¡ ocho !

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Jeongin se detuvo frente a su puesto de elotes favorito de todo el pueblo con una gran sonrisa en sus labios. Conocía al hijo del dueño, por lo que a pesar de que hubiera mucha gente, sabía que sería atendido rápidamente por el cariño que éste le tenía.

Sin soltar la muñeca de Hyunjin, se hizo paso entre la gente hasta llegar al frente.

— ¿Qué haces? Debemos esperar hasta atrás —habló Hwang al notar que Jeongin simplemente ignoraba a las demás personas que estaban esperando su turno.

— Silencio, conozco al chico que trabaja aquí, es hijo del dueño, nos atenderán rápido —respondió sin mirarlo, llegando por fin al frente.

Cuando estuvieron al frente, algunas personas se quejaron en voz baja al verlos ahí sin haber esperado antes, sin embargo, nadie les dijo nada. Hyunjin se disculpó con los más cercanos y dirigió su mirada a las personas que estaban atendiendo, tratando de descifrar quién era el amigo de Jeongin que los atendería.

— ¡Jeonginnie! —llamó emocionado uno de ellos, limpiando sus manos en su delantal antes de acercarse— Termina este pedido, vuelvo en unos segundos —le dijo a uno de sus compañeros, volviendo su vista al rubio—. Me estaba preguntando cuándo vendrías de nuevo —le sonrió.

— ¡Binnie! —sonrió también, dando cortos saltitos de felicidad— Te presento a Hyunjin, es nuevo en el pueblo —señalo al pelinegro, quien se limitó a saludar con la mano. Yang se acercó a su amigo e hizo señas para que también se acercara, juntando sus manos alrededor de su oreja para que sólo él pudiera escucharlo—. Es un chico de ciudad, ¿no es genial? —susurró con cierta emoción.

— Déjame adivinar, ¿le dijiste que comieran elotes juntos? —preguntó divertido, cruzándose de brazos mientras Jeongin se sonrojaba sutilmente.

— Hace unos días, sí, y me rechazó —hizo un puchero, viendo ocasionalmente al mayor a su lado— ¡Pero hoy me invitó él! Eso es un avance —su sonrisa volvió, emocionado.

— Nunca cambias... —rió, negando con la cabeza— Fingiré que no me siento herido por tu nueva conquista.

— Tú me rechazaste —se encogió de hombros, hablando en tono de broma.

Hyunjin frunció el ceño con esa conversación, dándose cuenta de algunas cosas en cuanto a Jeongin, como por ejemplo, que usaba esa misma táctica de invitar a salir a alguien un poco seguido.

— Lo sé, sólo bromeo —le guiñó el ojo con una sonrisa divertida—. Entonces, ¿quieres dos de los de siempre?

Jeongin miró a Hyunjin con ojos brillantes, esperando que fuera él el que decidiera lo que iban a comer, quería sentirse como en una cita en donde su chico soñado lo invitaba, aunque ni por cerca era una cita; pero Hyunjin no conocía el lugar, tampoco lo que a Jeongin le gustaba, así que asintió ante la propuesta del otro chico frente a ellos.

— Está bien, siéntense donde quieran, en un momento llego con su pedido.

El rubio jaló la manga de Hwang para llamar su atención, obteniéndola rápidamente.— Dile que también quiero un jugo de moras —le susurró.

— Y dos jugos de moras, por favor —se dirigió de nuevo al vendedor, causando que riera cortamente por la manera en la que Jeongin se comportaba con Hyunjin.

Jeongin sonrió satisfecho y caminó hacia una mesa vacía al aire libre, cerca de la calle. Hyunjin se sentía extraño, él no acostumbraba a ir a lugares así; en donde él vivía en la ciudad, solía salir con sus amigos a restaurantes un poco más reservados, nunca en un puesto de comida así, y no porque no existieran, sino porque no era su primera opción comer algo en la calle, sus padres siempre le dijeron que podría enfermarse, sin embargo, no le iba a quitar esa ilusión a Jeongin de comer donde él quería.

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