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P ara la menor, aquella mañana duró más que los demás días. El viento helado la hizo sentir escalofríos aún si había sol. Observó el vapor salir del agua de la tina, perfecta para la ocasión. Hundió todo el cuerpo en ella, sin querer salir y sin querer que alguien irrumpiera en aquel momento glorioso para la menor.
Sabía que Karlheinz seguía en la sala con los hermanos, o eso se suponía. Ya debía haber regresado con ellos, pero por culpa de Ayato se retraso. Al final permaneció en la habitación hasta que llamaron a su puerta.
— Hattie — Lo que antes era una voz dulce, ahora era un sonido molesto.
— ¿Que quieres Yui? — Pregunto déspota.
— Karlheinz me mando a buscarte para el almuerzo — Informó desde la puerta.
Hattie no le respondió, termino de acomodar el lazo que tenia en el cabello para dirigirse hacia el comedor empujando con su hombro, el hombro de la rubia. Al entrar al comedor con Yui pisandole los talones, Karlheinz señaló un asiento a su lado.
— Por favor querida — Ante aquella acción todos observaron a Hattie, e incluso los Mukami que habían permanecido ahí por petición del rey de los vampiros.
Al tomar asiento, fue ahora Reiji quien decidió tomar la palabra.
— En realidad, he querido hacer una petición — Comentó el hombre manteniendo la postura — Aunque aún no estoy seguro de que este lugar es el apropiado.
— ¡Por favor Reiji! — Karlheinz parecía divertido con la seriedad de su segundo hijo — ¿Que otro momento mejor si no es con toda mi familia?
— He considerado el matrimonio...— Los demás hermanos se pusieron tensos por aquella palabra. Sin embargo, Karlheinz lo incitó a seguir —...solo necesito su aprobación.
Karlheinz sonrío orgulloso.
— ¡Esas son muy buenas noticias! — Elogió mientras que los demás seguían tensos. Podría decirse que sino fuera por la presencia de su padre, ya habría problemas.
Todos querían convertirse en Adán, para despojar a la dulce Eva. Para ser los primeros en crear una nueva especie e incluso poder deleitar con el sabor de la sangre de Yui. Poder incrustar por fin en el cuerpo de la fémina que era de la propiedad de aquel vampiro sin que pudieran rechistar.
Hattie seguía envolviendo en el tenedor de plata los fideos servidos del plato. Escuchaba la conversación, claramente pero no era algo de importancia para ella. Todos sabíanque iba articular el nombre de Yui Komori, todos menos Reiji.
— Si me lo permite padre, quisiera pedir la mano de Hattie Sakamaki — La menor sentada al lado de Karlheinz comenzó a toser, de igual manera nadie supo ayudar dado que todos estaban en un trance.
— Estoy bien — Logró decir cuando Yui, quien estaba al lado de ella, le pasó un vaso de agua.
El hombre mayor endureció sus expresiones, no tuvo ningún problema en negar aquel pedido directamente.
— De ninguna manera, Hattie no es una novia de sacrificio — Negó para sorpresa de los vampiros. Estaba claro que a Yui la dejaría elegir, sin embargo no sabía que las demás tuvieran elecciones.
— Padre yo...— Reiji intentó convercer al sujeto.
— Por favor, quiero absoluto silencio y comencemos el almuerzo — Ordenó a lo que todos obedecieron.
H attie despidió a Karlheinz con un abrazo, este también le había pedido disculpas por no haberse despedido antes de enviarla con los Mukami, lo cual realmente fue un alivio para la menor. Habían acordado verse más seguido, de hecho, en un mes volvería para sacarla de aquel lugar donde se sentía aún más ajena.
Por supuesto, fue la única fuera de la mansión, los demás estaban en su mundo. Hattie regreso al interior de la mansión, se cruzo con algunos hermanos, quienes realmente ni miraron en su dirección, fue extraño. También pudo ver a los Mukami que se retiraban de la casa esta vez sin Yui.
Sin embargo, solo la observaron de lejos.
Sentía el ambiente extraño, habitualmente eran mucho más insistentes con ella. O por lo menos los trillizos. Diviso a Yui sentada en las piernas de Ayato, este tenía la mirada fija en Hattie mientras acercaba los dientes para morder a la rubia, perturbador.
Decidió huir a la habitación, rápidamente antes de que alguno quiera intentar algo. Podía decirse que temía mucho más a la actual actitud que tenían, tan silenciosos que al parecer creaban escenarios en sus cabeza sobre como vengarse de ella por haber huido, y también haber llevado a Karlheinz a ellos.
Shu ya estaba ahí.
— Shu — Permaneció en la puerta, tal vez para huir si el sujeto se movía de la cama en donde estaba acostado.
— Eres un problema Hattie — Comentó solo moviendo los labios sin expresiones ni cambios de postura.
— No entiendo que ocurre — Hattie se sentía desesperada, no quería estar con Ayato menos con Reiji, no quería ser perseguida y era frustante no poder echarlos lejos de ella.
— Ellos van por ti — El aire permaneció en la garganta de la menor al oír aquellas palabras — No te aman, no caigas en el juego.
— Shu ayúdame — Rogó con lagrimas en los ojos — No sabía que Reiji haría eso.
El silencio se hizo presente, creyó que ya no hablaría. Pero él suspiró, se reincorporó y se acomodó para mirarla fijamente.
— Cásate conmigo, y te prometo que ellos no te volverán a molestar — Propuso para sorpresa de la menor.