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Le había pedido una cita como un verdadero imbécil, sin siquiera tantear el camino antes, sin preguntarle nada más que un "Tengamos una cita".

Es que aquello, ni siquiera fue una consulta, le estaba casi exigiendo que la tuvieran.

Efectivamente, los golpes mentales que Samuel se encontraba propiciándose a sí mismo podrían dejarle moretones en la vida real si así lo quisiese.

Pero ninguno de sus golpes mentales fue tan devastador como la respuesta que Rubén le dio.

—Yo... lo siento Sam, no puedo ­–

Quizás su rostro dijo todo lo que no pudo decir con palabras, porque al momento de rechazarlo, Rubén simplemente negó con su cabeza y se excusó, como si quisiera reconfortar a Samuel por su respuesta negativa.

—No es que no quiera, es que... no puedo –

Bueno, al menos aquello no decía que aquel guapo cajero de cafetería no quisiese ir con él, eso era un alivio por su parte, pero de todas formas aún se cuestionaba porque no podría salir con él, claramente no se lo iba a preguntar.

—No te preocupes, lo entiendo – respondió apresuradamente Samuel, brindándole una sonrisa.

Rubén se mordió el labio inferior y se puso a juguetear con sus dedos, por debajo de la mesa, intentando quizás buscar una excusa que se escuchase creíble, o tal vez simplemente se estaba debatiendo entre sí decirle la verdad o no a Samuel.

Supongo que el azabache optaba por la segunda opción.

—Pasa que cuido a mi hermana durante las noches porque mi madre... bueno ella trabaja a esas horas y no la puedo dejar a solas –

Oh.

Así que de eso se trataba.

Bueno, aun no sabía todo sobre la vida de Rubén, y la verdad no podía esperar por tener conocimiento de su realidad, o quizás lo que quisiera compartir con él.

Aunque claramente aquello respondía mentalmente algunas de las tantas preguntas que tenía sobre el castaño teñido de platino.

—Entiendo Rub, no es necesario que me des explicaciones –

—Si lo es macho, porque no quiero que pienses que no quiero salir contigo cuando es todo lo contrario –

El rostro de Rubén se había puesto mucho más rojo al decir aquellas palabras, vaya, Samuel no se cansaría nunca de ver aquel rostro sonrojado cuantas veces pudiera, si fuera todos los días tampoco se quejaría.

—Yo... tengo una prima, que trabaja de niñera, tiene buenas reseñas y todo, por si gustas –

Rubén se volvió a mirarlo, con los ojos un tanto brillantes por la expectativa y la oportunidad que se le estaba presentando, aunque aquello no duró mucho, ya que su mirada bajó y su boca hizo una mueca de disconformidad.

Samuel podía leerlo como si estuviese acostumbrado a saber qué pensaba, su forma de actuar y que sentía.

¿Por qué se notaba tan familiar todo?

—Gracias Sam, pero no tengo el dinero suficiente para pagarle a tu prima –

Entonces de eso se trataba, de dinero.

Samuel debió haberlo supuesto, pero tampoco era adivino como para imaginarse que ese era el problema principal.

Se conocían muy poco, pero si se encontraba seguro de que sentía que entendía a Rubén como la palma de su mano, y estaba claro de que, si se ofrecía a pagar los servicios de su prima, el chico se negaría rotundamente a que lo hiciera.

Second Life // RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora