Capítulo 4

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El crujido de un abanico sonó de repente por lo anunciado, dejando a Jiu-ge furioso por la mirada inalterable de su atrevido hermano místico.

Nadie se daba una idea de cuánta molestía se había alojado en su corazón al escuchar esa noticia, y ya había acumulado palabras insolentes en su garganta para expulsarlas en cualquier momento, pero increíblemente se abstuvo. Ya que su arrogante reputación y modestia no se lo permitió.

A-Yuan vió inalterable como el gesto "tranquilo" de su hermano lo miraba fríamente desafiante. Como si le estuviera reprochando en silencio toda su abrumacia.

Él estaba acostumbrado a sus gestos, por lo que no se dejaba intimidar por esas miradas frías.

Jiu-ge andaba increíblemente obstinado. Y cuando decidió no perder más el tiempo en esta lucha inservible de miradas, desvió su atención al pequeño Binghe con desprecio, atemorizando el corazón inocente del mismo.

-- A-Ning. Adentro.

Ning YingYing no se atrevió a cuestionar las órdenes de su cuidador cuando andaba así de malas, y asintió cómo niña obediente. Entrando a la casa con una mirada triste.

Jiu-ge se dio la vuelta y miró por última vez de soslayo a A-Yuan, para luego dar la espalda y entrar al recinto sin decir nada más. Al menos, sin opciones qué solo aceptar su decisión por ahora.

Luo Binghe detalló el alejamiento del segundo ser místico con más tranquilidad, y alzó la mirada cuando una mano se había posado con cuidado sobre su cabeza.

-- ¿Luo Binghe se asustó al ver por primera vez a hermano?

El chico parpadeó dos veces y se sonrojó.

-- Es-es qué... Este humilde lo sintió algo... cruel.

A-Yuan sonrió tiernamente y retiró su mano de su pequeña cabecita.

-- No sabía que este señor místico... -- intentó hablar Luo Binghe con vacilación -- tenía un hermano...

A-Yuan se esperaba este tipo de reacción de su parte, por lo qué no profundizó mucho. En vez de eso, algo más le llamó su atención en sus palabras.

-- No es necesario que me sigas llamando "señor místico" -- Luo Binghe lo miró curioso cuando escuchó -- De ahora en adelante, puedes llamarme "Shizun".

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Y así fue como Luo Binghe pasó su primera semana en el santuario sagrado de los Guardianes Shen. Su cuidador, A-Yuan, le había ofrecido un mejor lugar donde quedarse. Ya no se hospedaba dentro de las paredes de ese viejo cobertizo, ahora una amplia habitación pulcra y de acuerdo a su edad lo esperaba.

También le había dado un nuevo ropaje para sustituir esa túnica vieja y desaliñada que cargaba, con una nueva de colores blancos y verdosos a partir de ahora.

El pequeño Binghe no pudo estar más maravillado por su nueva vida, y como recordaba las palabras que su mamá le inculcó, el ser místico había perdido la cuenta de cuántas veces escuchó decir "¡Muchas gracias!"

También perdió la cuenta de cuántas veces le decía "Shizun". Luo Binghe parecía un cachorrito que se emocionaba por todo. Cuando le había dado la oportunidad de nombrarlo así, ahora ninguna otra palabra decía sino esa. A donde fuera que vaya, decía siempre lo mismo.

-- ¿A dónde vamos ahora, Shizun?

-- ¿Que quiere que haga este humilde hoy, Shizun?

-- ¿Puedo comer una manzana Shizun?

Los Guardianes ShenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora