Pɪɴɢ Pᴏɴɢ 𖦹 Shu Sakamaki

F.V

    

     La biblioteca fue una zona de reuniones cotidianamente. Se aseguraban de que nadie escuchara nada, y ahora que había una nueva amenaza, peor.

Pasaron horas ahí mientras garantizaban que la mujer se quedará en la habitación hasta juzgar la situación.

Tal vez Karlheinz pensó que los cuatros hermanos iban a luchar por proteger a la humana como con Yui.

Pero, se equivocó.

Era una carga más para los hermanos, y aún más sabiendo que no podían beber de ella como lo habían deseado.

Ruki al igual que Yuma la detestaron; aunque era bonita su personalidad diferente hacía que ambos adolescentes la quisieran lejos.

Kou se frustró; el primer sentimiento al saber que ella era alguien primordial del cual no iba a sacar nada de provecho, fue envidia.

Y Azusa le dio igual; él haría lo que quería, aunque se decepcionó al ver su actitud cortes, y no abusiva cómo siempre esperó.

Estaban molestos por no poder hacer lo que harían con las antiguas novias dado que Karlheinz se los prohibió.

Se preguntaron porque cuidaba de la mujer y no le permitía beber o hacer lo que harían los Sakamaki con Yui.

— ¡Esto es injusto! — Bufó Yuma golpeando el posa brazos del sillón.

— ¿Por qué a ellos les envía sangre fresca y nosotros somos cuidadores? — Agregó Kou.

— Y es totalmente desagradable — Azusa también aportó dejando a un Ruki totalmente pensativo.

Creyó que habría algo más que solo una adolescente que iría a la escuela con ellos y para su mala suerte, quería saber más.

Aunque el solo era un experimento más para el hombre, y tan solo contaba sus planes si eran útiles.

— Debemos conformarnos con esto.

— ¡Siempre es igual! — Chilló Yuma.

— ¡Basta, Yuma! Somos lo que somos, y Hattie es nuestra responsabilidad — Ruki impuso su voz.

— No pelearé con nadie por ella — Kou aclaró.

— Es una invitada bastante simple...— Alegó —...no habrá inconveniente.

     Esa mañana el viento corría, y trajo consigo una lluvia calmada. Hattie lo denominó como un clima perfecto para su nueva vida.

Dobló el último vestido de puntos rojos, y lo coloco en el armario junto al resto de sus prendas ya guardadas.

Decidió permanecer en su habitación hasta que alguien hablará por ella. Se acercó hacía la ventana de su habitación, y sonrió viendo las gotas.

Vió el inmenso jardín que había adelante de su alcoba. Parecía una princesa en un castillo exquisito.