Capítulo 1

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El chico abrió los ojos y lo primero que vio fue que no estaba en el suelo rocoso y terroso rodeado por brotes de bambú.

Aturdido y confundido, poco a poco su conciencia fue recobrando fuerzas para evaluar un poco el lugar donde estaba.

Paredes de madera a su alrededor podían verse, parecía estar dentro de un cobertizo, debajo de él, una pequeña piquiña le molestó sobre su espalda y cuando tocó el material donde andaba recostado, identificó que era heno o paja.

Intentó levantarse, pero no pudo. Hizo una mueca de dolor cuando lo hizo. Inesperadamente, no se hallaba vestido con su "túnica" desgastada. Varios vendajes de tela cubrían sus brazos, piernas y en la zona de las costillas. También sintió presión sobre su cabeza, donde una venda inmensa cubría su frente.

Sus manos también andaban forradas, a excepción de los dedos y el pulgar.

Algunas vendas de sus brazos y abdomen andaban manchadas de sangre. El chico se quedó quieto y en silencio al sentir como algunas zonas de su piel gritaban malheridas por las mordidas de los perros.

De pronto, abrió los ojos de par en par, recordando una cosa.

Barrio su vista por el lugar, y no halló su canasta de manzanas.

Se desesperó de inmediato. No pudo evitar menospreciarse y recriminarse internamente con un "Qué idiota".

Se acostó de nuevo sin poder hacer nada. Hizo un gesto triste como un niño indefenso, sin saber que hacer, solo esperó a que el sufrimiento y la muerte vinieran por él.

Un hilo de voces se escuchó desde afuera, y como instinto intentó dirigir su atención hacia la abertura de la puerta con ojitos confusos.

¿Dónde estaba?

Escuchó pasos aproximarse, y su corazón aceleró sus pulsaciones por la incertidumbre de aquello. No quería ser lastimado por alguien de nuevo.

Cerró sus ojos con fuerza y se acurrucó en un ovillo. Si alguien venía, el mejor método para pasar desapercibido era hacerse el dormido.

Escuchó justo como unos pasos entraron al cobertizo y avanzaron hasta detenerse a su lado. No los volvió a escuchar por un determinado tiempo, pero sentía un extraño aura que erizaba sus poros, al igual que una brisa fría acariciar e invadir su cuerpo.

Tembló de pronto por el súbito descenso de temperatura. Era el mismo que sintió extrañamente la noche pasada.

La humedad afectó su nariz que le causó un leve estornudo, percibiendo después como la misma temperatura fue disipándose lento para volver a sentir su estado natural y aceptable.

Allí, el chico abrió un ojo atemorizado y divisó difusamente como una silueta blanca estaba viéndolo desde cierta distancia. Con aparente actitud tranquila y reservada.

Como no vio la silueta moverse, abrió lento sus dos ojos y elevó un poco su mentón para intentar detallarlo.

Su sorpresa fue aún mayor cuando detalló que la silueta, parecía un humano, quien vestía túnicas pulcras, cabello largo, y un sombrero de bambú amplio junto a un velo que cubría su rostro.

-- ¿Cómo te sientes?

Su tono fue gentil y calmado. Algo que tranquilizó un poco al chico. Andaba parcialmente hipnotizado por su extraño aura traslúcida que brillaba a su alrededor.

Se cubrió la cabeza cuando una mano se extendió a su dirección.

-- ¡No! ¡No! ¡No me lastime! ¡Por favor!

Los Guardianes ShenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora