Devastada

5 1 0
                                    

Elizabeth.

Dios...

Miro la puerta, sin creerme de verdad que lo que me ha dicho ha sido en serio. Se ha enterado del aborto. ¿Pero quién se lo ha dicho? El nombre de Richardson me viene rápidamente a la mente. ¿Cómo ha sido capaz de eso? ¿De traicionar mi confianza de ese modo hasta tal punto de hacerme sentir de esta forma?

Cojo mi teléfono, buscando el contacto entre todos ellos, antes de llevármelo a la oreja.

—¿Elizabeth...?

—¡Eres el ser mas rastrero, mentiroso y miserable de este mundo! —grito, desgarrándome la garganta —¡Se lo has contado!

—Elizabeth...

—¡No te atrevas a hablar de nuevo, Richardson!¡Te conté lo del aborto en confidencia!¡Se suponía eras mi amigo y me has traicionado!

—Elizabeth. Entiéndelo. Tienes que hacerlo. Tenía derecho a saberlo y...

—¡No tenía derecho a nada!¡Se ha ido!¡No quiere volver a verme! ¿Ahora qué, Richardson? ¡Si pensaba en tenerlo ahora si que no puedo porque me ha dejado y no voy a poder criar a este niño sola! —lloro, rompiéndome en ese instante —no quiero volver a verte. No quiero volver a oír de ti nunca más. Nunca voy a poder perdonarte esto —cuelgo, sin dejarle siquiera decir algo al respecto.

El dolor de mi pecho aumenta, obligándome a tomar profundas respiraciones. Forzándome a disminuir el dolor, engañando a mi mente y a mi cuerpo para evitar sentir otro colapso. Por mi, por el bebé...

No me ha dejado hablar. Apenas me ha dejado explicarle que no pienso abortar. Que lo pensé y que lo tendría. Que justo acabo de llamar para cancelar la cita. Que quería tener este bebé con él.

Alexander...

Lo llamo mil veces, esperando y rezando porque me coja la llamada y poder explicárselo todo, pero todas las veces me salta al contestador.

No puedo decirle esto por un contestador. No puedo darle una noticia tan importante por mensaje.

Llamo a Michael. Uno... dos... tres... buzón de voz.

Llamo a Massimo. Uno... dos... tres... buzón de voz.

Llamo a Giorgi. Uno... dos... tres... buzón de voz.

Llamo a Jack. Uno... dos...

—Hola Elizabeth. ¿Qué tal? ¿Cómo va la pierna?

—Hola, Jack. Gracias a dios que alguien me contesta. Perdona por ser tan grosera pero ¿estás en el apartamento? ¿Estás con Alexander?

—¿Qué? No, lo siento. Estoy con Edward y Rebbeca. ¿Ha pasado algo?

—Mierda. Se ha enfadado por un malentendido y no me ha dejado explicarme. ¿No sabes dónde puede estar?

—¿Has probado a llamar a los chicos?

—Ninguno me coge el teléfono —dejo escapar un sollozo, sintiendo las lágrimas mojar mis mejillas de nuevo —escucha. Iré allí ahora y te llamaré ¿vale? Le diré que vaya a tu casa.

—¿Lo dices de verdad? Muchas gracias, Jack. De verdad.

—Tranquila, Eli. Seguro que no es para tanto.

Mi Ángel III "¿Y ahora qué?"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora