Terapia

5 1 0
                                    

Alexander

Camino lo más rápido que puedo hasta la consulta de Richardson. Llego tarde. ¡Joder!

No debería haber bebido tanto anoche. ¿Quizás fue una mala decisión? Sin duda no debería haberlo hecho, y menos durante tres días seguidos, pero es eso o simplemente alejarme de ella.

¿Beber para ocultar un secreto? Nunca lo había llegado a oír, más que nada porque los borrachos suelen contar la verdad, pero es la única forma en la que puedo besarla, tocarla...

Ha dejado de hacerme preguntas. Esa noche donde mostré realmente cómo me sentía fue suficiente para convencerla de que no me preguntase más sobre ello, que se lo contaría cuando estuviese preparado.

¿Estaré preparado algún día? Poco a poco lo he estado asimilando, y tras pensarlo fríamente ya no me parece tan malo, pero si me lo parece tener que contárselo. ¿Y si ella no lo llega a entender? ¿Y si no se molesta siquiera en entenderlo y me deja?

Llego al despacho, pero la puerta está entreabierta. Elizabeth está dentro. Me acerco sin hacer ruido para que no me descubran.

—Está ocultándome algo —Mierda, ¿están hablando de mí? —quizás es que me hago demasiado la tonta y se lo toma muy en serio porque un día está perfecto conmigo, y los otros tres ni me habla —me pego un poco más a la puerta —está bebiendo. Cree que no me doy cuenta pero bebe.

—¿Qué crees que pueda ser?

—¿Qué me engaña? —pregunta al aire. ¿Que qué? ¿Qué le engaño? ¿Cómo puede pensar eso? —espero que mis sospechas no sean ciertas, pero como lo sean, Richardson... Estoy cansada de que todo el mundo me vea la cara de idiota, que se rían y me manipulen como quieran. Como me esté engañando no voy a quedarme aquí esperándole como quiere.

—¿Ha estado con otras personas mientras está contigo?

—Hubo una chica, Hannah. Estudia aquí. Uno de los primeros días de nuestra relación. Ni siquiera éramos una relación en sí, pero sabía que tenía sentimientos por él. Le perdoné, pero como lo vuelva a hacer no voy a ser tan benevolente.

—Elizabeth, tranquila.

—¿Tranquila? No puedo estar tranquila, llevo dos días sintiéndome como la mierda pero ni siquiera puedo contárselo porque en cuanto está a mi lado hace lo que sea para huir. ¿Es así cómo va a ser nuestra relación? ¿Él pasa de mí y yo me preocupo por él?

—Esto es mejor que lo hables con él. Tiene que estar a punto de llegar.

—Si claro, como si fuera a escucharme —se acaba la conversación, dejándome mucho más pensativo.

¿De verdad piensa todo eso sobre mí? ¿Por qué no me lo dice?

Porque no la escuchas. Porque huyes de su lado cada vez que puedes. Porque estás hecho un lío.

Cierro los ojos, intentando tranquilizarme, antes de dar unos ligeros toques en la puerta y entrar como si no hubiese pasado nada.

—Hola, perdón. Se me ha hecho tarde.

—No pasa nada — me contesta Richardson, dándome una gran sonrisa —¿por qué no empezamos?

Me siento justo al lado de Elizabeth, no sin antes dejar un beso en sus labios. Un solo roce, tan inocente como una caricia. Mis ojos van a la cadena. Ha aceptado volvérsela a poner al día siguiente, cuando le pedí perdón en la universidad por todo lo que dije de su padre y por realmente todo.

Nuestro padre.

No sé como sentirme al respecto.

He pasado la etapa de sentir asco, pero ahora estoy confuso. ¿Lo estoy tomando demasiado bien quizá? ¿Quizá lo que hago es mala idea y debería alejarme?

Mi Ángel III "¿Y ahora qué?"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora