toda la clase de farmacología, era la primera vez que le ocurría algo así y su amigo no estaba reacio ante aquel cambio en Samuel.

—Lo siento Willy, estaba pensando en otra cosa –

—No te voy a negar que tengo curiosidad en "eso" que ocupa la mente del gran Samuel De Luque –

El azabache se negaba rotundamente a decir en voz alta que el que habitaba su pensamiento en esos momentos era un chico que ni siquiera conocía y que con solo observarlo le había robado el aliento y las palabras.

Era un sentimiento tan inexplicable para Samuel que no quería extrapolarlo a palabras debido a que si lo hacía se sentiría más real de lo que ya se advertía.

Aún no podía soportar la vergüenza que le generaba, el suponer siquiera en su falta de reacción en ese momento, parecía bobo por la forma en que se comportó.

¿Cómo podía enfrentarse con el chico ahora sin parecer un idiota?

No iba a negar que aquel café sabía muy bien y que la atención fue magnífica, pero le daba vergüenza siquiera pensar en acercarse nuevamente a ese lugar debido a que había quedado como un estúpido frente al bello cajero.

Guapo.

Bueno, sí, lo era.

Su mirada se clavó en aquel teñido una vez pidió un expreso y pudo detallar casi todas las facciones que caracterizaron al de ojos verdes.

Era alto, no muy trabajado como él, pero eso era lo de menos, lo que más le había llamado la atención de aquel chico fueron sus ojos.

Aquellos fanales que le transmitieron tanto con solo un par de segundos observándolos, esa sensación de familiaridad al verlo le había dejado helado y consternado.

¿Por qué sentía como si ya lo conociera?

—No es nada Guille, solo cosas en mi casa –

Mintió, sí, pero aquel era un precio que estaba dispuesto a pagar con tal de no dejar salir sus preocupaciones o inquietudes frente a su mejor amigo.

—Voy a hacer como que te creo Sam, pero espero que las cosas en tu casa estén bien –

No es que le agradase la idea de engañar a Guillermo en ninguno de los sentidos, pero tampoco quería decirle que su mente estaba ocupada por un chico que tan solo había visto una vez en su vida y con el cual su único intercambio de palabras resultó ser el pedir un café y dar las gracias.

Pero en el fondo, Samuel estaba esperando que con el pasar de los días aquella sensación tan extraña y abrumadora se esfumase cuanto antes, para así continuar tranquilamente con lo que tenía por delante.

Sin embargo, claramente eso no fue así.

Todas y cada una de las noches podía ver aquellos ojos observándolo con una sonrisa en sus sueños.

Pero lo vislumbraban con tanto sentimiento que muchas veces Samuel dudó de que se tratase de una fantasía en donde ese chico lo miraba a él.

Después de todo, era la primera vez que se veían, no podía ser algo como eso.

Al cuarto día de aquel sueño recurrente, el azabache decidió acercarse hasta aquella cafetería nuevamente.

Lo único que quería ver, era al chaval por fuera, hacerle entender a su acelerado corazón que solo era un muchacho más y poder salir de ahí sin parecer un idiota.

No quería entrar, por supuesto que no.

¿Entonces porque estaba dentro de aquella cafetería nuevamente? 

Second Life // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora