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El día de la cena había llegado, y estaba todo listo para aquel gran día en palacio.

Parte de la servidumbre corría por los pasillos organizando y preparando lo que falta de último minuto, la cocina olía delicioso y algunos guardias se encontraban en sus respectivos lugares.

Pero a diferencia de otras cenas importantes, en esta se notaba claramente la escasez de personal.

El castillo de los De Luque siempre estaba llena de gente, de criadas y guardias por todo el lugar, en este caso, había pocas personas haciendo mucho, cosa que levantó las alarmas de Samuel.

El azabache había sido llamado por su padre al cuarto de reuniones, retrasando con esto su plan de escapar del castillo cuando comenzaran a llegar todos.

No podía demorar mucho debido a que Rubén lo estaría esperando donde siempre, en el que era su lugar especial en ese mundo, aquel que solo ellos compartían y que les había traído tanta paz dentro de todo lo malo que podía pasarles.

Tocó la puerta de la habitación a la espera de que su padre le diera la venia para entrar en aquel espacio, y en cuanto la obtuvo con un grave "Adelante" de parte de su patriarca, se adentró en el lugar.

Samuel se esperaba muchas cosas que podrían ocurrir en aquella reunión con su padre, pero definitivamente lo que no esperaba era encontrarse con Rubén en la habitación junto a su progenitor, con su labio inferior roto por un golpe y algo de sangre escurriendo de esta.

El azabache vio rojo, quiso acercarse con rapidez hasta el castaño, pero fue detenido por un golpe certero en su nariz de parte de su propio padre.

Esto nunca fue una cena aristocrática.

Pese al sangrado abundante que comenzaba a escurrir por sus fosas nasales, el azabache se apresuró nuevamente a llegar al lado de Rubén, pero solo pudo alcanzar a estar a 5 centímetros de este antes de recibir una patada que lo aturdió, dejándolo en el suelo.

Estaba tan cerca de Rubén, pero a la vez tan lejos.

¿Qué había pasado?

Sus padres, sus propios progenitores, se encontraban dándoles una paliza que jamás habían pensado recibir, y mucho menos, ser observadores de como golpeaban al otro, lo cual lo hacía más desgarrador para ambos.

Sentía la sangre escurrir de su nariz, le costaba un poco respirar y no podía defenderse al estar en el suelo debido al acto cobarde de su padre de haberle atacado cuando no estaba preparado para ello.

Samuel podía jurar que tenía una de sus costillas rotas, al menos eso le indicaba el punzar que sentía al intentar respirar, y sin contar tampoco los moretones que le quedarían en su cuerpo después de recibir tanto golpe.

En un punto se había cubierto su cabeza con ambos brazos, necesitaba estar consciente para proteger a Rubén en cuanto pudiera.

Pero ninguna patada ni ataque le había dolido tanto como el escuchar los débiles gimoteos y gritos de Rubén al ser golpeado.

Si tan solo pudiera levantarse en ese momento, descargaría su ira con ambos hombres y se llevaría a Rubén lo más lejos posible.

Si tan solo pudiera.

—Les dimos muchas oportunidades, pero ya es suficiente –

El padre de Samuel estaba un poco cansado después de haber goleado a su propio hijo, se notaba por la frecuencia de su respiración, por lo que se sentó por un segundo mientras limpiaba sus manos de algo de sangre que había quedado en estas.

Le faltaba el aire, tanto a padre como hijo, pero las situaciones entre ambos eran completamente diferentes.

Samuel sentía su visión nublada debido a todos los golpes que había recibido de parte de su padre, pero aquello no le impidió a su cuerpo, el cual se movió instintivamente, que se acercase al de Rubén en cuanto vio lo malherido que este se encontraba.

Second Life // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora