CAPÍTULO 1

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Jason acababa de bajar del barco cuando ya se encontró el primer obstáculo: el control de seguridad del puerto de Tres Ríos. Como si no hubiera tenido suficiente con aquel horrible trayecto en barco. Había vomitado por lo menos 20 veces, el viaje desde Puerto Negro había sido insufrible. Tenía que cruzar el Océano Larthos para llegar a Tres Ríos aparte de cruzar el río Mecos, que era transitable. Su objetivo, la República; un estado moderno creado por todas las razas para compartir convivencia, tecnología y cultura. Pero también para competir entre ellas a ver que raza era la más longeva, la más fuerte y la que dominaba mejor la magia. La República era un 'estado colchón', en aquel territorio residían los demonios, antes de ser expulsados. Ahora estaba gobernada por un arcángel que era envíado desde Celestia, la capital del Reino del Cielo.

Él era un archimago, ese era su linaje. Pertenecía a la Raza Mortal, junto con el Linaje de los Magos, el Linaje de los Enanos y el Linaje de los Humanos. Los Archimagos eran los más poderosos de su raza; sin embargo, tras la Gran Guerra, la Raza Mortal( a excepción de los Enanos) había sido subyugada por la Raza Ascenvakir, esta raza contaba con dos linajes: el Linaje de los Ángeles y el Linaje de los Arcángeles. Aquello había causado que el Rey de los Mortales desapareciera y ahora estaban gobernados bajo el Rey de los Cielos. Los enanos estaban ahora gobernados por el Rey de las Montañas. Conclusión: estaba en lo más alto de su raza, pero en una casta baja. Las otras razas eran: la Raza Feérica, gobernada por el Rey de las Estaciones; la Raza Tritón, gobernada por la Reina de los Océanos; la Raza Devakir, gobernada por el Rey de la Oscuridad. Aunque esta había sido exiliada a Malakim, otro mundo, pero solo el Linaje de los Demonios había sido exiliado tras perder en La Gran Guerra. El Linaje de los Cambiapieles y el Linaje de los Vampiros continuaban viviendo en este mundo, Terra, pero estos estaban gobernados por el Alfa de los Cambiapieles y por el Emperador de la Sangre, respectivamente. Aunque él tenía una casta baja, tenía la misma magia que un hada o un ángel; sin embargo su esperanza de vida dejaba mucho que desear.

Eso no había impedido a Jason trabajar como un cabrón en la ciudad de Carsodonia a las órdenes de los maestros archimagos para dominar su magia. Le había costado diez años dominar su elemento principal: el Fuego; aunque, sin tirarse flores, manejaba bien los otros cuatro: rayo, viento, agua y roca. Pero aquel aprendizaje había sido un juego de niños comparado con aquel horrible viaje, dioses, ¡qué mal lo había pasado!

El Puerto de Tres Ríos, era una sede encima del agua, sujetada con hechizos mágicos que servía como aduana para que no entraran criminales en la República. Las paredes blancas con pantallas digitales donde se veían los horarios de los barcos llenaban la sala principal. Los técnicos humanos, se habían pasado desde hace novecientos años, que terminara la Gran Guerra, desarrollando máquinas que se valían de la energía mágica del ambiente para funcionar. Ese había sido el logro de los humanos, esa era su forma de sobrevivir, usando su intelecto. Pero bueno, él poseía magia así que había estudiado por sus padres humanos, para mandarles dinero. Se dedicaba a resolver casos en Carsodonia, pero su eficacia le había valido un puesto en la exitosa República, por eso estaba allí. Se dirigió al control de la aduana.

La humana del control de seguridad le dijo con voz aburrida:

-Por favor, deposite sus objetos metálicos en la caja y entregueme su identificación.-

Él la obedeció y cuando pasó el control respiró profundamente, estaba dentro, dentro de la República... aquello era increíble. La humana le devolvió sus pertenencias dijo en voz alta:

-¡Siguiente!-

Pfffff.... aquella humana vivía amargada. No la culpaba, los mortales vivían subyugados y eran lo más bajo de aquel mundo. A excepción de los esclavos, por supuesto.

RAZAS, LINAJES Y CASTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora