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El despertar ❦︎
H attie soltó un bostezo por segunda vez mientras el profesor seguía explicando la materia de historia. Para ella todo era nuevo, ni siquiera entendía que la segunda guerra mundial había ocurrido realmente aunque todavía no nacía.
Levantó la mano llamando la atención del docente, quien le permitió salir al baño. Camino con por los pasillos hasta encontrar los sanitarios, y fue directo a lavar su rostro con el agua fría para despertarse un poco.
Se sobresalto al escuchar la puerta del sanitario abrir nuevamente y observó como Yui entraba por ella. La rubia, sin embargo tenía una mano en su pecho mientras se hacía presión.
— Me duele el pecho — Dijo con dificultad a lo que Hattie intento agarrarla para ser de apoyo en caso de que se cayera ahí mismo.
— Vamos, te llevare a la enfermería — Propuso antes de que la rubia se negase.
— No te preocupes — Tranquilizo la rubia para alejarse de la adolescente y camino para apoyarse en los lavabos del baño.
— Si quieres...— Antes de terminar de hablar, Yui solto un quejido por lo que casi se desvaneció —¡Yui! — Chilló.
La rubia seguía cabizbaja, con las manos en el lavamanos en una postura extraña. Hattie la llamo varias veces, esperando que de alguna manera reaccionará. Por primera vez en meses, esperaba que algún vampiro se apareciera.
Sin embargo, de otra manera extraña Yui logró recomponerse como si nada hubiese ocurrido. Hattie comenzó a cuestionar sobre su estado, pero la rubia la empujó hacía un costado.
— ¿Que demonios te ocurre Yui? — Le grito irritada viendo la espalda de la rubia que desapareció en un segundo.
Permaneció estática con miles de preguntas en la cabeza. No la había visto comportarse de aquella manera, ni siquiera cuando los hermanos lograban molestar. Tal vez, ahora se sentía mucho por la exquisita sangre que supuestamente tenía.
— Idiota — Susurró nuevamente mientras acomodaba el uniforme.
P ara el final de la escuela, pretendió que nada ocurría. Lo prefería así antes que seguir haciendo dramas totalmente innecesarios. Al llegar a casa, se preparo para ir a dormir, y no esperaba que alguien tocará la puerta tan tarde.
Abrió la puerta, y la expresión cambió al ver a Reiji parado ahí.
— Lo siento, estoy en pijama — Intento cerrar pero la fuerza del sujeto era mucho más que la de ella.
— Tus faltas de modales cada vez me sorprenden más — Comentó entrando a la habitación sin permiso.
— Reiji yo...
— Una insolente humana no va a desobedecer de esa manera tan grotesca — Reiji se aproximo a la menor, quien al ver lo molesto que estaba retrocedió hasta chocar con la pared — ¿Te crees mejor porque Karlheinz te envió? — Le susurro a centímetros del rostro.
— No es así — Aseguró.
— La mitad de las novias de sacrificio fueron enviados por él personalmente — Sonrió al recordar — Ninguna se salvo por eso.
Hattie comenzó a gritar para alejarlo, ante eso el vampiro la besó para que no hiciera alboroto. Posteriormente la levantó en sus brazos para dejarla caer en la cama, tapó los labios de la menor con la mano y bajó la cabeza hacia el cuello.
— Gritas porque esperas que Shu venga por ti — Soltó — Él está escuchando tus súplicas Hattie. Pero no hará nada.
— Por favor Reiji, déjame — Suplicó cuando pudo escapar un poco del agarre del sujeto.
— Te daría más placer que ese vago — Ignoró las palabras de la adolescente — Solo deberás obedecer lo que te diga.
Trato de resistir ante todo lo que decía, y la fuerza que aplicaba en ella. Soltó un quejido cuando los colmillos de Reiji se encajaron en el cuello, sintió un dolor muy fuerte que la obligo a someterse ante él.
Nuevamente pasó, Reiji la empujó de la nube en la que estaba. Cayó a la tierra de los mortales, una peor que el infierno mismo, donde lo bueno y malo se relacionaban, y evidentemente los buenos siempre perdían.
— La próxima vez, piensa antes de actuar — Reiji se limpió la sangre que se escurría en sus labios — Nos veremos mañana — Le susurró depositando un beso en la mejilla.
El sujeto camino hacia la puerta, la cual, se abrió para mostrar a Shu. No compartieron más que una mirada, y Reiji simplemente salió de la habitación.
— ¿Tu lo escuchaste? — Susurró con cierta angustia, no recibió una respuesta. Shu la miró fijamente — ¿Por qué no hiciste nada? — La pregunta hizo fruncir el ceño al mayor.
— No te confundas — Shu se inclino hacia ella — No me involucro en asuntos de mi alimento — Aquello evidentemente rompió el corazón de Hattie.
— Vete de mi habitación ¡Vete! — Comenzo a golpearlo con la almohada que tenía en su costado — ¡Son unos monstruos, unos malditos monstruos!