Capítulo 10

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Luego de seguirlos hasta la entrada, Jiu-ge descansó finalmente.

Malditos cultivadores.

Sí que eran una molestia.

Hace mucho tiempo, en una era no tan agradable de recordar, llamada la Era Amarilla; surgió un acontecimiento un tanto agridulce para la aldea. Una parte fue una bendición económica para el pueblo al pie de la Montaña, pero a su vez, una desgracia para los habitantes del bosque.

Varios cultivadores pertenecientes a una Secta prestigiosa con vestimentas blancas y doradas invadieron la Montaña Cang Qiong para cazar animales, espíritus y criaturas excéntricas como trofeos. Realizando convenciones de cacerías nocturnas con arcos, flechas, espadas y otros armamentos cómo se les diera la gana.

A más de uno de aquellos cultivadores, los Guardianes Shen tuvieron que enfrentarseles con firmeza. Asustándolos con ventarrones feroces, absorbiendo la mitad de sus energías espirituales, o en el peor de los casos, disolviendo para siempre su núcleo dorado.

Aunque mejor no gastaba sus energías en evocar esos momentos turbios. Después de todo, con el estrés del ataque demoníaco de aquel mocoso mitad bestia y ahora con estos humanos furtivos, ya eran más que suficientes. Al final se encontraba libre para dirigirse a dónde realmente esperaba.

Con su amplio abanico ocultando la mayor parte de su rostro, los pasos de este inhóspito ser místico fueron letárgicos. Se aproximaron a una zona silenciosa del corazón del bosque, alejada, oculta y centelleante de noche.

En el fondo se vislumbra la figura de un diamante gigante incrustado en el suelo. A un lado del gigantesco diamante, pequeños cristalinos enfilan en grupo cómo columnas de un camino. El brillo que irradia el interior de los cristales es una llama mágica.

El aura centelleante del ser místico no pasó desapercibida para las criaturas del bosque. Durante su camino, pequeñas criaturas herbáceas se le acercaron con cautela.

Una de ellas llamada Hoppy salieron de sus escondites para contemplarlo a cierta distancia desde los aires. Otras portadoras de flores murmuraron Gloom, Gloom, mientras observaban tímidas detrás de los troncos de bambúes.

Asimismo, una familia de pandas rojos también fueron testigos de sus elegantes pasos acercándose a su madriguera. Sin temerle ni un momento, él mismo frecuentaba a menudo estos lugares.

El alma mística tampoco les prestó atención a su entorno. Mientras no hubiera peligro, parecía un fantasma deambulante. Sus ojos se enfocaron únicamente en la presencia del diamante gigante, que se aclaraba cada vez por su cercanía.

La distancia entre él y el cristal finalmente se acortó, y el ser místico se detuvo ante él. Su brillo similar a la llama mágica que el diamante emite.

Cómo si fueran del mismo material, la apariencia traslúcida del ser místico se inmiscuyó contra la del diamante, atravesando su fortaleza.

Cuando este ser místico abrió de nuevo sus ojos, el lugar a su alrededor fue majestuoso. Similar en belleza al Santuario Sagrado.

Su estructura parece una cueva con tonalidades rosa y violeta suave. Las paredes están cubiertas con reflejos traslúcidos producto del material del diamante. Al instante las túnicas blancas destellaron por la cantidad inminente de energía espiritual que circula en la cueva.

Siendo considerada otro lugar sagrado para los Guardianes Shen, esta cueva porta el nombre Ling Xi, y aquí es donde ellos tenían la libertad de entrar en reclusión cuando es necesario desintoxicarse.

Los Guardianes ShenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora