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Shu, el hijo mayor de la familia podía verse sereno, y lo era. Pero, no temía decir lo que opinaba, muchas veces solo solía callarse por cansancio a las personas, y ahora, Hattie había arruinado aquello.
La única voz que se escucho en el viaje de regreso a la mansión, fue la del mayor que estaba enfurecido al haber encontrado a su prometida con el Mukami, decía maldiciones, y daba órdenes a los demás hermanos.
— No quiero que hable con los Mukami, menos con el de cabello verde — Ordenó hacia los demás vampiros.
El silencio permaneció para todos, Hattie se inclino un poco cuando vio la intención de Laito de susurrarle al oído.
— ¿Que le has hecho? — Preguntó a lo que la menor suspiro y nego con la cabeza.
Al parecer, todos los hermanos eran precavidos al ver a Shu enojado, que no ocurría muy a menudo a diferencia de los demás. Aunque no parecían asustados, sino simplemente serios y alertas.
Hattie no podía creer aquella escena, menos que todo fuera por haberla visto con Azusa. Veía las expresiones serias de los seis hermanos, y como algunos asentía al escuchar los reproches del mayor sobre los Mukami.
El sentimiento de injusticia floreció en su pecho, los cuatro hermanos no eran malos. Y de igual manera, ella había llegado con ellos antes que con los Sakamaki.
Intentó protestar sobre el hecho de que no le iban a permitir acercarse a los Mukami pero un golpe leve en la pierna la detuvo. Observó a Subaru con cierta incredulidad, y este le nego para que no dijera nada.
Hattie hizo una mueca y cruzo los brazos.
Al llegar a la mansión, Hattie fue la primera en bajar de la limusina hacia la habitación. No duró mucho en estar acostada en la cama, con la frazada hasta la cabeza.
Podía decir que detestaba aquella actitud de Shu dado que ella solo estaba con un vampiro amigo, y él había estado tomando de la sangre de la rubia.
Tal vez se había apresurado en comprometerse con él, no lo conocía del todo y aún no sabía cuál de todos los hermanos le convenía.
Cada vez que sentía que iba a salir de un problema, ciertas manos la empujaban hacia el hoyo negro en el cual había estado desde que tenía uso de razón. Reconsidero que lo mejor para ella iba a ser volver con Karlheinz.
Cerró los ojos intentando dormir, sin embargo escucho un aullido muy cerca de su ventana. Hattie se reincorporo rápidamente sintiendo lo peor, los fundadores no iban a ir a buscarla, ¿o si?
El aire quedó estancado en la garganta cuando atraves de la única ventana que estaba abierta, vio una sombra observándola. Muchos pensamientos pasaron por su cabeza, y no sabía que hacer.
No intento moverse, creía que si movía alguna extremidad aquella sombra iba abalanzarse contra ella. Permaneció unos minutos ahí, sentía sus manos sudadas por el miedo. Ahora sabía que realmente eran criaturas extrañas y no personas delirantes.
— ¡Muévete Laito, Chichinashi es mia! — Hattie pudo respirar cuando escucho la voz del vampiro cerca de la puerta.
Las habitación, aún si estaban en el mismo pasillo, estaban separadas. Muchas veces los vampiros ni siquiera estaban en las habitaciones al contrario de ella y Yui.
Tal vez la sombra la hubiera capturado antes de encontrar algún hermano. Pero podría llegar hasta el pasillo sin problema por lo que salió corriendo de la cama hacía fuera de la habitación, ambos hermanos la observaron y se sorprendieron al ver como se aferro a Ayato, quien estaba confundido.
— Hattie — Nombro Laito — ¿Por qué no me abrazas a mi?
— ¿Que ocurre? — Ayato se preocupó al ver como la menor cubría su rostro en el pecho de él, y lo apretaba con fuerza.
— Hay alguien afuera de mi habitación viendo por la ventana — Susurró asustada.
Laito fue el primero en reaccionar, y se adentro a la habitación de la menor. Al salir, observó a su hermano serio.
— Hay que llamar a los demás.
Hattie disfrutaba la vista hacia el mar, aunque nunca hubiera visto uno, los cuadros que observó en la mansión le atraían demasiado. Sonrío vio como quedaba el cuadro que había saqueado de la sala, en su habitación.
Antes de que Hattie pudiera hacer algo más, la puerta se abrió mostrando a Reiji, quien ingreso sin permiso. La menor lo observó, seguía alarmada con él.
— ¡Reiji, hola! — Saludo con falsa emoción.
— Hattie, ¿como estas? — Pregunto el sujeto ante los últimos acontecimientos.
— De hecho, hoy me encuentro muy bien — Sonrió — ¿Y tú?
— Muy bien, igual — Hattie asintió algo incómoda — ¿Cómo has estado en tu relación con Shu?
— Nosotros hemos estado muy bien —Claro que no, en realidad luego de la discusión en la academia no había hablado pero no se lo diría.
— ¿Estas segura? — Mientras que la menor estaba sentada en el tocador, Reiji la observó desde la cama — Aún tienes tiempo de terminar con esa relación.
— Aún no lo sé — Hattie suspiro — Creo que mejoraremos pronto.
— Él la prefiere a Yui — Reiji apretó la mandíbula ante la terquedad de la menor — Tu solo eres el premio de consolación.
La puerta se abrió por completo.
— Así que tu le has metido esas ideas — Otra vez Shu apareció mirando con recelo a su hermano menor. Hattie se quedó en el lugar sin saber que hacer exactamente.
— Acaso, ¿estoy mintiendo hermano mio? — Reiji se puso de pié para enfrentar al rubio, ambos estaban muy cerca el uno del otro.
— Me parece curioso que de pronto te intereses en ayudar a las damas que llegan — La voz del mayor salía con hostilidad — Aléjate de mi prometida, Reiji.
— Tal vez ya no quiere ser tu prometida — Insinuó el sujeto.
— Eso lo hablaremos nosotros — Shu se hizo hacia un lado para permitirle al menor salir de la habitación — Vete de aquí.
Hattie miró al segundo hermano salir con enfado, y al momento de cerrar la puerta Shu se centro en ella.
— Al parecer, eres una mujer fanática del drama, ¿no cariño? — La menor trago en seco.