¡ diez !

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Jeongin no se percató del todo cuando Hyunjin se alejó, se encontraba tan entretenido que, por el momento, sólo quería prestarle atención a los gatitos que maullaban cada dos segundos mientras lo mordían o lo aruñaban. Él siempre quiso tener una mascota así, pero sus padres nunca le dieron permiso, por eso es que se encontraba tan maravillado.

— Ya, Tigre~ deja de escalar en mi camisa —trató de apartarle, pequeños rasguños habían arruinado su ropa—. Tus hermanos no son tan inquietos —le dijo como si en algún momento fuera a responderle.

Rió suavemente ante su propia frustración, no podía enojarse.

— Jeonginnie~.

El rubio levantó la mirada para encontrarse con tres de sus compañeros de clase, identificándolos al instante, les sonrió de manera amable, no los veía desde que sus vacaciones iniciaron a pesar de que todos vivían relativamente cerca.

— ¡Hola! —saludó, agitando su mano libre.

— ¿Viniste con Minho? —preguntó uno de ellos, agachándose hasta la altura de Yang y hablándole con voz suave.

Jeongin negó con la cabeza, apartando la mirada por la repentina cercanía, sintiéndose un poco incómodo.

— ¿Por qué no me miras? ¿Ya no te gusto?

— No —respondió directamente, haciéndose un poco hacia atrás, nervioso—. ¿Pueden irse? —murmuró, escuchando la risa de los demás.

— Ah... cierto, tú cambias de chico cada que puedes.

Jeongin ladeó la cabeza, un poco confundido y sorprendido, no era la primera vez que alguien decía algo al respecto, una parte de él estaba muy consciente de la imagen que daba, pero no era intencional, ¡ni siquiera había dado su primer beso! No es como si alguna vez estuvo en alguna relación.

No lo entenderían.

— Váyanse, estoy esperando a alguien —frunció el ceño, sosteniendo entre sus brazos a los gatitos que se habían tranquilizado un poco.

Nunca lo molestaban en la escuela, la mayoría del tiempo pasaba muy desapercibido, sabía que las personas decían cosas feas de él debido a su forma directa y extrovertida de ser a veces, especialmente con los chicos guapos, incluso por eso creían que era extraño, pero nunca se lo decían de frente, y realmente lo prefería de esa manera.

— Vamos, Innie, has coqueteado con nosotros, ¿y ahora haces como si nada?

— ¡Es que ya no me gustan! —exclamó exasperado, sólo quería que se fueran, no encontraba las razones por las cuales lo estaban molestando justo en ese momento.

— Ya déjalo, se va a poner a llorar, ya sabes cómo es —dijo otro al notar que Jeongin había empezado a respirar más agitado. Rodó los ojos.

— Está bien —sobó la mejilla del menor, causando que éste se alejara tan pronto sintió el contacto—. Si fueras menos fácil me habría fijado en ti, eres lindo, pero a este ritmo, créeme, jamás nadie querrá estar contigo.

Y eso fue suficiente para hacerlo llorar. Odiaba ser tan emocional, nunca podía defenderse de nadie y siempre terminaba llorando a la espera que alguien más lo ayudara, pero Minho no estaba cerca, él era el único que lo hacía sentir bien cada vez que alguien lo hacía llorar por cualquier cosa.

— ¿A qué se debe la reunión de idiotas? —Hyunjin apareció detrás de ellos. Había escuchado vagamente lo que ese chico le había dicho a Jeongin, y mentiría si dijera que no se molestó.

Los tres chicos se giraron a verlo, analizándolo de pies a cabeza, hasta llegar a la conclusión de que no lo habían visto nunca por esos lados.

— ¿Y tú eres...? —preguntó uno de ellos, Jungsu, quien se había mantenido en silencio durante ese tiempo.

— ¡Espera! —interrumpió Chungho, alejándose de Jeongin para ponerse frente a Hyunjin— Déjame adivinar, ¿su nueva conquista?

— Eso qué te importa —respondió el azabache con seriedad, fijando su vista en el rubio que seguía con la vista gacha mientras acariciaba a sus gatitos—. ¿Necesitas algo o sólo vienes a estorbar?

— Sólo vinimos a saludar a nuestro pequeño Innie —dijo con voz suave, sonriéndole como si no estuviera haciendo algo malo.

— Bueno, váyanse ahora entonces.

— No te molestes, nadie te está quitando a Jeongin, ¿está bien? Pronto se aburrirá de ti también, sólo espera que vea a alguien más guapo que tú y se irá tras él como el necesitado que es.

Hwang suspiró sonoramente y rió por lo bajo, caminó unos pasos hasta agacharse y acercarse a Jeongin, siendo observado curiosamente por los tres chicos.

— Toma esto, sostenlo por mí —el menor levantó la mirada rápidamente y agarró las bebidas junto a los algodones de azúcar que compró.

Todos estuvieron a la expectativa, confundidos por la actitud tan en calma del alto pelinegro. Hyunjin regresó hasta posicionarse frente a Chungho y, sin siquiera dejar que lo asimilara, lo tomó del cuello de la camisa con fuerza y lo acercó a él, dándole una penetrante y amenazadora mirada.

— No sé cual sea tu maldita frustración, no sé si es porque tienes baja autoestima porque Jeongin encontró a alguien más guapo que tú, o porque estás tan falto de atención que necesitas hacer este tipo de cosas para divertirte o sentirte bien —lo jaloneó, notando que los otros dos se acercaron con la intención de rodearlo, pero también podía notar que no querían meterse—. Pero de donde yo vengo, resolvemos las cosas como se deben, así que si no quieres que esto se ponga feo, es mejor que te largues y no vuelvas a acercarte a él, ni tú, ni tus cobardes amigos, ¿quedó claro?

Chungho asintió lentamente, nervioso, no quería meterse en una pelea con un chico que claramente se veía mayor que él, además, no le convenía, si sus padres se enteraban que había estado en una pelea, lo iban a castigar, así que con mucha molestia tuvo ceder.

Hyunjin lo soltó de manera brusca, empujándolo hacia un lado, y segundos después los tres ya se encontraban lo suficientemente lejos. Regresó su vista hacia el rubio que lo miraba sorprendido con sus ojos cristalinos por haber llorado recientemente. Se sentó frente a él en silencio y agarró su algodón de azúcar, empezando a comerlo en silencio.

— ¡Eres increíble! —Jeongin exclamó con una enorme sonrisa, limpió sus ojos con el dorso de su mano, dejó a los gatitos a un lado y se sentó más cerca de Hyunjin, viéndolo con admiración.

— ¿Por qué dejas que te digan esas cosas sin responderles? —lo miró, fijándose en que su sonrisa desapareció lentamente.

— Es primera vez que me molestan de frente —dijo, apenado, sintiéndose un poco regañado—. A veces escucho cosas, pero es mejor no hacer caso, ¿no lo crees?

Hyunjin lo miró durante unos segundos, recordando esas palabras crueles. No quería seguir haciéndolo sentir mal, así que acarició un poco su cabello de manera cariñosa, obteniendo de nuevo esa brillante mirada que hacía latir su corazón de una extraña manera. Jeongin volvió a sonreír, y sin previo aviso se tomó el atrevimiento de abrazarlo como un agradecimiento por haberlo defendido.

¡Era como un sueño! El chico que le gustaba lo había defendido, justo como había leído en sus libros, y eso sólo le seguía asegurando que Hyunjin era diferente, único, especial, porque no sólo era guapo, sino que lo tenía todo, ¿qué más podía pedir?

Por otro lado, Hwang no pudo evitar agitarse al sentirlo tan cerca, quedándose inmóvil, dejándose abrazar por el pequeño rubio a su lado. A pesar de que no respondió el abrazo, Jeongin parecía estar muy feliz, y por el momento eso estaba bien. Regresaron su atención a los gatitos tiempo después, jugueteando con ellos y acariciándolos, hablaron sobre muchas cosas, y Hyunjin descubrió que Yang tenía muchas cosas para decir, conociendo ese lado suyo que le parecía también muy interesante y tierno.

Jeongin pasó el mejor fin de semana de su vida, y Hyunjin se convenció de que quería conocerlo un poco más.

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