Los Guardianes Shen

Capítulo 11

________
☆°•○☆ - ☆○•°☆

Maripositas revolotearon encima de una hermosa alfombra de flores abiertas de lotos blancos que adornaban un amplio lago en China, llamado Luo.

Intentaban escapar de las manos de un niño travioso de 7 años quien vestía túnicas y zapatos marrones sucios por la corrida que había hecho.

Quien lo viera, su sonrisa enamoraba a quien sea. Pura y radiante como cualquier infante debía tener en este mundo; su usual marca en la frente no era visible, y con respecto a los rasgos de su sonrisa tierna, demostró la verdadera felicidad que guardaba en su interior. Una mariposa se posó sobre su naríz cuando se dió cuenta de esto.

Se detuvo perplejo cuando vió la mariposa posada en la punta de su nariz, observando curioso como sus frágiles y bellas obras de arte aletearon ligeramente desde su punto. La misma reluciendo un brillo azulado entre los rayos del sol cuando alzó vuelo.

La sonrisa del chico se acentuó, al tiempo que un llamado conocido a lo lejos se filtró por sus oídos. Causándole impresión por lo dulce que sonó.

Enseguida giró su cabeza entre la maleza, dándose cuenta que cuesta arriba, cerca de un pozo de madera al lado de una vieja cabaña, los rayos del sol resplandecientes enfatizaron una hermosa figura femenina que lo esperaba con una canasta de manzanas.

El semblante de Luo Binghe se iluminó por instinto. Su corazón se aceleró en anhelo, y aproximó sus pasos entre la maleza para alcanzarla y darle un fuerte abrazo.

Cuando lo hizo, un sentimiento hermoso fue como lo describió. Fue una sensación de seguridad que sentía solo con ella. Nadie más era capaz de brindarle ese cálido afecto.

Una delicada mano acarició sus rizados cabellos como a él le encantaba, correspondiéndole de esta forma su maternal cariño ante el suyo.

-- Pequeño hijo mío, hace un momento tu sonrisa florecía primaveras, ¿por qué ahora está triste?

El chico restregó sus lágrimas lamentables en las túnicas blancas de esta, sollozos sonando a duras penas por su garganta.

-- T-te extraño... ¿por qué madre tuvo que irse de mi lado...?

-- No me he ido -- ella suavizó su tono cuando aseguró -- Todo en la vida tiene un principio y un final. Algunos les toca afrontar su destino, así como yo tuve que hacer con el mío.

-- Pero... -- apretó fuerte el abrazo que los unía -- vuelve...

-- Luo Binghe, hijo mío, yo siempre estoy contigo aunque no puedas verme -- levantó su tierno mentón y le sonrió con todo el amor de una madre le puede trasmitir -- Aquí estoy.

Aquí estoy.

Aquí estoy.

Aquí estoy...

El viento viajó las armoniosas palabras que le transmitió a sus oídos, y sobre los labios de Luo Binghe regresó la sonrisa que había perdido. Logrando disolver los miedos escalofriantes que tanto les atemorizaba afrontar.

Su mente volvió a rondar de ensimismamiento por el cariño que sintió de las palmaditas maternales que hace tiempo sucumbió en el olvido.

Mientras sucedía esto, de pronto un olor amargo a ceniza se filtró por sus fosas nasales. Su semblante se impresionó por lo característico del mismo.