¡ extra !

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Jeongin resopló irritado al notar que su maleta no cerraba, puso la rodilla sobre la parte de arriba para hacer presión y así poder cerrarla, pero seguía siendo imposible, nada parecía funcionar.

— Ya te dije, saca las cosas que no vas a necesitar —Minho rodó los ojos, viéndolo desde la cama.

— Todo es sumamente importante, no puedo sacar nada —frunció el ceño, forzando el cierre de la maleta que apenas se movía.

— No necesitas llevarte esos peluches, Innie, sácalos.

Jeongin hizo un puchero, negándose a abandonarlos en su habitación.

— Sí es necesario —se cruzó de brazos—. No puedo dormir sin ellos, lo sabes.

— ¿Hyunjin deja que duermas con peluches cuando estás con él?

— Obvio.

Minho suspiró mientras negaba con la cabeza, se bajó de la cama y puso ambas manos sobre la maleta, presionando con fuerza.

— ¡Hazlo, ciérrala!

Jeongin se apresuró a buscar el cierre y, con todo su esfuerzo, logró cerrarla por fin. Sonrió satisfecho, y aunque la maleta parecía que explotaría en cualquier momento, al menos ya estaba cerrada.

— ¡Gracias, Honnie! —le sonrió ampliamente.

Minho sólo asintió con una corta sonrisa, pensando en que, al final, su mejor amigo tendría que abrir de nuevo esa maleta en algún momento y volvería a frustrarse por cerrarla.

Bueno, será problema de Hyunjin.

¡ ☁︎ !

Hyunjin subió la maleta de Jeongin al baúl del auto de su madre y luego ambos se subieron en los asientos traseros. El rubio se encontraba demasiado emocionado, nunca había ido a la ciudad, y según había escuchado, era maravillosa, ruidosa e iluminada.

Los Yang dejaron que Jeongin se fuera con los Hwang luego de que insistió mucho en ello. No estuvieron muy de acuerdo con dejarlo ir a un lugar desconocido, pero la señora Hwang les prometió que regresarían a salvo y que estaría pendiente del menor, y tras hablarlo entre adultos, por fin accedieron. Y a pesar de que sólo estaría en la ciudad por tres días, Jeongin no cabía de la emoción.

Durante el viaje, todos se mantuvieron hablando y riendo, en especial Jeongin, que no dejaba de admirar cada cosa que veía tan pronto salieron del pueblo. Una hora y media más tarde, algunos edificios empezaron a verse en el camino, cosa que lo mantuvo a pegado a la ventana.

— ¡Ese edificio es demasiado alto! —siguió viendo hacia arriba, sorprendido.

— Es un edificio de departamentos, es de los más altos de la ciudad —explicó cortamente Hyunjin, sonriendo enternecido.

Yang simplemente asintió, inquieto en su asiento. Luego de unos minutos, la señora Hwang se estacionó frente a una casa que parecía moderna. Jeongin sólo pensaba que en su pueblo no habían casas así, porque podían ser grandes, pero no tan modernas.

Los tres se bajaron del auto, siendo recibidos por el abuelo de Hyunjin, quien los saludó con evidente alegría, incluso a Jeongin, cosa que le hizo muy feliz.

— Tu habitación es muy amplia —se sorprendió el menor cuando se hizo paso dentro de esta.

Hyunjin asintió, dejando sus maletas y las de Jeongin a un lado de sus muebles. Caminó hacia la cama y se recostó con alivio sobre esta, estirando sus extremidades con pereza.

— Hyun, ¿vas a dormir? —dijo el rubio con un puchero en sus labios.

— No, de seguro estás emocionado por salir.

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