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Perder lo que habían jurado proteger era humillante. Los hermanos Mukami se encontraron en la biblioteca, angustiados.
Yui Komori también estaba ahí, sentada entre los cuatros adolescentes. Esperó que alguien dijera algo, pero no lo hicieron.
Fue la voz de la razón que evitó que buscarán a Hattie en la mansión Sakamaki dado que ni Ruki pudo controlarse.
Cada minuto que pasaba el sentimiento de insuficiencia crecía. El más afectado era Kou, él pensó que le debía cuidar a Hattie a esa persona.
— Debemos traerla — Otro impulso lo hizo ponerse de pié — ¡Hattie no vivirá con ellos! — Concluyó Kou.
— Ellos quieren a Yui, ¿no es así? — Ruki miró hacía la ventana — Debemos intercambiar.
Por supuesto que, Komori era importante para ellos. Sin embargo, saber que no era posible lograr lo que se propusieron, cambió las cosas.
Y por más que Yuma intento, su cuerpo tenso les dejo ver a los demás que no estaba para nada contento.
— Hablaré con Reiji en la academia — Sentenció el mayor — Por el momento no hagan tonterías.
— Creo que no es justo — Yuma detuvo a todos los que pretendían irse de la biblioteca — Yui debe quedarse.
— No está en tela juicio — Negó Ruki.
— Entonces, ¿Les daremos lo quiere?
— ¿Quieres dejar a Hattie con ellos? — Kou alzó su voz.
— Y en su lugar daremos a Yui — Respondió con sarcasmo.
— Ellos quieren a Yui, de Hattie no necesitan nada — Kou se acercó a su hermano mirándolo fijamente — No dudarán en asesinarla.
Yuma simplemente lo miró.
— ¿Estás enamorado? — Sonrió ante la expresión confundida de Kou — Hattie está bien con el imbecil de Subaru.
— Yuma no sabes lo que dices — Susurró alejándose.
— Si, lo sé. ¡Y es feliz con ellos! — Gritó — No quieres cambiarla pero ellas siempre volverán con los Sakamaki aún si son peores que nosotros.
— La cena está lista — Anuncio Ruki saliendo del lugar con Yui atrás de él.
— Está molestó porque Subaru estuvo más tiempo que él con Hattie — Reconfortó Azusa a Kou cuando estuvieron solos — Supongo que eso le preocupa.
El golpe que se sintió en toda la mansión Sakamaki, atrajo la atención. Seis pares de ojos fueron directamente a la adolescente.
Sintió miedo, un verdadero temor. Aquellos tipos habían demostrado su grandeza en la academia, no quería volver a verlos.
Inconscientemente su mirada busco al menor de los hermanos, Subaru. Apartados de todos, también la observó.
Todavía tenía las marcas del forcejeo con Ayato en sus muñecas. Y él aún la sujetaba por la cintura.
Dejo de pelear, de moverse. Cualquier paso sería excusa para desatar su ira.
Volvía a ser como con los fundadores, ella no estaba con los Mukami, y tal vez nunca los volvería a ver.
— ¿Una explicación? — El mayor se acomodo sus anteojos mientras exigía aquella respuesta.
— No encontré a Yui — Encogió sus hombros, y la empujó hacía delante — no volvería con las manos vacías.
— Es más silenciosa que Bitch-chan — Opinó Raito acercándose — Eso no me gusta.
Hattie ladeó su cabeza dando pasos hacia atrás. Ignoró a los trillizos para hablar con Reiji.
— No debería estar aquí — Aseguró — Quiero irme.
— Pobrecita — Escuchó una risa breve a su costado — El mayor está ahí — Señalo al sillón en su costado con un rubio acostado.
— De todas maneras — El pelinegro acomodó su anteojo — No es posible tal cosa.
— ¡Karlheinz me envió con los Mukami! — Repitió en gritos — ¡Quiero irme!
El silencio prevaleció ante el arrebato de la fémina. Reiji frunció el ceño, ni siquiera pudo pensar claramente cuando tuvo el cuello de Hattie entre sus manos.
— Escúchame claramente — Siseo — Debido a tus escasos modales te irás directo a tu habitación, y agradece que tendrás una cama.
Empujó a la adolescente hacía atrás, ella tambaleó pero no se cayó. Lo miró con enojo, la rabia irradiaba de su expresión.
Fue idéntico a Shin, tan cruel sin ningún punto de partida. Solo disfrutaba siendo despreciable, un inmundo ser.
— Karlheinz vendrá a buscarme — Susurró de vuelta para enfrentar al segundo hermano.
Ni siquiera sabía si aquello era algo regularmente cercano a la realidad. Él no la había llamado desde que llegó, y menos se despidió.
Pero la expresión en el rostro del sujeto, fue suficiente para poder aliviar su interior.
— Camina Hattie — Ordeno Subaru evitando que la situación se agrave.
— Puedes irte — Sugirió de mala gana.
— Entonces, estás en mí casa Hattie.
— Créeme, si pudiera correr a América, lo haría.
— Cómo sea — Susurró — Aquí las reglas son simples, solo cierra tu boca.
— Pudrete, tú y tus hermanitos.
— Nadie va a protegerte aquí, así que solo céntrate en sobrevivir.
— ¿En algún momento me dejaran ir? — La desesperación la hacia divagar entre las distintas reacciones que podría tener con el menor de los hermanos.
— No lo sé — Fue la primera vez que sintió un poco de sentimiento en la voz de alguno de ellos — Siempre hay una primera vez.
Hattie no se sintió mejor con aquello aún si esa era la principal intención del menor. Con las últimas palabras pudo comprobar algo, nadie había escapado, y no había nada en ella que la hiciera especial.