Capítulo 8

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A parte de los ligeros mareos que sentía Luo Binghe durante el entrenamiento, por suerte, cada día fue más llevadero.

Desde que había iniciado con las prácticas de meditación, no tenía idea que tipo de magia generaba la meditación en él, pero sin duda su estimulación le hacía sentir más ligero. Una liberación de sus miedos específicamente.

Aquella angustia peculiar que lo abrumaba por ese algo extraño por sus ideas aterradoras, ahora, bajaba lentamente su intensidad.

Al menos para sobrellevarlo a diario.

Cuando terminaba la práctica,  admiraba ser testigo como la sensación de hambre desaparecía, cómo a través de su cuerpo percibía sensaciones de fluidez recorrer sus venas hasta llegar al cristal de su collar Guanyi, que parpadeaba en una llama verde adentro de su centro ocasionalmente.

Un tango hipnotizante podría decirse. Cada vez que el chico posaba sus ojos sobre el cristal por más de 6 segundos, sus pupilas se tornaban verdes. Incapaces de desenfocar su atención por un determinado tiempo.

La meditación fue todo un desafío para Luo Binghe al principio. Se quejaba de lo aburrido que era y sus mareos no ayudaban. Fue en la primera semana donde se percató realmente de sus buenos efectos después de 5 intentos.

A-Yuan analizó su comportamiento todas las veces. Su rendimiento es diferente y no deseó presionarlo.

Fue paciente y observador. Gracias a eso Luo Binghe practico tres veces a la semana, obligatoriamente.

Lo recompensó incluyéndolo en las prácticas habituales con sus shidis, al lado de su tan no tan amigable hermano místico.

Por supuesto, más allá de ser su obligación como cuidador, sabía perfectamente que Jiu-ge no aceptaría adiestrar a Luo Binghe cómo un simple favor de hermanos.

En realidad, A-Yuan ni siquiera tuvo la necesidad de pedírselo, porque Jiu-ge ya se lo había dejado bien en claro. Entrenar a este chico para A-Yuan no era obligación, más bien un objetivo que quería alcanzar a pesar de interrumpir algunos viajes diurnos que realizaba todos los días.

Aunque lidiar con alguien tan terco como Jiu-ge se necesitaba tener demasiada paciencia en su alma. La horrenda idea de que Luo Binghe se acercará a Ning YingYing seguía siendo muy perturbante para el ser místico del abanico, a un grado inaceptable, y obviamente, el único que se calaba sus miradas desaprobatorias era el mismísimo A-Yuan. Siendo casi intolerante los tres primeros días.

A-Yuan no decía nada. Solo le dirigía la mirada con aparente indiferencia. A los días no lo soportó y tuvo que discutirlo con él. Defendiendo a capa y espada la integración de los niños.

Era una mala noticia para estos dos hermanos místicos. No se sabe con exactitud cuándo había pasado, desde que el chico mitad Demonio Celestial había llegado al Santuario Sagrado, el vínculo entre estos dos hermanos se notaba cada vez más distante.

Con el pasar de los días, Jiu-ge no se dió el lujo de cambiar su actitud. Estuvo decidido a demostrarle a A-Yuan que desaprobaba la cercanía de los niños de cualquier forma. Llegando al punto en que su cercanía en las prácticas se volvió algo incómoda.

Aunque así sucedió, A-Yuan fue mucho más listo y prefirió no caer en sus tentaciones. Hizo lo que mejor sabía hacer. Lo ignoró por completo, hasta el punto que se volvió hiriente para el otro.

Ambos interactuaban en sus rutinas diarias, pero las interacciones fueron lentamente disminuyendo hasta hablar en momentos esporádicos, y Jiu-ge no tuvo más remedio que bajarle dos a su orgullo.

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