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Rubén sabía que Neus era una chica increíble, cocinaba delicioso, era atenta y cariñosa, además de que se preocupaba por sus sentimientos y también por lo que pasaba por su cabeza.

Ella quería estar presente, demostrarle a Rubén que sería una buena esposa en el futuro, que no se arrepentiría de que sus padres hubieran concertado un matrimonio arreglado, ya que era la única y perfecta opción para él.

Rubén lo sabía, o al menos eso quería pensar, puesto que, así como Neus era "perfecta" para él, Kira era la pareja ideal para Samuel, y no iba a negar que no le agradaba nada la idea de que Sam tuviera a alguien más en su vida.

La imagen del que Rubén consideraba el amor de su vida, casándose con alguien más, estar con otra persona, que tuviera hijos con esa mujer, comenzaba a destrozar de a poco su corazón hasta el punto de hacerle sentir punzadas de agonía.

¿Eso significaba rendirse y seguir el plan de sus padres de casarse?

Rubén no quería vivir con un constante dolor en el pecho por no poder estar al lado de Samuel.

Si ese era su destino, entonces estaba dispuesto a todo para cambiarlo.

—Vámonos, juntos – repitió Rubén las mismas palabras que el azabache había recitado tiempo atrás.

Samuel se sorprendió al escuchar lo dicho por el castaño, pero la sonrisa que se le formó en sus labios demostró cuanto esperaba por aquellas palabras por parte de Rubén.

Había tomado su decisión, ambos estaban juntos en ello.

Samuel atrapó a Rubén en sus brazos y le abrazó mientras escondía su rostro en el espacio entre su cuello, quería quedarse así, no necesitaba de nadie más para estar en paz, solo de Rubén y lo que fuera que les deparaba el destino.

Por eso habían creado aquel plan, el cual a primera vista no pareciera tener ningún fallo.

En dos días sus padres tendrían una cena aristocrática con más personas dentro de su círculo social.

No había tiempo para estar pendientes de ellos, ni de que hacían ni donde estaban.

Era la mejor oportunidad para ambos de escapar.

Llevarían pocas cosas, de ser posible solo lo esencial, ya luego se encargarían de alguna manera con lo demás, pero lo importante era salir de ese lugar lo antes posible.

Se irían sin mirar atrás, sin dudas.

Juntos.

—¿Funcionará? – preguntó Rubén apoyando su cabeza contra el hombro del azabache.

Samuel le dio un casto beso en su cabello mientras tomaba una de sus manos entre sus dedos y los acariciaba lentamente con su pulgar.

—Debemos intentarlo Rub –

La mano de Samuel subió hasta dar con la mejilla del castaño para que este lo mirase, y poder acariciar la piel de Rubén de manera cálida mientras se aceptaba aquel gesto acercando su rostro a aquella palma.

Samuel podía notar el temor y la angustia que emitía Rubén, y aunque él no lo demostrase por fuera, también sentía miedo.

Existía aquella inquietud de que las cosas no resultaran como las tenían planeadas, de que todo saliera mal y que finalmente fueran alejados el uno del otro sin siquiera poder hacer nada al respecto.

Aquel era el miedo más grande de Samuel.

El verse a sí mismo alejado de Rubén sin poder hacer nada para resolverlo.

Pero debía mantenerse fuerte y demostrarle al castaño que lo que estaban por llevar a cabo era lo correcto y que todo saldría bien, que era por ellos y que confiaba en que nada podría arruinar lo que tenían ni lo que les deparaba el futuro.

Que el destino de sus vidas era suyo y de nadie más, que estaba ahí para pelear por los dos si era necesario.

Dispuesto a todo con tal de que el plan saliera bien. 

Second Life // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora