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H attie estaba soñando, no lo hacía a menudo. Los nervios antes de dormir eran los más sádicos, aunque, el grito real de Kanato la hizo despertar de aquella pesadilla en donde los fundadores lideran las tragedias.
Se sentó en la cama sobresaltada, temblando, y sudada. El mayor de los hermanos también lo hizo, él la observo esperando que la adolescente se tranquilizara sin ayuda.
Funcionó, Hattie tenía la respiración más calmada luego de un momento. Volvió a recostarse luego de eso, y el vampiro la tuvo entre sus brazos.
— ¿Tuviste una pesadilla? — Susurró Shu jugando con las tiras de la blusa de Hattie.
— Si — Dijo con una voz desalentada. Shu no respondió, de hecho, parecía pensativo por un segundo.
— El grito fue real — Comento indiferente — También lo escuché.
El mayor había estado despierto desde antes, incluso sintió la presencia del Mukami. Supuso que la adolescente había confundido el grito dramático del peli-violeta con la pesadilla.
Hattie nuevamente se reincorporo en la cama, miró al rubio pero no lo estaba mirando exactamente. Se perdió en los pensamientos, tal vez los fundadores pudieron haber lastimado a Kanato.
Hizo un movimiento que le advirtió al vampiro que la adolescente iba a salir de la cama, y la sujeto antes de que se alejará.
— ¿Que crees que haces? — Por el tono que empleo, Shu parecía tensó.
— Iré a ver — Respondió como si fuera obvio.
— Es solo Kanato discutiendo con cualquier Mukami — Hizo una mueca.
— ¿Por qué estaría aquí alguno de ellos? — Por supuesto que Hattie estaba alerta desde que supo que los fundadores andaban cerca, el hecho de que uno de los hijos adoptivos estuviera ahí, la alertó más.
— Hattie — Soltó como queja el mayor al ver que la menor se había liberado para ir hacia la puerta.
— ¡Acompáñame! — Exigió cuando vió que Shu la observo indignado desde la cama, no era tonta, si algo había pasado ella no podía hacer mucho.
— ¿Por qué? — Preguntó para pesar de Hattie, está rodo los ojos. Simplemente abrió la puerta y salió.
La menor no era cercana a Kanato, para nada. Intentó acercarse cuando lo vio en la sala de estar, arrodillado en frente de la chimenea mirando atentamente al fuego.
Aclaro la garganta advirtiendo de su presencia, dio pasos lentos hasta llegar justo detrás del peli-violeta, este ni siquiera le prestó atención.
Hattie dejo de mirar hacia el vampiro para mirar en la dirección del peli-violeta. Abrió los ojos con sorpresa ante lo que estaba en la hoguera.
— Teddy — El oso de felpa estaba casi calcinado. De hecho, solo quedaban algunas partes reconocibles.
Este oso de felpa en un principio era propiedad de uno de los amantes de Cordelia, que se le dio a ella como un regalo.
La mujer no tenía ningún uso en él, así que se lo concedió a Kanato mintiendo sobre como lo había obtenido. Dijo que lo eligió especialmente para él, dejando encantado a Kanato.
Cuando Cordelia fue arrojada por el balcón, y el corazón de la mujer profanado, Kanato quemó el cuerpo. Posteriormente, coloco en el interior de Teddy sus cenizas.
Kanato no perdía a Teddy, perdía otra vez a su madre.
— ¡Te mataré Azusa! — Afirmo severamente.
— ¿Él hizo esto? — Cuestionó en voz baja a lo que, para su sorpresa, Kanato asintió.
— No son tan buenos después de todo, ¿eh? — La presencia burlona de Laito fue ignorada por la menor, en cambio, miró a Ayato.
— Casi lo logras Kanato — Dijo el pelirrojo al ver las manchas de sangre en el suelo.
— No fui yo — Hablo el peli-violeta sin dejar de ver la hoguera.
— ¿Entonces quien fue? — Hattie sintió preocupación.
— ¿Acaso importa? — Shu no podía olvidar como Azusa había abrazado a la menor en la azotea, el interés entre ellos no le causaba chiste.
Poco a poco, todos los Sakamaki se encontraban en la sala de estar. Evidentemente no parecían tan preocupados como la menor ante lo que podría ocurrir con los Mukami.
— Al fin, todos nos reunimos — Reiji estaba sentado en un sillón individual con las manos entrelazadas.
— ¿Que es lo que pasa? Reuniéndonos todos aquí — Interrogó el menor de los hermanos apoyando en una pared a distancia.
— Es raro, ni siquiera hay un banquete — Laito seguía en la misma postura, ocupando un sillón para tres personas.
— No es hora de estar relajados — Reiji volvió hablar, mucho más serio que de costumbre.
— ¿De que estás hablando? — Hattie escucho con atención.
— Hasta la siguiente luna llena, no habrá sol — Explico el segundo hermano.
— ¿Y que con eso? — Ayato sentía que perdía el tiempo ahí.
— Creo que la siguiente luna será menguante — Aporto el dato Laito.
— No una simple luna menguante — Afirmo el rubio con los ojos fijos en Hattie — Será una luna menguante especial que unirá el mundo demoníaco con este mundo.
— ¿Y eso que? — Se atrevió a preguntar la menor pasando la vista entre todos los hermanos.
— Nuestra fuerza ha ido decayendo poco a poco — Hattie escucho las palabras de Shu, pero no las supo interpretar del todo.
— Deberíamos ayudar a Azusa — Comentó ganándose miradas de resentimiento.
— Dejen de hablar de esos tipos aquí — Ayato fue el primero en negarse — Adoptados, tú tampoco vuelvas hablar de ellos.
— Se llevaron a Yui — Hattie se dirigió al pelirrojo — Fueron heridos, Ayato ¿y si algo le ocurre? — Plantó la duda en el vampiro, todos vieron lo que intento hacer menos el propio Ayato.
— Hattie...— Advirtió Shu al ver que solo utilizo al pelirrojo para ir a ver a los Mukami.
— Iré a ver — Ayato se coloco de pie, y Hattie se acercó con intención de acompañarlo.
— No, tu no — Ordenó Shu.
El pelirrojo al ver la disputa entre la menor y su hermano prefirió no perder el tiempo para desaparecer.