Habían pasado una tarde increíble junto a los amigos de Samuel y con los de Rubén.
A decir verdad, el castaño solo tenía a Alejandro, pero de todas formas aquel chico había sabido llevarse bien con los otros dos, compartiendo incluso ese humor estúpido y retorcido que Samuel también disfrutaba de vez en cuando.
Tanto Guillermo como David habían encajado a la perfección con Rubén y todos en general se la pasaron como si se conocieran desde hacía años.
Eso a Samuel le había llenado de felicidad, juntando los dos lados de su vida y que estos hubieran colisionado de la mejor manera posible, era algo que le hacía sumamente feliz y emocionado por futuras interacciones.
Ahora se encontraban en la habitación de Rubén, ambos recostados en la cama del castaño mientras veían una película luego de aquella salida.
Clara se había dormido hacía un rato, después de jugar con ambos, cayó rendida en los brazos de Morfeo a penas se cubrió con sus sabanas y cobijas.
La madre de Rubén se había ido a trabajar desde la tarde, puesto que le tocaba turno nocturno en el hospital, dejando a los dos chicos con comida en la nevera y la promesa de que no se comportaran mal.
Pero ninguno de los dos tenía intención de hacer otra cosa que no fuera compartir el poco tiempo que poseían para ellos, porque a pesar de todo, lo único que buscaban ambos era estar juntos haciendo cualquier cosa.
Samuel podía ver la mirada de Rubén atascada en la película, al parecer se veía interesante, pero para el azabache lo más interesante de aquella noche era el castaño que tenía a su lado y todos los sentimientos que habían atascados en su pecho.
—¿Qué pasa? – preguntó el castaño mirando a Samuel.
Los ojos de Rubén tenían algo que lo llamaban, que le decían que todo eso que sentía estaba bien, que el que su corazón palpitara tan fuerte era normal, que era correcto.
Que se pertenecían el uno al otro.
A pesar de todo el tiempo que había pasado desde que se conocieron, Samuel seguía sintiendo aquella extraña sensación de que ya conocía a Rubén desde antes, su corazón le decía que él era lo que estaba buscando.
Se sentía tan raro y tan bien a la vez el hecho de que tan solo necesitasen miradas para poder saber que pasaba por la mente del otro, si estaban cómodos con algo o simplemente para demostrarse muchas cosas que quizás no era necesario de decir con palabras.
—Siento que... te conozco de antes –
Al largar aquella frase, Samuel pudo notar el cambio en la mirada de Rubén, se veía sorprendido, pero a la vez expectante por alguna razón.
—¿Cómo es eso? –
Samuel se levantó de la cama y detuvo la película, la cual había seguido reproduciéndose mientras tanto para después sentarse en la cama y hacer que el castaño le imitara.
—Es como, que cuando estoy contigo todo está bien, es primera vez que me pasa algo así, y me asusta un poco, pero al mismo tiempo me siento en casa –
Las palabras de Samuel hicieron que una sonrisa se plasmara en el rostro de Rubén, una que le llegó profundamente al azabache que lo observaba como si ese hombre fuera su mundo entero, aunque aquello realmente no era mentira.
Rubén acarició su mejilla, dándole a entender que le escuchaba, que quería que siguiese con lo que fuera que estaba diciendo.
—Siento como si mi cuerpo recordara tu tacto, como si por alguna razón, todo mi ser te recordase de algo, de algún lugar, de algún momento –
La sonrisa que le devolvió Rubén y sus ojos aguados le hicieron apreciar que iba por el camino correcto, que aquello que sentía de haber olvidado algo importante poco a poco desaparecía de su cabeza esa sensación de culpabilidad.
Esos ojos verdosos lo miraban con tanto amor, tanto cariño, su tacto se sentía tan correcto y tan especial, que su corazón se sintió cálido, amado y lleno, al fin, después de tanto tiempo, se sentía completo.
Acercó su rostro al del castaño con las ansias de poder probar nuevamente aquellos labios, su mente estaba nublada, poco a poco llenándose con imágenes que nunca vivió, que jamás sintió, pero con una sola cosa clara.
Rubén siempre estaba ahí.
Rozó su nariz con la del otro, esperando a que él le diera la aprobación necesaria para dar el siguiente paso.
Si bien se habían besado incontables veces desde su primer contacto de labios, este se sentía especial por alguna razón, se sentía nuevo y a la misma vez algo que ya habían hecho.
Las manos de Samuel se deslizaron por su cuello, aun a la espera de aquella afirmación, por muy minúscula que fuera, tomando con sus pulgares la mandíbula y levantando su cabeza un poco, logrando que Rubén finalmente diera el paso que el azabache esperaba.
Sintió la presión de sus labios con fuerza mientras bajaba sus manos hasta sus hombros para deslizarse lentamente por sus brazos, aquellas largas extremidades que poseía el castaño.
Un ligero escalofrío recorrió la espalda de Rubén haciendo que su cuerpo se estremeciera debido a lo reconocible de aquel beso.
El contacto fue suave en un principio, pero luego, como si necesitase más, Samuel se apoyó contra Rubén, haciendo que ambos cayeran sobre la cama donde momentos atrás se encontraban viendo una película, besándolo con intensidad. Sus labios cálidos y suaves mientras su cabello acariciaba el rostro del castaño.
Poco a poco los besos intensos disminuyeron, hasta transformarse en simples toques de labios, mientras recuperaban un poco la calma y la respiración para volver a abrir los ojos y mirarse intensamente el uno al otro.
Todo encajó, como la última pieza del puzle que faltaba.
—Rubén –
La sonrisa del castaño se ensanchó, comprendió inmediatamente el tono con el cual había salido su nombre por los labios de Samuel, estuvo esperando incontables veces porque llegase aquel momento.
—Te tomó bastante tiempo encontrarme Sam –
El azabache extendió una de sus manos, acariciando suavemente el rostro del castaño, comprendiendo que aquel era el que estuvo esperando todo este tiempo, su destino al fin se encontraba entre sus manos después de tanto.
—Te amo –
—Yo también te amo Sam, te extrañé –
—Y yo a ti –
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Second Life // Rubegetta
FanfictionComisión de Ary • Espero que te guste mucho como resultó todo