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☆°•○☆ - ☆○•°☆La Montaña Cang Qiong conformaba un bosque templado de bambú bastante frondoso, extenso y pacífico en la zona del noreste de China.
Contaba una leyenda que, en el corazón de la Montaña boscosa, existía la presencia de dos guardianes espirituales que protegían a la fauna y flora de cualquier peligro; fueran cazadores, incendios forestales, todo aquello que perjudicaba la naturaleza tranquila de sus huéspedes, lo resolvian utilizando sus poderes sobrenaturales.
Nadie sabía con certeza si estos "Guardianes" existían de verdad. Algunos aldeanos cercanos al pie de la montaña afirmaban que aquellos eran espíritus deambulantes de dos hermanos fallecidos que, desafortunadamente, culminaron su vida en un accidente de alpinismo. Otros eran más místicos y guiaban sus relatos a dioses de la naturaleza, a su vez, el escepticismo de otros de ser pura habladuría, reinaba sus lenguas.
"Ellos" eran definidos de muchas maneras. Las personas que los habían visto decían con propiedad que su apariencia era traslúcida con cuerpo humanoide, parecidos a jóvenes maestros altos y preciosos. Otros decían que sus almas estaban disfrazadas de animales, de pandas rojos, serpientes o grullas blancas que te vigilaban constantemente.
Por supuesto, algunos los comparaban con demonios feroces con grandes dientes y cuerpos grotescos y deformes.
El reino de los demonios y humanos no compartían territorios, y sus tratos entre ambos solía ser escaso y conflictivo. El menosprecio prevalecía en sus lazos.
Los rumores decían que cuando te topabas con ellos, existía tres advertencias básicas; primero se escuchaba un sonido de un golpecito de bambú. Si no te retirabas con el golpecito, neblina comenzaba a rodear tu alrededor, y si por casualidad veías cortes finos en los troncos de bambú, estabas en grave peligro. Significaba que habías llegado a su territorio.
A pesar de ser una leyenda donde algunos critican y cuestionan sus existencias, en las zonas cercanas del bosque se evidenciaban letreros que comunicaban una advertencia muy clara.
"Peligro"
Guardianes Shen en la zona☆°•○☆ - ☆○•°☆
Un chico corría con todas las fuerzas que le brindaban sus frágiles piernas en medio de la noche cuando jadeaba desesperadamente en busca de refugio.
"¡ATRAPENLO" "¡QUE NO ESCAPE!" "¡MATEN A ESA BESTIA!"
Viendo como varias personas lo seguían con antorchas y rastrillos para continuar golpeándolo, el chico aceleró su pisadas desde el pueblo del pie de la Montaña hasta un bosque oscuro de bambú donde existían varias distracciones a su favor para lograr perderlos.
Entre sus brazos, se hallaba una pequeña canasta medio desgastada cosida a mano con bambú, donde protegía un par de manzanas rojas.
Su apariencia era sucia y vestía una túnica vieja con rasgaduras y zapatos desgastados. Su cabello estaba amarrado en una coleta desordenada, y una luz roja alumbraba el centro de su frente.
El chico no sabía para donde ir y en qué dirección acudir. Su corazón latía frenéticamente cuando varios ladridos de los perros se escucharon a una distancia más y más cerca.
Mira hacia atrás con evidente temor mientras la oscuridad sofocante se hace cada vez más notoria. La luz de su frente le indicaba que cada paso perdía la luz de la luna.
Las antorchas de la muchedumbre todavía se veían a pocos metros de distancia, y sus oídos escuchaban los ladridos de los perros y las pisadas de los aldeanos rodeándolo con audacia.
Subía las rocas y pisaba el lodo de pequeños riachuelos con desesperación. No sabia a donde iba, y en medio de eso, se tropieza cayendo de boca al rasparse los codos y protegiendo su mayor ilusión que eran el par de manzanas.
Cuando abrió de nuevo los ojos, chequeó con rapidez el estado de las mismas con la ayuda de la luz de su frente.
"¡BUSQUELO!" "¡DEBE ESTAR CERCA!"
El chico se horrorizó al momento que escuchó ese grito más cerca de lo que creyó, y al instante, se levantó tambaleante al cubrir su frente con una de sus manos, ocultando lo más posible su presencia en la oscuridad.
Sin la ayuda de su linterna natural, volvió a tropezar esta vez cuando cayó a un metro desde la altura de una inmensa roca.
El impacto le hizo aterrizar agresivamente. Cae hacia un lado mientras tanto, la canasta aterriza en otro sitio, esparciendo a larga distancia las manzanas.
El chico hizo un quejido de dolor al lastimarse las zonas de las costillas, y se atajó fuerte. Arrugó su gesto por el dolor que manifestaba. Durante esto, detalló el desastre que ocasionó e intentó levantarse a duras penas para dirigirse dónde estaban las manzanas y recogerlas.
Un toque de golpeteo de un bambú se escuchó de pronto hacia el este. Eso aterró al chico creyendo que lo habían encontrado.
De aquí a allá, enfocó su atención en la inmensa roca que había tropezado con su luz roja, y se escondió detrás de ella para acurrucarse con su canasta aplastada, ocultando su marca con una mano para no ser descubierto.
En medio de la nada, el chico empezó a sentir como sus poco ropaje ya no lo ayudaban a abrigarlo del frío que merodeaba el bosque. Un repentino cambio de temperatura y humedad apareció en el medio ambiente, y solo trato de acurricarse mucho más para proteger sus manos y pies, estremeciéndose de frío. Empezó a preocuparse cuando detalló cómo el aire comenzaba a agruparse en una especie de neblina con su pequeña luz.
La bulla y los ladridos volvieron a escucharse con fuerza, y el chico lo único que hizo fue pensar en su madre en estos momentos.
"¡Guaw! ¡Guaw! ¡Guaw!"
"¡LOS PERROS ESTÁN LADRANDO HACIA ESA ROCA!" "¡RÁPIDO! ¡ALLÍ ESTÁ! ¡MATEMOS A ESE DEMONIO!"
-- ¡No! ¡No! -- el chico intentó correr cuando algunos perros jalaron y mordieron sus ropas para intentar someterlo.
Sin mucho esfuerzo lograron hacerlo, siendo brutalmente sometido por los animales y aldeanos.
De pronto, una voz se escuchó a lo lejos:
"VIENDO DE TRESCIENTAS AGUJAS"
Una rafaga de viento potente arrazó contra la muchedumbre alrededor del chico, realizando cortes finos en sus ropas, rostros y cabellos de imprevisto. Así como extinguir para siempre el fuego vital que proporcionaban las antorchas en la oscuridad.
En un instante, el bosque quedó bañado en plena oscuridad, y los perros soltaron abrumados al chico con sus colas entre las patas para huir del aura amenazante que se presentó en el área.
Al sentir el dolor de las cortaduras, los aldeanos también sintieron el temor recorrer por sus venas y huyeron a toda marcha sin mirar para atrás, abandonando por completo al chico que yacía postrado en un terreno baldío sin su canasta de manzanas.
El chico intentó abrir los ojos con un leve entrecierro. Vió una ligera silueta en medio de un círculo de luz blanca provocada por la luna, el cual poco a poco fue debilitándose cuando una falta de aire ocasionó un leve mareo en declive.
Perdiendo la consciencia en un parpadeo.
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Los Guardianes Shen
Fanfiction¿Crees en las supersticiones? "Los Guardianes Shen" eran una leyenda perteneciente a una aldea cercana al pie de la Montaña Cang Qiong, donde se encargaban de proteger los animales del bosque con sus poderes sobrenaturales. Nadie sabia si eran bueno...