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Las cosas entre Rubén y Samuel iban cada vez mejor, pero para desgracia del azabache, aún no sabía cómo pedirle al chico que fuera su novio.

Quería formalizar las cosas con Rubén, quería presentárselo a sus padres como su novio, quería que él le presentara a su familia como su pareja, Samuel quería ser parte importante de la vida del teñido.

—¿Estás bien, Sam? –

El silencio había estado aleteando en el lugar como una mariposa asustada, hasta que la voz de Rubén lo alejó suavemente con su pregunta.

Por primera vez desde que había llegado a la casa del chico se fijó en que no todo estaba como siempre, existía una drástica transformación en aquella habitación.

—¿Lo cambiaste? – preguntó el azabache acercándose.

Rubén intentó mirar su cabello mientras tomaba un par de mechones - ahora castaños - que caían por su rostro, interrumpiendo un poco su visión.

—Sí, quería volver a lo que soy, ¿No te gusta? –

El tono utilizado por el ahora castaño le causó ternura al azabache, quien se acercó hasta el chico con una sonrisa mientras tomaba los mechones de color café entre sus dedos tocándolos con sumo cuidado, como si estos se fueran a romper por el simple hecho de estar mirándolos.

Había estado tan ensimismado con sus pensamientos sobre "cómo le iba a pedir a Rubén ser su novio" que ni siquiera puso la suficiente atención al chico en cuestión, y aquello lo hizo sentir, por alguna razón, remordimiento.

Quería protegerlo, cuidarlo, pero por, sobre todo, necesitaba estar con él, como si no tuviera nunca suficiente de Rubén Doblas.

—A decir verdad, me gusta, tampoco es que este contigo por el color de tu cabello Doblas –

—¿No estabas conmigo porque era una rubia sexy? Me siento estafado macho –

Las risas de ambos llenaron el salón que anteriormente había estado en silencio, haciéndolo parecer incluso más cálido.

Samuel amaba que Rubén tuviera esas ideas ridículas de la nada, lograban sacarle siempre de sus pensamientos derrotistas e incluso le alegraban muchas veces cuando estaba muy estresado con los estudios.

Amaba varias cosas del ahora castaño, desde su sonrisa, su mirada, hasta los pequeños gestos que tenía con él, además de su expresión cuando hablaba de las cosas que le gustaban o le apasionaban.

Pensar en sus sentimientos sobre Rubén le hicieron tomar la decisión de manera más rápida y sencilla, la verdad es que si fuera por él le hubiera pedido ser novios en ese mismo lugar y momento, pero quería currárselo, quería que se tratase de una ocasión especial para ambos.

Por eso decidió esperar un poco y crear el ambiente indicado para hacer la pregunta.

Se demoró un par de semanas en tener todo listo, pero finalmente Samuel pudo pedirle noviazgo a Rubén en una cita planeada con mucha anticipación.

Habían hecho un pícnic en un pequeño lugar que Samuel encontró a la salida de la ciudad, bastante escondido entre los árboles y arbustos que se hallaban por ese sector.

De por sí, cuando Samuel encontró ese sitio fue extraño, puesto que es como si le hubiera llamado.

Había estado conduciendo un poco buscando localidades alejadas para hacer ese pícnic especial en el cual avanzarían un paso más en su relación, y sin siquiera darse cuenta se encontraba frente a un hermoso y escondido lugar.

Era un pequeño claro a las afueras, alejado de la ciudad como tal y cubierto por flores y naturaleza que le transmitían una especie de paz que era difícil de explicar.

El lugar era hermoso.

La hierba estaba a la altura perfecta para que no se viera lo suficientemente lleno de malezas y que arruinaran el hecho de que pudieran sentarse en aquel sitio, también estaba cubierto de algunas flores que le daban color al lugar.

Y lo que más le había llamado la atención era esa pequeña cascada que desembocaba en un riachuelo, el cual generaba un sonido bastante relajante al escucharlo.

Samuel se enamoró a primera vista de aquel hermoso lugar, y al ver el rostro de Rubén, sorprendido por el paisaje que se generaba frente a él, supuso que también le había gustado, aunque la cara del castaño dijera mucho más de lo que pudiera leer.

—¿Conocías este lugar? – le preguntó con sorpresa Rubén.

Samuel simplemente negó con la cabeza y le explicó que lo encontró por casualidad, pero que era perfecto para aquel pícnic que estuvo planeado, por lo que no dudó mucho el guardar la localización en su GPS para traer a Rubén.

Al escuchar aquello, el ahora castaño asintió mientras sonreía con alegría al azabache.

Y así fue como en aquel claro, lleno de flores y naturaleza, Samuel le pidió a Rubén que fuesen novios después de mucho tiempo, a lo que claramente el castaño aceptó, sellando el momento con un beso cálido y tierno.

Los días posteriores a ese acontecimiento fueron como un sueño para Samuel, todo iba de maravilla y aquello también incluía cuando este le presentó a sus padres.

Ese día los nervios se habían apoderado de Samuel, puesto que era la primera vez que le introducía a sus padres una pareja, y tomando en cuenta de que les costó aceptarlo con sus gustos, pensó que todo saldría mal.

Pero para su sorpresa las cosas no fueron así.

Sus padres se mostraron bastante atentos hacia Rubén, y este por su parte se ganó el cariño de ambos progenitores por su forma de ser y su carisma.

Aquel día se había sentido aún más surreal que cuando le pidió noviazgo a Rubén, ya que hasta su padre se veía feliz, contento a pesar de haber mostrado en su momento el descontento que sentía por saber que su hijo era homosexual.

Le dio mucho gusto que todo saliera bien que cuando volvió de ir a dejar a Rubén hasta su casa les preguntó a sus padres el por qué.

¿Qué había cambiado en ellos para que aceptasen tan rápidamente al castaño en su vida como su pareja?

—Porque te ves mucho más feliz ahora que antes Samuel, no tenemos que pensarlo mucho para saber que ese chico te hace bien, y si tú eres feliz, nosotros también –

Las palabras de su padre le habían hecho soltar un par de lágrimas de satisfacción, como si fuera una herida que finalmente cerró en su vida.

Las cosas tampoco fueron muy diferentes cuando conoció a la madre de su novio, quien lo recibió con una sonrisa y comida deliciosa junto con unas palabras de agradecimiento por cuidar de Rubén y Clara cuando era necesario.

El azabache estaba complacido por el testimonio de la madre, pero definitivamente Rubén se veía avergonzado por las palabras de la mujer y las risas de Clara, su hermana menor.

Los Doblas Gündersen era una familia pequeña, pero sin duda una muy hermosa y acogedora, quienes no dudaron en recibir a Samuel con sonrisas afectivas, palabras cariñosas y miradas de estima.

Su corazón se sentía en paz. 

Second Life // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora