¡ dieciséis !

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Lo que empezó siendo el mejor día para Jeongin, se tornó de un momento a otro en un día que no quisiera recordar.

Minho insistió en buscar a Hyunjin para enfrentarlo, pero el menor lo detuvo bajo el argumento de que él no había hecho nada malo, incluso tuvo que fingir que no se sintió dolido cuando a lo lejos lo vió junto a sus amigos y bajando de aquella gran atracción con Seungmin.

Suspiró derrotado y decidió que quería irse a casa.

— No debí dejar que se fuera solo —dijo Minho luego de un rato—. Jeongin es muy llorón, y conociéndolo pasará llorando toda la noche.

— Escuchaste lo que dijo, él necesita estar solo, no podemos insistir en estar a su lado si no quiere —dijo Jisung, tomando su mano con timidez, causando que Minho pusiera sus ojos en él—. Estará bien, lo sabes.

Lee asintió con una débil sonrisa, sintiendo su corazón latir con rapidez ante el cálido tacto. Sabía que lo había arruinado todo desde el momento en el que Han dejó de ser una apuesta para él, ni siquiera supo en qué momento sus sentimientos habían evolucionado de esa manera en su interior, haciendo su trabajo de decir la verdad cada vez más difícil.

— Tienes razón —asintió el mayor, entrelazando sus dedos con los del castaño—. ¿Tienes hambre?

Jisung asintió con una sonrisa, sintiendo su estómago cosquillear, regañándose por ser el idiota más grande del mundo al empezar a ceder ante sus propios límites. De seguro Minho y sus amigos se reían de él a sus espaldas, pero podía seguir fingiendo que todo eso era simple actuación, sin revelar que eran sus verdaderos sentimientos.

¿Cómo podían ser ambos tan tontos?

¡ ☁︎ !

A la mañana siguiente, Minho llegó muy temprano a casa de los Yang, entró a la habitación de Jeongin sin siquiera tocar y se acercó a su cama. Suspiró al verlo todavía dormido a pesar de que ya eran casi las doce del mediodía, y Yang Jeongin nunca despertaba tan tarde.

Lo movió con sutileza hasta que abrió sus ojos lentamente, quejándose por lo bajo por la interrupción en su sueño, cubriéndose completamente con las sábanas.

— Ya levántate, es tarde —dijo el mayor, moviéndolo de nuevo.

— Déjame en paz, hay comida en la cocina, no necesitas levantarme para que comas algo —se quejó, girándose para darle la espalda.

— No vine por la comida —sonó indignado, apartando las sábanas de su mejor amigo—. Bueno, en parte sí, pero ahora sólo quiero que te levantes.

Jeongin suspiró resignado, talló sus ojos y se sentó, viéndolo con clara molestia.— Bien, ya me levanté, ¿qué quieres?

— ¿Qué es ese humor tan feo?

— No tengo un humor feo —hizo un puchero, frunciendo el ceño.

— ¿Te sientes mejor? Ya sabes, por lo de ayer.

— No, todavía me siento triste, y si vienes a decirme que vaya a la biblioteca, no pierdas el tiempo y vete tú solo —volvió a acostarse, subiendo la sábana sobre su cabeza.

— No vengo a pedirte eso... ¿no ves que sigo en pijama?

Jeongin salió de su escondite y lo miró, apenas dándose cuenta; rió por lo bajo al ver que tenía esa pijama ridícula de la que muchas veces se burló.

— ¿Entonces?

— Sólo vine a pasar el día —se encogió de hombros—. Vamos por elotes donde Changbin, hay algunas películas pendientes que debemos ver.

── the library !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora