CAPÍTULO 16

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Eleanor se levantó pronto. Estaba impaciente por ir al Mercado Negro a interrogar al mago capturado de Eclipse. Lailah ya estaba preparada para partir hacia Rosemar con la misiva del requerimiento de la presencia del Príncipe de la Primavera, Alahrun Tevarien en Tres Ríos para una reunión con la líder Belfour, que era ella. Eleanor se quedó estupefacta al saber que el Príncipe de la Primavera era parte de los Arcanos.

Según los manuales de historia, Alahrun Tevarien es hijo del actual Rey de las Estaciones, Vineto Tevarien. Ambos son hadas de la primavera y ambos participaron en la Gran Guerra de hace novecientos años. Alahrun tenía por aquel entonces apenas cien años, su padre, trescientos. Las hadas eran extraordinariamente longevas, podían llegar a vivir hasta tres mil años si eran poderosas y no morían en batalla o asesinadas por algún rival.

Porque así funcionaba la sociedad feérica, todo lo era el poder mágico. Alahrun llegó a su posición tras matar al anterior Príncipe de la Primavera, cuyo nombre no se recuerda, hace unos quinientos años. Poco después, su padre mató al anterior Rey de las Estaciones, Seramus Nafalen y ascenció al trono. El resto de los príncipes ascendieron en los últimos trescientos años, ella se acuerda de la última batalla entre la realeza hada. Fue entre el anterior Príncipe del Invierno, Kineo Bevalen y la actual Princesa del Invierno y heredera al trono, Alysandre Aldajen.

Las hadas ocupaban los puestos de poder entre los feéricos y esto no le parecía importar al resto de linajes. Vivían felices sabiendo que las hadas los cuidaban. Y una mierda para su boca, las hadas se protegían unas a otras y entre las distintas cortes. Si pudieran, abandonarían al resto de linajes. Pero la fuerza de la raza feérica depende también de los druidas, los faunos, los duendes y los gnomos. Los trasgos son más distantes y ya no viven en el Bosque de la Vida, sino que viven en los Montañas Perdidas, al norte de East-Fall, capítal  del Reino Vampiro.

Lailah estaba frente a ella, esperando para despedirse. Así lo había acordado con Hetaro, Lailah iría con una misiva que sirviese como excusa formal para que el Príncipe de la Primavera visitase Tres Ríos. Ya que por él mismo no podía abandonar Rosemar; necesitaba una excusa. Si no, su padre, el rey, lo encerraría por un siglo entero como castigo.

Lailah llevaba un abrigo de plumas y unos pantalones cómodos color ocre como el abrigo. Llevaba además un bolos pequeño con el papeleo que había tenido que rellenar para la solicitud. Se dieron un abrazo fuerte.

-Ten mucho cuidado, no solo en el viaje. También es peligrosa la ciudad.-

Ella asintió.

Había estado otras veces en Rosemar como emisaria. Aquella ciudad tenía dos barrios. Uno con la mayor tasa de delincuencia de Terra y otro con la menor. Casualmente, la sede de la Primavera se encontraba en una meseta más elevada que el resto, por lo que llegaría fácilmente volando.

El problema venía cuando las hadas la vieran volando y la derribaran para torturarla por diversión. Las hadas eran unas sádicas. Eso sí, nunca mataban a sus prisioneros. Las únicas muertes de los feéricos eran a miembros rivales o a enemigos de guerra. El resto se pudrían en mazmorras durante lo que les quedara de vida.

-Tendré cuidado. Tenedlo vosotros también por Orvan, esta ciudad también está plagada de peligros.-Hizo una pausa y con la cara marcada con tristeza dijo:-Si Sera ya no los mantiene a raya, pronto podría empezar a haber atentados.-

Eleanor asintió, sí. Ella lo sabía, estaba preparada. Tenía a todos los cambiapieles sobre aviso. Sus policías también habían sido alertados. Según tenía entendido, los únicos que no habían movilizado a más unidades eran los Mortales y los Ascenvakir. Estúpidos, causarían desgracias por ser tan descuidados.

Lailah le volvió a dar un abrazo y se transformó en un halcón precioso. De plumas plateadas y azuladas, estas eran de algún modo brillantes y recordaban al mar bajo la noche. El halcón le guiñó un ojo y alzó el vuelo hacia el norte. Hacia la capital del Reino de los Feéricos. Hacia Rosemar.

RAZAS, LINAJES Y CASTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora