CAPÍTULO 2

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Aquel era el peor día de su vida, definitivamente. Le habían asignado un caso peligroso, una compañera pasota y encima tenía que patrullar aquella ciudad que no conocía para nada. Una mierda gorda y que no hacía más que empeorar. Maldito Etael, le había asignado ese caso nada más empezar y encima no le había dado ni un día para adaptarse a la ciudad. Con una sincronización mágica, su móvil sonó. No conocía el número, pero empezaba por sesenta y siete, era un número Ascenvakir.

-Dígame.-Contestó él, no se molestó por ocultar su enfado.

-Cuidadito, mortal.-Mierda, era Etael. Se apuntó mentalmente agregarlo después para que no volviera a suceder.-Lo pasaré por alto porque es tu primer día, si vuelve a suceder...bueno, puedes imaginarte lo que te pasará.-

-Gracias, jefe. Lo siento.-Otra vez a hacerle la pelota, no lo sentía en absoluto.

-¿Ya has hablado con Sarah?-

-Sí, se acaba de ir a un evento que ha dicho que tenía en no se donde.-Empezó a relatarle aburrido.

-¡La has dejado sola!-Parecía enfadado, mierda. No estaba causando una buena primera impresión, definitivamente.-No podéis separaros, en ningún momento. Ella es una agente especial de los feéricos, de la división primavera.-

Santa Leva, la división primavera estaba en lo más alto de los agentes feéricos. Se dividían en cuatro secciones, cada una con su príncipe: la división primavera, verano, invierno y otoño; con los príncipes del verano, otoño y primavera y por último la hermosa princesa del invierno.

-Debéis estar juntos, en todo momento. Si es necesario, debéis convivir. Este caso es de extrema importancia. Síguela y obligala, es una orden.-¿Convivir? Bueno, quizá a ella le resulte más molesto que a él.

-Está bien, jefe. La seguiré y se lo diré.-Más trabajo, mierda.

-Cuidado, mortal. El peligro acecha.-

-Lo tendré.- Colgó.

Invocó una runa en el papel. Hechizo de localización, la runa brilló y se elevó para volar hacia donde estaba Sarah.

Sarah llegó justo cuando empezaba el funeral. Allí estaba su mejor amiga, vestida de negro con una chaqueta de cuero y unos pantalones anchos. Eleanor Balfour, ella era en su forma humana, bajita y con el pelo rizado corto descansando sobre sus hombros y de color castaño. Tenía los ojos de color ambar y la piel morena, de entrenar al sol con sus compañeros. Era una Devakir, del linaje cambiapieles; que estaban caracterizados por poder transformarse en animales el doble o el triple de grandes de lo normal. Compartían raza con los vampiros y los demonios, estos últimos habían sido exiliados a otro mundo en la Gran Guerra. Eleanor se podía transformar en un tigre plateado gigante, sin duda era poderosa; de ahí su título como la líder de todos los cambiapieles de Tres Ríos.

Su hermana se encontraba a su lado, vestida como ella pero sin chaqueta, llevaba una falda y unas mallas. Lailah Balfour, de estatura media llevaba el pelo largo recogido en una coleta de color negro acabado en puntas teñidas de color azul. Tiene los ojos de color ambar, como sus hermanas y la piel morena de entrenar también. Ella se transformaba en halcón, un halcón de plumas color ocre que podía alcanzar velocidades de hasta cuatrocientos kilómetros por hora.

El funeral de Seraphine, allí estaba ella, apoyando a sus amigas. Con lágrimas en los ojos se acercó a la tumba y dibujó una runa, creación de la vida, un ramo de rosas negras apareció encima de esta. Eleanor y Lailah la miraron agradecidas. Podía notar la tristeza de ellas emanar, gracias a la herencia de su asqueroso padre, maldito sea siete millones de veces, podía notar las emociones de los demás. Miró a Eleanor, y después hacia la puerta. Un mensaje en clave, tenían que hablar. Ella asintió. Después se levantó y se dirigió a decir unas palabras sobre Seraphine.

RAZAS, LINAJES Y CASTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora