Lucy

6 1 0
                                    

Elizabeth

Me despierto, con frío y sin nadie a mi lado. Me reincorporo, con un mohín estampados en mis labios. ¿Se ha ido? ¿Dónde está? Miro mi teléfono.

Las dos de la tarde.

¿Habrá llegado ya papá?

Me levanto de la cama con cuidado, siseando en cuanto la pierna que tiene el peor corte toca el suelo. Es la que más vendas tiene, y donde el corte más grande de todos, en el lateral de esta, de casi diez centímetros, se encuentra.

Abro la puerta con cuidado, esperando a encontrarme con mi padre y Meredith, y entre ellos quizás Alexander, pero no hay nadie, aunque varias voces que vienen de la cocina llaman mi atención.

Me acerco sin que me vean, escuchando las voces reconocibles.

—Fue sin querer, lo juro —habla Alexander — ni siquiera sabía que era ella hasta que la vi tirada en el piso.

—¿Te atreves a hacerle daño a mi hija y aparecer por aquí como si nada Alexander? —esta vez es mi padre. Su voz es de completa furia contenida —te lo dije aquella vez en el hospital. ¡Te lo advertí Alexander!

Me encojo en mi sitio por el grito de mi padre.

—¡Shh! —exclama Meredith —vas a despertar a Elizabeth, y no le va a gustar de lo que estamos hablando si no nos tranquilizamos y hablamos como personas normales y civilizadas.

—Escucha bien Alexander. Dios bien sabe que te considero un hijo y de lo mucho que te aprecio y respeto, ¿pero pelearte y hacerle daño? Tu existes para protegerla, para tratarla como coño se merece. Existes para amarla no para dañarla.

—Lo sé —responde en voz baja —quiero ser sincero con vosotros. Elizabeth no quería que os dijera nada así que por favor no le digan nada. No soportaría verla de nuevo enfadada conmigo. No ahora.

—¿Qué piensas hacer para solucionarlo? —pregunta Meredith.

—Nada. Ella ha roto conmigo, y comprendo el por qué lo ha hecho. Estaré por aquí hasta que esté bien del todo. Luego me iré, por nuestro bien es mejor que me aleje.

—Alexander, irte le causará más daños — interviene Meredith de nuevo, pero no puede seguir mucho más allá cuando mi teléfono comienza a sonar.

—Mierda —gruño — me adelanto a cogerlo con rapidez y actuar como si nada —¿sí? ¿Quién es?

"¡Elizabeth! —el grito de Lucy me hace alejarme un poco el móvil de la oreja. Mis padres y Alexander están fuera, mirándome. Saben que he estado escuchando, pero no quiero hablar de eso. Al menos no ahora —¿a que no adivinas donde estoy?

—Pues no —respondo con una sonrisa —¿dónde estás?

"¡Debajo de tu casa! Abreme la puerta que me pelo de frío."

—¿Qué? —pregunto, asombrada —¿pero qué haces aquí?

Me acerco a la puerta para apretar el botón que hace que la puerta principal se abra.

"Hace casi dos días que no contestas a mis mensajes ni llamadas. Estaba preocupada" —habla —"voy a colgar porque ya estoy en la puerta de tu casa esperando a que me abras y sería un poco raro".

Sonrío antes de acercarme a la puerta bajo la mirada inquisitiva de mis padres y Alexander. En cuanto tengo a Lucy de frente no pierde ni un segundo antes de lanzarse a mis brazos, abrazándome todo lo fuerte que puede. Dejo que me envuelva por completo, mientras me río.

—¡Te echaba mucho de menos! —exclama. Se separa de mí, observándome —¿pero qué narices te ha pasado? Halloween pasó hace unos meses cariño.

Mi Ángel III "¿Y ahora qué?"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora