Cementerio

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Elizabeth

Sonrío sin poder evitarlo. Mi padre se acerca unos pasos hacia él antes de tender su mano hacia Alexander de la manera más caballerosa posible, aunque de una manera un poco extraña, ya que ha tardado casi un minuto en reaccionar del todo y saludarle. Ambos actúan de una manera extraña.

Alexander lo observa un poco más, con cierta desconfianza durante unos cuantos segundos, analizando la situación. Espero que le acepte. Alexander es alguien muy importante para mí, y aunque no llegue a gustarle del todo mi idea para poder volver a tener una relación con mi padre, lo acepta, o al menos eso quiere hacerme ver. Le doy una ligera mirada de reproche. No puede dejarlo con la mano tendida, ¿verdad? Actúa rápido tras mi mirada, echándome un vistazo rápido de nuevo, como si estuviera reprochándome lo que está haciendo, antes de estrechar su mano.

—Encantado de conocerte Joaquín —enfatiza su nombre. Este no sonríe, simplemente se dedica a observarle de una manera un tanto extraña.

¿Qué le pasa? ¿No le ha caído bien? ¿Por qué si ni siquiera lo conoce?

No seas tonta, Elizabeth —me reprende mi subconsciente —sabes las opiniones que tiene respecto a él. Es normal.

Cierto. Si soy sincera yo tampoco me fío completamente de él. Es una confianza que tiene que ganarse poco a poco. Aunque eso no significa que le vaya a hacer la tarea imposible con un carácter para nada conciliador. Lo siento de verdad cuando dije que quería recuperar mi relación con él. Fue alguien muy importante para mí, es la prueba de que mi pasado no fue del todo calcinado, y que quedan personas que me quieren relacionadas con mi infancia. Lo necesito. Lo necesito a él para que me guíe, para poder aceptar la muerte de mamá, para poder pasar página, para tener a mi padre biológico...

—Encantado, Alexander. ¿Así qué tu eres el novio de mi hija? —asiento con una sonrisa —espero que la estés cuidando bien.

Este frunce los labios con fuerza, haciendo una mueca, aunque se esfuerza por aparentar que sea una sonrisa. Conozco sus expresiones, conozco su cara cuando algo no le gusta, pero en vez de mostrarlo realmente ha decidido esconderlo para no incomodar a mi padre. Sonrío. ¿Y si de verdad lo ha aceptado? Quizá ha visto que si se preocupa por mí, que merece la pena el tiempo invertido. Separan sus manos, y Alexander aprovecha la oportunidad para dar un paso hacia atrás, poniendo distancia entre ambos, frunciendo levemente el entrecejo.. El entrecejo de mi padre se ve de la misma forma que el entrecejo de él. ¿Será que ninguno de los dos se caen bien? ¿Será que papá no perdona que se haya drogado? La primera noticia que llegó a tener de él fue cuando le dije que había muerto, y me vio en un estado lamentable por ello. ¿Pensará que no es bueno para mí? Quizás sea por eso por lo que no le tiene en tan en alta estima y esté un poco reacio. Lo mismo se aplica para Alexander; sabe la historia, y no espero que de hoy a la mañana siguiente haya olvidado todo el daño que pudo haberme causado, pero es eso lo que tienen que superar. El pasado. ¿Será que he forzado demasiado la situación? ¿Quizás no debería haberlo hecho?

—Así es. Soy el novio de Elizabeth. Quien se encarga de su bienestar, aparte de su padre, Joseph y madre, Marianne. Junto con todas las personas que la acompañan sin irse en cuanto las cosas se ponen un poquito más difíciles—contesta, dando explicaciones de más, seguramente para hacerle sentir incómodo.

Vale. Es el momento de intervenir. Hazlo antes de que se monte una buena. Mis pies se mueven rápidamente antes de colocarme al lado de Alexander, agarrándole la mano con un poco más de la fuerza habitual, pidiéndole que se controle. Me mira y yo a él, mantengo la mirada durante unos segundos, pidiéndole con la mirada que pare. Sé que muchas veces sabe como me siento con solo verme, y esta vez no es distinto. Suelta un pequeño suspiro, desviando levemente la mirada hacia el lado contrario.

Mi Ángel III "¿Y ahora qué?"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora