Nuevo Hijo, Nuevos Problemas

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–Entonces– habló la señorita Watanabe –¿Han tenido algún problema durante este tiempo de prueba con Miya?– miró a los adultos.

Tanto Joe como Cherry intercambiaron miradas nerviosas.

–Para nada– mintió el peliverde.

–Ni uno solo– lo siguió su esposo.

–¿Enserio?– los miró sorprendida –Eso es inesperado, no es raro que las nuevas familias tengan ciertas dificultades en adaptarse a la nueva rutina que un pre adolescente involucra.

–Bueno ¿Qué podemos decir? Nos llevamos de maravilla ¡Casi como si nuestro destino fuera estar juntos!– dijo Kaoru intentando sonar convencido.

–Totalmente; Miya nos adora y nosotros a él– tomó Kojiro su mano.

Pero los dos sabían que había cierto grado de mentira en sus palabras. Por desgracia, se dieron cuenta a las malas de que ser padres de un preadolescente no es tan sencillo como ellos esperaban.

Todo había empezado hace unos días, después de la comida en casa de Reki...



Apenas entró al auto y soltó un pesado suspiro.

Se apoyó contra la puerta y resistió las ganas de soltar una lágrima.

–¿Todo bien?– le preguntó Joe.

–No debí venir– soltó con un gruñido –¿¡En qué estaba pensando!? Ella me odia en estos momentos.

–¿Koyomi?

–¡SI!– gritó –Ugh, soy un idiota.

–Miya, cálmate– lo miró preocupado –¿Qué pasó con Koyo? ¿Se pelearon? ¿Te hizo algo o tú a ella?

El menor bajó la mirada para ver cómo sus manos temblaban de nuevo. Mordió su labio al tiempo que dejaba escapar una lágrima.

–No– mintió –Solo tuvimos un desacuerdo– forzó una sonrisa.

–¿Estás seguro?– arqueó una ceja.

Asintió –¿Y Cherry?

–Con la señorita Watanabe, en casa.

–¿Cuánto tiempo más va a estar revisándonos?– se cruzó de brazos –Es molesto y no planeo volver con mis padres.

–Ella solo se preocupa por ti, chico.

–Eso no quita el hecho de que sea molesto– se apoyó contra el asiento de copiloto.

El resto del camino fue en silencio; al menos hasta que Kojiro se dio cuenta de que el menor estaba llorando.

–¿¡Estás bien!? ¿Te pasó algo?– preguntó alarmado.

–Sí, estoy bien.

–¿Y por qué lloras?

–¡No lo sé! ¿Ok?– contestó.

–¿Cómo no vas a saber?

–¡Solo no lo sé!– gritó.

–Miya, no es correcto que grites– buscó verse firme.

–¡No estoy gritando!

–¡MIYA!

El Límite del InfinitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora