¡ dos !

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— Vamos, Minho, deja de quejarte tanto, sólo camina —Jeongin jaló a su mejor amigo por la acera mientras un puchero se formaba en sus labios.

— No me gustan las bibliotecas, son aburridas y sólo van ancianos —explicó, caminando con desgano tras el pequeño y berrinchudo rubio.

— En primer lugar, no soy un anciano, en segundo lugar, tienes que conocer a mi futuro novio —sonrió enormemente al escuchar sus propias palabras en voz alta.

Minho rodó los ojos y evitó hacer otro comentario, Jeongin solía ser un chico muy enamoradizo, especialmente con los chicos guapos. Relacionaba ese comportamiento con el hecho de que le gustaban mucho los libros de romance, esos libros en donde describían al personaje principal como el hombre perfecto, y siempre tenía expectativas altas en cuanto a sus gustos, así que no tenía dudas de que su nuevo amor, muy probablemente era un chico guapo, o misterioso, o el típico chico malo, o un amargado.

Ya saben, lo que llamaba la atención.

Jeongin sintió su corazon latir con fuerza cuando llegaron a la puerta de entrada, apretó con más fuerza su mano alrededor de la muñeca de Minho, nervioso.

— Recuerda que yo lo ví primero —le dijo, obteniendo un asentimiento de su parte.

La campana de la entrada sonó nuevamente, llamando la atención del pelinegro. Las mejillas de Jeongin tomaron un leve color rosa cuando la mirada de Hyunjin se posó en él, quedándose quieto unos segundos antes de empezar a acercarse al mostrador.

Minho se soltó del agarre de Jeongin, viéndolo avanzar hacia el chico que estaba sentado frente al mostrador. Negó con la cabeza y suspiró, tomando la decisión de sentarse en alguna mesa para ver desde ahí la posible humillación y esperarlo.

— Hola —Yang juntó sus manos, balanceándose suavemente sobre sus pies.

— Tú otra vez.

— ¿Sí, me recuerdas? —su sonrisa se ensanchó con la idea del azabache pensando en él.

— Viniste ayer y me estuviste viendo todo el rato, claro que te recuerdo.

— Es que eres guapo —las palabras sólo salieron. Hyunjin enarcó una ceja y ahora, Jeongin sólo quería correr y esconderse por ser tan boca suelta.

Minho escondió su rostro entre sus manos y suspiro con vergüenza al escuchar lo que Jeongin había dicho, por eso es que nunca lograba nada con nadie, era demasiado directo y no comprendía que no a todos les parecía que era algo bueno. La mayoría del tiempo, el rubio sólo se dejaba llevar y decía las cosas sin pensarlas antes, y otra vez estaba cometiendo el mismo error con el pobre pelinegro, su nueva víctima.

— ¿Gracias? —se sentía extraño, sus mejillas se calentaron y subió el libro hasta la altura de su rostro, ocultándolo— ¿Necesitas algo?

— Tu número de teléfono —respondió, sumergiéndose ambos en un silencio que empezó a poner ansioso al rubio mientras Hyunjin volvía a sonrojarse—. Me llamo Yang Jeongin —cambió de tema rápidamente—; ¿puedes decirme cómo te llamas tú?

Jeongin estaba atento, perdido en su belleza.

— No —respondió a secas, tratando de no sentirse avergonzado ante esa atención en él.

— Bueno, creo que fue suficiente —Minho se levantó de su asiento y tomó la muñeca del menor para llamar su atención, no podía seguir viendo como seguía asustando al chico y cómo se estaba ridiculizando—. Por tu propio bien, deberíamos irnos y jamás regresar.

Jeongin miró al pelinegro y mordió su labio inferior con duda, no quería irse, quería saber el nombre de su nuevo crush, era información totalmente necesaria, no podía irse sin saberla.

— Hyunjin, terminé con los libros de esta mañana, ¿hay algo más que deba hacer por el momento?

Jisung apareció al lado del mencionado, tomando asiento en la otra silla frente al escritorio, viendo con cierta sospecha al par de chicos.

— ¡Te llamas Hyunjin! —Jeongin sonrió, soltándose de Minho, quien no había dicho nada desde que el castaño apareció— Bonito nombre, Hyunjin, ¿quieres salir conmigo, Hyunjin? —su nombre sonaba bien, quería repetirlo todo el día. Un chico guapo necesitaba un buen nombre, y Hyunjin lo tenía.

Justo como me gustan.

— Uhm... buscaré algo que hacer allá atrás entonces —Jisung señaló con su pulgar hacia los estantes y empezó a caminar, huyendo de esa situación.

— Creo que también buscaré algo que hacer allá atrás —dijo Minho después de peinar su cabello hacia atrás con sus dedos, siguiendo al castaño con una sonrisa.

Jeongin seguía sin despegar la mirada de Hyunjin, ansioso por la respuesta que le daría, ahora no podía negarse, ¿cierto?

— ¿Otra vez te refieres a comer algodón de azúcar?

— No, hoy me refiero a comer manzanas acarameladas, todos los días es diferente.

— Lo siento, no me gustan —rechazó, sin embargo, la sonrisa en el rubio seguía intacta.

— Entonces un helado, a todos les gusta el helado.

Hyunjin suspiró sonoramente y negó, regresando a su lectura con la esperanza de que Jeongin se fuera así como el día anterior. La propuesta era tentadora, salir de esa aburrida biblioteca sonaba bien, pero algo le decía que si aceptaba, Jeongin no lo dejaría en paz nunca, y no, no necesitaba a un chico detrás de él todo el día.

— Estoy trabajando.

— Intentaré mañana —murmuró el menor, alejándose del mostrador sin más, dirigiéndose a uno de los estantes para tomar de nuevo el mismo libro del día anterior con la esperanza de que ahora sí leería el libro y no se distraería con Hyunjin.

Claramente, falló.

¡ ☁︎ !

— No es un mal chico.

Hyunjin dirigió su atención a su compañero de trabajo al escuchar su voz, dejando que se sentara a su lado.

— Ayer me invitó a salir también —comentó, deduciendo que se refería a Jeongin—. En mi vida lo había visto, no entiendo de dónde sacó tanta confianza, es raro —miró la hora en su reloj, percatándose de que ya casi era la hora de por fin cerrar e irse a su casa.

— Sólo le gustaste —se encogió de hombros—. Lo conozco, vamos juntos a la escuela, pero no somos amigos.

— ¿Qué sabes de él?

— No mucho, sólo que es muy enamoradizo, es simpático con las personas, y le gusta leer libros tontos.

Hyunjin asintió, aunque era muy poca información, no iba a indagar más, no quería parecer interesado, porque no lo estaba.

Claro que no.

— ¿Y el chico con el que vino? ¿Es su hermano?

Ajá, nada interesado.

— Ugh, no, es Lee Minho, su mejor amigo —rodó los ojos—. Es un año mayor que Jeongin y yo.

— Se fue detrás de ti.

— Síp —suspiró, guardando sus cosas, casi listo para irse—. Creo que tiene una estúpida apuesta y debe hacer que caiga por él, ¿no es ridículo? —acomodó la correa de su mochila en su hombro, recordando haber escuchado a sus compañeros de años mayores hablando al respecto con Minho. Parecían niños—. El tonto no sabe que yo sé sus intenciones, así que sólo me divierto con las cosas que me dice —rió.

Hyunjin rió también mientras negaba con la cabeza ante tal estupidez, en definitiva ese par era interesante de alguna extraña manera. Hasta cierto punto, Jeongin le causaba un poco de curiosidad, nunca había conocido a alguien tan directo, ¿de verdad gustaba de él? A lo mejor sólo era atracción física, no se conocían en lo absoluto, así que no habían más razones. Aun así, muy difícilmente alguien lograba ser tan seguro y eso lo desconcertaba un poco, no estaba acostumbrado a eso.

Sólo debía ignorarlo y se iría.

No es como si Jeongin lo fuera a invitar a salir a diario... ¿verdad?

── the library !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora